Doctrina familiar
Discurso papal: primer pronunciamiento de León XIV contra la comunidad LGTB

En su primer encuentro con diplomáticos, el Papa estadounidense sostuvo que la familia se funda en la “unión estable entre un hombre y una mujer”. La frase despertó críticas por su tono excluyente y renovó el debate sobre el rol de la Iglesia en tiempos de cambio.
El papa León XIV ofreció este viernes su primer mensaje dirigido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede. En un discurso cargado de contenido doctrinal y geopolítico, el primer pontífice estadounidense subrayó que “la familia se funda sobre la unión estable entre el hombre y la mujer”, una definición que, aunque clásica dentro del magisterio católico, fue interpretada como una señal de endurecimiento frente a la comunidad LGBT y como un retroceso en el proceso de inclusión promovido por su predecesor, Francisco.
La frase del nuevo Papa, cuyo nombre secular es Robert Prevost, se inscribe en el marco del protocolo posterior al cónclave que exige una audiencia con los embajadores acreditados, como antesala de la misa de inicio del pontificado. En ese contexto, León XIV también destacó la paz como prioridad y condenó la lógica armamentista. Sin embargo, sus palabras sobre la familia eclipsaron el resto del mensaje.

Entre la tradición y la sensibilidad contemporánea
El posicionamiento doctrinal de León XIV no sorprendió del todo. Como prior de la orden agustiniana, ya en 2012 había cuestionado abiertamente lo que llamaba “estilo de vida homosexual” y el tratamiento mediático que, según él, promovía valores contrarios a la enseñanza eclesial. Su consagración como Papa reactivó esas referencias: “Los gobiernos deben invertir en la familia, fundada sobre la unión entre un hombre y una mujer”, reiteró esta semana.
Si bien el Vaticano publicó los textos oficiales del encuentro sin ofrecer detalles sobre reacciones internas, la prensa italiana recogió voces críticas. “Es un mensaje que vuelve a poner en el centro una idea excluyente de familia y corre el riesgo de distanciar a quienes se sienten parte de la Iglesia pero viven realidades diversas”, escribió el diario La Repubblica. Por su parte, Avvenire, el periódico de la Conferencia Episcopal Italiana, destacó que el nuevo pontífice “coloca el principio de paz sobre una base antropológica concreta”.
La comparación con el papa Francisco fue inevitable. El pontífice argentino, si bien nunca modificó la doctrina, buscó un lenguaje pastoral que acogiera a la comunidad LGBT, y su célebre frase “¿Quién soy yo para juzgar?” se convirtió en símbolo de apertura. Francisco permitió bendiciones a parejas del mismo sexo y nombró personas abiertamente homosexuales en cargos de gestión pastoral. León XIV, en cambio, parece retomar una senda más conservadora.

El peso de la palabra en una Iglesia global
En una era donde la visibilidad y los derechos de las personas LGBT están cada vez más reconocidos en el ámbito civil —incluidos países de fuerte tradición católica como España, Irlanda o incluso Italia—, el posicionamiento de León XIV podría traer aparejadas tensiones con sectores eclesiales progresistas. “La cultura cambia más rápido que las instituciones, y la Iglesia debe aprender a no hablar desde el miedo”, opinó hace años la teóloga italiana Serena Noceti.
Además, activistas y asociaciones como Arcigay expresaron su preocupación: “Hablar de familia de forma excluyente no solo discrimina, sino que ignora realidades de millones de católicos que viven otras formas de afectividad. El Papa puede ser jefe de Estado, pero también guía espiritual. Esperamos que esa guía no margine”.
La audiencia también incluyó referencias al aborto y a la dignidad de los ancianos, “criaturas de Dios” según sus palabras, retomando la idea del “descartable” ya instalada por Francisco. El nuevo pontífice busca proyectar una Iglesia firme ante lo que considera amenazas a la vida y a la paz. Pero su modo de hacerlo —y sobre todo el lenguaje empleado— marcará el tono de una gestión que, si bien acaba de comenzar, ya ha encendido las primeras alarmas.