Desfile histórico en Tiananmen
Alianza en exhibición: China une fuerzas con Rusia y Corea del Norte
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Ochenta mil palomas de la paz, tanques y misiles marcaron la conmemoración en Tiananmen. La foto de Xi, Putin y Kim refuerza el tablero geopolítico de Asia.
La Plaza de Tiananmen volvió a convertirse en escenario mundial. Allí, Xi Jinping presidió un imponente desfile militar con motivo de los 80 años de la “Victoria de China sobre el fascismo”. Sobrevolaron 80 mil palomas, mientras el Ejército Popular de Liberación mostró sus últimas incorporaciones tecnológicas.
La imagen que más atrajo la atención no estuvo en el aire, sino en la tribuna. Xi compartió palco con Vladimir Putin y Kim Jong Un, una postal que remite a 1959, cuando Mao Zedong se fotografió con Nikita Jruschev y Kim Il Sung, abuelo del actual líder norcoreano.
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Otros 24 jefes de Estado y de Gobierno viajaron hasta Pekín. Entre ellos, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, el serbio Alexander Vucic, el bielorruso Alexander Lukashenko y varios mandatarios de Asia Central. El ausente más notorio fue Narendra Modi, primer ministro de India.

Xi, entre la memoria y el presente
Vestido con un uniforme gris de la era Mao, Xi recorrió las tropas en una limusina de época, evocando la resistencia frente a Japón. Recordó que China fue el segundo país con más víctimas en la Segunda Guerra Mundial, después de la Unión Soviética.
En su discurso, habló de la necesidad de “prevenir las tragedias de la historia” y reafirmó que el “renacimiento de la nación china es imparable”. Sin embargo, evitó menciones explícitas a Ucrania, Palestina, Taiwán o la guerra arancelaria con Estados Unidos.
Joe Biden envió un mensaje ambiguo: felicitó al pueblo chino, pero ironizó sobre la presencia de Putin y Kim. “Por favor dele mi más caluroso saludo a Putin y Kim mientras conspiran contra los Estados Unidos”, expresó con sorna.
Una foto con impacto geopolítico
El desfile incluyó el paso del misil balístico intercontinental DF-61, drones de última generación y blindados modernos. Pero lo que se lee como victoria para Pekín no es solo militar: la foto de Xi, Putin y Kim marca un eje estratégico que incomoda a Japón, Corea del Sur y Estados Unidos.

Para Japón, el gesto fue una provocación. Su gobierno disuadió a sus aliados de participar en la ceremonia. Corea del Sur, en cambio, envió a su presidente de la Asamblea Nacional, Woo Won Shik, quien incluso estrechó la mano de Kim Jong Un antes del acto.
La jornada mostró que China no solo busca reforzar su memoria histórica, sino consolidar su papel como centro de poder global. Para Xi, el desfile fue más que una conmemoración: fue una demostración de que Pekín no piensa replegarse en la disputa por la hegemonía mundial.