Recordando a Amadeo Carrizo
Día del arquero en honor al “Tarzán” de Rufino
La fecha de su nacimiento el 12 de junio nos invitó a recordar su grandeza bajo los tres palos, su historia y su legado.
Por Ana Dobal
Quien haya felicitado a un hijo, nieto o sobrino arquero en su día, quizás no sepa que la conmemoración en Argentina de esta fecha remite al natalicio del gran arquero rufinense Amadeo Carrizo. Nacido en la ciudad más austral de la provincia de Santa Fe, Amadeo sin dudas fue uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol y una gran persona.
Durante su largo recorrido de carrera futbolística River Plate fue el club que se volvió “su casa”, habiendo sido nombrado incluso presidente honorario. Amadeo Raúl Carrizo nació en Rufino el 12 de junio de 1926 y fue considerado un innovador absoluto en la defensa del arco, lo que lo llevó en vuelo directo a la Selección Nacional muy joven. Su carácter y destreza lo hicieron único.
El arquero
Comenzó a jugar al fútbol en el arco del BAP de Rufino en cancha del club San Martín y, luego de pasar por Junín, debutó en River el 6 de mayo de 1945, club del que jamás se iría. Fue titular definitivo desde 1948 y totalizó seis títulos (1945, 1952, 1953, 1955, 1956 y 1957), actuando en más de 550 partidos.
Jugó 24 años con la camiseta del "Millonario" y cerró su carrera en Millonarios de Bogotá, en Colombia, donde permaneció dos temporadas, para retirarse definitivamente en 1970, a los 44 años. Aceptó dirigir a los colombianos, en su primera experiencia como DT, y también lo hizo en Deportivo Armenio, en el ascenso local (1973 y 1974).
El amigo
Amadeo cosechó además de gloria bajo los tres palos, un millón de amigos. Querido por los grandes y los chicos, durante su época de retiro de la actividad, volvía a su Rufino natal en su auto deportivo negro, con su sobretodo negro y su sonrisa y cabellera bien blancas para cosechar amistades y charlas infinitas.
Puede interesarte
Personalmente, como niña, tuve la dicha de vivir al lado de la parrilla que él solía visitar para almorzar cuando venía a la ciudad, y con catorce años y la curiosidad de siempre, me hice de un amigo nuevo. Recuerdo responder a sus preguntas parada en la puerta de mi casa, conversar sobre los deportes que me gustaban, y de la mano de la confianza que habita a cualquier niño de pueblo, aceptar paseos por los barrios periféricos escuchando sus historias y recorrer las canchas de los clubes de la ciudad para terminar compartiendo una medialuna de alguna panadería, cuando me devolvía a mi domicilio.
En aquel momento no era consciente de quien era Amadeo, y hoy me gusta que haya sido así. Todavía recuerdo el perfume intenso en su sobretodo, el libro que sacó de la aguantera del auto y que firmó para mí, pero sobre todo recuerdo su calidez, amabilidad y grandeza humana. Con egos de lado y una cercanía que no distinguió edades ni géneros, Carrizo conservó siempre su amor por su pago y por su gente.
Memoria
El Tarzán de Rufino permanece vivo en la memoria de quienes lo conocimos personalmente, pero también en la memoria colectiva de un país que lo vio brillar y volar en épocas dónde la profesión deportiva tenía más que ver con la garra y el hambre de poder, que con las conexiones o la condición física ideal.
Después de una carrera enorme y habiendo disfrutado de hijos y nietos, el gran arquero histórico de Rufino y de River, falleció el 20 de marzo de 2020 a los 93 años en Buenos Aires tras una prolongada y dura enfermedad a la que le dio firme pelea. Recordar es parte de reproducir, y creer en la fuerza, la grandeza y la gloria de un referente hijo de Rufino, siempre será abono para las nuevas generaciones y motivo de orgullo para la historia local, nacional y mundial del deporte.
Gracias amigo!