Cambio cultural
Cómo cambió la infancia y el consumo de juguetes en Argentina
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La Cámara Argentina de la Industria del Juguete advierte sobre un cambio estructural que impacta de lleno en el sector: menos nacimientos, más tiempo frente a las pantallas y una transformación profunda en los hábitos de juego de chicos y chicas.
(Por Luciana Lanzamidad) - En un contexto atravesado por cambios sociales, económicos y culturales, la industria del juguete en Argentina enfrenta uno de los desafíos más complejos de su historia reciente.
No se trata solo de la situación económica o del consumo, sino de un fenómeno estructural que modifica de raíz el escenario: cada vez nacen menos chicos y chicas, y quienes crecen lo hacen rodeados de pantallas desde edades cada vez más tempranas.
La Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) puso números y reflexión sobre una realidad que va mucho más allá del sector productivo y que interpela a toda la sociedad.
Uno de los datos que más preocupa es la fuerte caída de la natalidad en el país.
Menos nacimientos, menos chicos jugando
Uno de los datos que más preocupa es la fuerte caída de la natalidad en el país. Según cifras elaboradas en base a datos del INDEC, la tasa de fecundidad en Argentina descendió un 42% desde 2015. En apenas una década, el promedio pasó de 2,4 hijos por mujer a 1,4, un nivel históricamente bajo.
Este proceso, que se repite en muchos países del mundo, tiene consecuencias directas sobre la población infantil. Las proyecciones oficiales indican que la cantidad de niños y niñas de entre 0 y 14 años, que en 2022 superaba los 10,4 millones, caerá a poco más de 6,8 millones hacia 2035. Es decir, en poco más de diez años habrá casi cuatro millones menos de chicos y chicas en ese rango etario.
Para la industria del juguete, esta transformación demográfica implica una reducción sostenida de la demanda potencial. Pero desde la CAIJ advierten que el impacto no es solo comercial. “Menos chicos significa también menos espacios de socialización, menos juego compartido y menos oportunidades para el desarrollo integral a través del juego”, señalan desde la entidad.
Reciente exposición a pantallas y dispositivos digitales desde edades cada vez más tempranas.
Pantallas y un cambio cultural profundo
A la caída de la natalidad se suma otro fenómeno que redefine las infancias: la creciente exposición a pantallas y dispositivos digitales desde edades cada vez más tempranas. Celulares, tablets, televisores y consolas ocupan un lugar central en la vida cotidiana de muchos hogares y compiten directamente con el juego físico, creativo y social.
Desde la Cámara Argentina de la Industria del Juguete explican que este cambio cultural no puede analizarse de manera aislada. “Hoy los chicos pasan más tiempo frente a una pantalla que jugando con un juguete tradicional. Eso modifica la forma en que se vinculan, aprenden y se desarrollan”, manifestaron en el informe.
El lema que impulsa la entidad, “menos pantallas y más juego real”, no busca demonizar la tecnología, sino recuperar el equilibrio. El juego con juguetes, con otros chicos o con adultos, estimula la imaginación, el movimiento, el lenguaje, la empatía y la resolución de problemas, aspectos clave del desarrollo infantil que no siempre están presentes en el consumo pasivo de contenidos digitales.
Especialistas en infancia coinciden en que el juego no es un lujo ni un pasatiempo secundario, sino una necesidad básica en los primeros años de vida. A través del juego, los chicos expresan emociones, elaboran experiencias y construyen aprendizajes fundamentales para su vida futura.
Desde la CAIJ subrayan que este escenario plantea desafíos que exceden a la industria. La responsabilidad es compartida entre las familias, el sistema educativo, el Estado y la sociedad en su conjunto. Promover el juego real implica generar tiempo de calidad, espacios seguros y propuestas accesibles para todos los chicos y chicas, independientemente de su contexto social.
En muchos hogares, las pantallas aparecen como una solución rápida frente a la falta de tiempo, el cansancio o las dificultades económicas.
Desde la Cámara destacan la importancia de las políticas públicas que promuevan el acceso al juego, especialmente en los sectores más vulnerables. Espacios comunitarios, escuelas, jardines y programas sociales cumplen un rol clave para garantizar que el derecho a jugar sea una realidad y no solo una consigna.

