(Por Ignacio Hintermeister) – La nueva ministra de Trabajo de la Nación, “Kelly” Olmos, dice que las paritarias hacen su trabajo. Es sólo para un grupo minoritario como el sindicato del Vidrio: 112,4%; Obreros Navales: 110%; Seguro: 109,75%; Camioneros, 107%; Aceiteros: 98% y Bancarios: 94,1%. Son privilegios de sectores vinculados a las ganancias de las Leliqs, los mercados de exportación, segmentos cautivos de legislación protegida o incluso con capacidad extorsiva.
A pesar de las paritarias y las sumas fijas, caen el poder adquisitivo y el consumo
Sin embargo, no todo el gobierno se juega por la negociación salarial, para angustia cegetista. Mientras los gremialistas ortodoxos ensayan recomposiciones propias de la economía que se indexa, el kirchnerismo -siempre atento a los atajos de ocasión- está dispuesto a sacarle la escalera a la mayoría de los asalariados para justificar la suma fija que le otorga poder clientelar al concedente.
Hasta agosto -último dato difundido por el Indec, anterior a muchas de las actualizaciones paritarias señaladas- el Índice de salarios se incrementó 6,5% mensual y 74,2% interanual. El indicador acumula desde enero una suba del 51,0%.
También hasta agosto y siempre según el Indec, el nivel general del Índice de precios al consumidor (IPC) aumentó 7,0% mensual y acumuló una variación de 56,4% en ocho meses del año. En la comparación interanual registró un incremento de 78,5%. En todos los casos, la inflación le ganó a los salarios, y una suma fija por uno o dos meses más, sólo prolongará las angustias y agudizará los padecimientos a mediano plazo.
Como consuelo parcial puede señalarse que el crecimiento mensual en el sector asalariado privado registrado fue de 8,1%. Pero a valores constantes, esos ingresos perdieron 1% del poder de compra respecto de 2021.
Los salarios en el sector público subieron en agosto 4,2% (en la perspectiva del gasto, es parte del ajuste por inflación) y 5,4% en el sector privado no registrado, en una economía cuyo 40% de informalidad carece, como se sabe, de paritaria alguna.
Según Hernán Letcher, Magíster en Economía Política (Flacso) y director del Centro de Economía Política Argentina, “la comparación del total salarial vs. agosto 2021 registra una caída del -2,4% en términos reales, y pierden poder de compra (-4,4%) vs. fines de 2019”.
El dato se corresponde con el de las ventas minoristas pymes según CAME, para el mismo período: cayeron 2,1% en agosto frente al mismo mes del año pasado, medidas a valores constantes. Fue el segundo mes consecutivo en que se retrotrajeron, recortando al 1% positivo el balance interanual.
Letcher añade sobre los salarios que, “en el caso del sector público, el desempeño en agosto no fue positivo: registró aumento del 4,2% en términos nominales, por debajo de la suba de precios del mes. A su vez se ubica ( -1,1%) por debajo del poder de compra que tenían en mismo mes 2021 y (-5,5%) respecto de dic-2019”.
El economista detalló desde su cuenta de Twitter que “el salario del empleo no registrado tuvo un mal desempeño en agosto, perdiendo nuevamente su poder de compra. Este segmento viene siendo el más afectado en los últimos años: hoy se encuentra -8,4% real por debajo de marzo 2021 y -15,7% por debajo de diciembre de 2019”.
Una familia tipo necesitó $119.757 para no ser pobre en agosto del 2022; costaba $52.989 en el mismo mes de 2021. No es difícil inferir por qué en la Argentina ha crecido el nuevo fenómeno: trabajadores asalariados que entran en el segmento de la pobreza. Eso mientras un sector del gobierno se preocupa menos por el trabajo formal -que paga impuestos y financia jubilaciones- que por la asistencia social en su zona electoral de conveniencia.