Cayó y no jugó nada bien
Argentina perdió la memoria: fue “otro equipo”
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Ecuador nos tomó el tiempo. El año pasado pudimos vencerlo en Houston, en la Copa América, recurriendo a los penales luego de un partido que fue desfavorable a los campeones del mundo. En Guayaquil, volvieron a ser más y ganaron merecidamente.
En cinco días, el cambio que se vio fue tan grande como negativo. Aquella selección que manejaba la pelota con suficiencia y autoridad ante Venezuela, se convirtió en un equipo negado para el manejo del balón contra Ecuador. Argentina basa su juego dos aspectos: 1) la tenencia de la pelota; 2) la fortaleza ofensiva y vocación por la búsqueda del arco rival. No hizo ni una cosa ni la otra en el primer tiempo. Ni tuvo la pelota ni atacó. Y esto, para un equipo ofensivo como el de Scaloni, se convierte en un claro reflejo de que las cosas no anduvieron bien y que el equipo defeccionó.
Para colmo, sobre la media hora se quedó con un jugador menos por el empujón siendo último recurso de Otamendi en perjuicio de Valencia, que le había colocado muy bien el cuerpo a Balerdi en la jugada previa, quedando mano a mano con el Dibu. La decisión de Wilmar Roldán fue perfecta, porque se dieron todas las condiciones para que sea aplique el último recurso. Con uno menos en la defensa, Scaloni eligió a Foyth para rearmar la línea de cuatro y sacrificó a un Giuliano Simeone que prácticamente no había entrado en juego en esa media hora inicial.
Para colmo de males para Argentina, en el cierre del primer tiempo llegó un codazo adentro del área de Tagliafico sobre Preciado que el VAR observó y llamó a Roldán para que lo viera. Pareció ser una acción natural de elevarse con los brazos abiertos para tomar impulso, por parte de Tagliafico, pero Roldán interpretó que hubo falta. Penal en tiempo de descuento que Enner Valencia convirtió en gol con un remate al medio del arco, dejando sin chances al Dibu Martínez. Unos minutos antes, Nicolás González había sufrido también una jugada parecida (codazo aunque no adentro del área), que no fue revisado.
Un jugador menos, el resultado en contra (perdía 1 a 0) y un funcionamiento alejado de lo que se había visto cinco días antes frente a Venezuela. Argentina no fue ni el equipo dominante ni tampoco el equipo que buscó incesantamente el arco rival, generando problemas defensivos al rival. Nada que ver. Galíndez prácticamente no entró en juego y no hubo una sola jugada de peligro generada por el equipo de Scaloni.
A Nico González no pararon de pegarle. Foto: Reuters
La primera, mejor y única noticia positiva para Argentina se dio a los 4 minutos del segundo tiempo, cuando Caicedo llegó tarde a dividir la pelota con Nicolás González y vio por segunda vez la amarilla, con lo que el partido quedó 10 contra 10. ¿Cuál iba a ser la respuesta de la selección?, ¿cómo lo iba a tomar Ecuador?, ¿podrá cambiar el trámite de un partido en el que todo era de Ecuador, luego de esta incidencia? Preguntas que todos se hacían desde el mismo momento de la decisión de Roldán, cuando quedaba casi medio tiempo por jugar.
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El partido cambió de tónica. Ecuador se replegó, cedió en parte el manejo de la pelota y todo se equilibró. Fue condicionante la expulsión de Caicedo. Lo fue para Ecuador, que retrocedió en la cancha; y lo para Argentina, que tibiamente se animó a avanzar. De todos modos, al campeón del mundo le faltó frescura y claridad. Se repitió e hizo todo demasiado lento y sin ningún tipo de sorpresas.
Ese cambio que tuvo el partido motivó, pasados los 15 del complemento, que Scaloni tire a la cancha a Mastantuono y a Julián Alvarez, por Paredes y Lautaro Martínez. Necesitaba más claridad y movilidad del medio hacia arriba, porque Argentina ya tenía el dominio de la pelota por primera vez en el partido.
Mastantuono jugó demasiado bien para ser su tercer partido. Foto: Reuters
Sin jugar bien, Argentina empezó a empujar a Ecuador contra su propio arco. Se fue De Paul, que ya había dado muestras claras de agotamiento (Ecuador lo presionaba cuando recibía la pelota) e ingresó Lo Celso. Scaloni metió gente de mitad de cancha hacia arriba para provocar el desequilibrio en el sector en el que se había instalado el partido, que fue del medio hacia el arco de Galíndez. Sin embargo, en un aislado avance del local, Yeboah (que había ingresado en el segundo tiempo), quedó mano a mano con el Dibu y el arquero argentino tapó el remate, dejando abierto el encuentro para poder empatarlo.
El equipo tenía la pelota pero llamativamente no sabía qué hacer con ella de tres cuartos de cancha hacia adelante. Ecuador se agrupó bien y se encargó de desbaratar cada intento de Argentina –insisto, sin peligrosidad- para que Galíndez pase una noche demasiado tranquila.
Nada que ver Argentina. Una cosa fue ver a ese equipo dominante, de excelencia y con actuaciones individuales notables, ante Venezuela, a este que se vio pasivo, sin claridad y sin profundidad. La selección fue una sombra del que es. Faltó a la cita. Y Ecuador, que ganó bien, se tomó revancha de lo que pasó el año pasado en Houston, cuando mereció ganar y no pudo hacerlo, perdiendo luego ese partido de cuartos de final por la vía de los penales.