Consecuencias de la medida
Cacciurri: "La baja de retenciones no es suficiente sin un plan a largo plazo"
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El ingeniero agrónomo y asesor de pequeñas y medianas empresas agropecuarias, Miguel Ángel Cacciurri, analiza la reciente eliminación de las retenciones a los granos y carnes, destacando sus efectos inmediatos en el mercado y la incertidumbre que genera en los productores.
La eliminación de las retenciones a los granos y las carnes, una medida de la Casa Rosada que tomó por sorpresa a propios y extraños, fue el eje de una charla con Miguel Ángel Cacciurri, ingeniero agrónomo y asesor de pequeñas y medianas empresas agropecuarias. Con una mirada desde el interior productivo, lejos de los enfoques porteñocentristas, el especialista analizó las repercusiones inmediatas y las posibles consecuencias a largo plazo para los productores.
"En un país con una presión fiscal tan alta, cualquier baja de impuestos siempre es bienvenida, especialmente cuando los costos de producción son tan elevados. Sin embargo, lo que necesitamos en el ámbito agropecuario es previsibilidad. No basta con una quita puntual de impuestos, sino con una estrategia a largo plazo que dé estabilidad al sector. Los productores necesitan saber qué esperar para poder tomar decisiones informadas, en lugar de estar sujetos a medidas que cambian de un día para otro", afirmó Cacciurri.
El efecto inmediato de la quita de retenciones (hasta el 31 de octubre o hasta totalizar 7 mil millones de dólares) se notó en la variabilidad de los precios, lo que afectó directamente la rentabilidad de los productores. "Un productor que vendió soja el viernes a 405.000 pesos, vio cómo este lunes ese mismo precio se disparaba a 505.000 pesos por tonelada. Esto marca una diferencia de 100.000 pesos, unos tres millones de pesos por camión, que es una cantidad muy significativa", explicó.
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El ingeniero destacó que, aunque la medida resulta favorable a primera vista, genera dudas. “En plena siembra de los granos gruesos, los números de la soja, que un mes atrás no eran tan atractivos, hoy resultan muy tentadores”, reconoció, aunque advirtió con el mismo énfasis que "la volatilidad de los precios genera mucha incertidumbre en los productores. Algunos se ven tentados a vender rápido para cubrir deudas, mientras que otros prefieren esperar y ver si el precio sigue subiendo. Lo que se pierde con esto es la previsibilidad. Cuando el mercado cambia tan rápidamente, no se pueden tomar decisiones con tranquilidad", redondeó.
Además, evaluó, en cuanto a los comportamientos de los productores agropecuarios, que “serán de los más diversos”, dependiendo de su situación particular. “Hoy en día, no creo que el productor venda soja para quedarse con dólares o pesos en la mano. Generalmente, vende para cubrir saldos, adquirir o reparar equipos o adelantar insumos evitando altas tasas de financiación”, señaló. En cambio, “el que venda soja y saque los dólares del circuito, desde ya que no contribuirá a ninguna reactivación”.
La influencia del contexto electoral
"Toda medida de este cariz, tomada en época electoral, está vinculada a un objetivo político. Los gobiernos siempre buscan mejorar su imagen con decisiones que impacten directamente en la sociedad, sobre todo cuando se acercan las elecciones", comentó. Sin embargo, consideró que, si la quita de retenciones se hubiera realizado en mayo o junio, los efectos habrían sido más predecibles y menos disruptivos. "Si esto se hubiera hecho en los primeros meses del año, no hubiésemos tenido esta variabilidad en los precios. Los productores hubieran tenido más previsibilidad y podrían haber ajustado sus siembras con mayor tranquilidad (…) Ahora estamos con una medida que parece ser más reactiva que planificada, lo que genera muchas dudas sobre su efectividad a largo plazo".
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Impacto en alimentos y alquileres
La cuestión de la transferencia de precios es aún incierta, consideró el especialista, y admitió que "la pregunta es cuánto de este beneficio de la quita de retenciones se va a trasladar a los precios de los alimentos. Los ciclos de producción son largos, sobre todo en la ganadería y en otros productos, por lo que los cambios en los costos tendrían que sentirse de manera progresiva y no de un momento a otro", estimó.
“Es cierto que un animal será más caro para alimentar durante la vigencia de las retenciones cero, pero hay que saber que terminar un novillo demanda un año; un cerdo, cuatro o cinco meses; y un pollo entre 60 y 90 días, es decir que un eventual traslado a precios no debiera ser inmediato, sino paulatino y, obviamente en cierta proporción. Además, habrá que ver si los consumidores convalidan esos incrementos de precios”, completó.
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"Los productores de carnes, por ejemplo, ya venían con costos elevados, y esta baja de las retenciones, que es del 5%, podría no reflejarse de inmediato en el precio final del producto. Además, hay que tener en cuenta que el proceso de engorde y el tiempo necesario para que los animales lleguen al mercado es largo, por lo que los cambios en los precios podrían ser paulatinos", reiteró Cacciurri.
En cuanto a los arrendamientos, sostuvo que los productores que deben pagar en octubre lo harán en función del precio actual, que ronda los 505.000 pesos por tonelada de soja.
Siembra de la campaña gruesa
A pesar de las complicaciones que trajo consigo el contexto político y económico, las perspectivas para la siembra de la campaña gruesa son bastante positivas, según Cacciurri. "Las reservas de agua están en un buen nivel, las precipitaciones de los últimos días fueron muy favorables para la siembra. Esto genera una buena expectativa, especialmente para la soja y el maíz, que son los cultivos que más se siembran en la región", señaló el agrónomo.
No obstante, las condiciones climáticas de este año provocaron algunos retrasos en la siembra. "El invierno fue muy seco y frío, lo que hizo que algunos lotes se atrasaran. Sin embargo, las lluvias de las últimas semanas posibilitaron que muchos lotes se pongan en condiciones para sembrar, aunque otros aún deben esperar", explicó.
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"Las expectativas para la cosecha de la campaña gruesa son bastante buenas, aunque sabemos que todo depende de cómo evolucionen las condiciones climáticas y económicas. Lo que necesitamos ahora es estabilidad para poder planificar el año próximo con más certezas. La clave será cómo el mercado absorbe estas medidas y cómo los productores logran adaptarse a un contexto de cambios constantes," sostuvo el ingeniero agrónomo.
El crecimiento del cultivo de maní
Un tema que cobró fuerza en la región es el aumento del cultivo de maní, que ganó terreno gracias a la ausencia de retenciones. Cacciurri explicó que esto generó una “competencia desleal” para cultivos tradicionales como la soja y el maíz. "El maní tiene una ventaja significativa porque no está sujeto a retenciones, lo que permite a los productores ofrecer mejores condiciones de alquiler de tierras (el triple o más). Sin embargo, este cultivo también tiene sus contras, ya que requiere mucho trabajo de laboreo y puede dañar la estructura del suelo si no se maneja adecuadamente," afirmó.
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"El maní puede ser una buena opción para algunos productores, pero hay que tener en cuenta el impacto ambiental. Al ser un cultivo que requiere tanto laboreo, los suelos pueden perder cobertura, lo que aumenta el riesgo de erosión, sobre todo cuando las lluvias son fuertes", concluyó.

