El Boliche Cullak, un clásico de Rufino con casi 100 años de historia

Ana Inés Dobal – El Boliche Cullak, propiedad de los hermanos del mismo apellido y de origen yugoslavo, es un tradicional almacén de campo de la zona rural de Rufino que se sostiene a través del tiempo, intacto, activo y pronto a cumplir 100 años de historia de asados, peñas y doma.
Se trata de un comercio tradicionalmente campero, de ramos generales, conocido por sus guitarreadas, picadas y asados. El local de estilo campestre reúne a las familias de chacras aledañas y se ha mantenido en el tiempo como si no hubieran pasado los años, persistiendo impoluto; y lo más importante, aún en actividad.
El boliche era, en sus años de esplendor, un almacén de ramos generales, donde se conseguía de todo, según cuentan los habituales visitantes, hasta que los supermercados e hipermercados fueron haciendo del lugar un punto de encuentro tradicionalmente rural, y una buena excusa para los gustosos de la parrilla, la picada y la bebida a la sombra y “al tiempo” (porque no siempre está bien fría, pero se toma con gusto igual).
Rumbo al centenario
El Boliche Cullak está ubicado a 32 km de la ciudad de Rufino, sobre la calle de la vieja repetidora, frente al campo “Las Nazarenas”, propiedad de la familia del diseñador Jorge Rey, cuya laguna, ahora completamente desaparecida por la sequía, solía espejar el paso lento de los gauchos rumbo a la peña. Hoy el viejo edificio sigue intacto, atravesado por las marcas del tiempo y teñido de polvareda.

La laguna de “Las Nazarenas” seca, frente al boliche. El cambio de paisaje, resultado de la falta de lluvias en la zona. (Foto: Sur24)
Así y con variadas historias a cuestas, el añejo lugar de encuentro celebrará cien años en febrero de 2023, y sus actuales administradores esperan festejar su cumpleaños a lo grande. “En su época de esplendor no había autos veloces, solo sulkys y carros tirados por caballos y la gente de los campos vecinos venían al lugar para abastecerse de mercadería para el consumo”, cuentan sobre su historia pasada.
Estela y Rubén
Actualmente los anfitriones estrella son los rufinenses Estela y Rubén Tulentinatti, quienes viven y mantienen activo el lugar adelantando una inminente celebración por su centenario.

Dibujo a cargo de Marcelo, de solo 12 años. (Foto: Sur24)
“Las pinturas en las paredes las hizo, cuando arreglamos todo a nuestra llegada, un niño de solo 12 años”. Un gaucho mateando al lado del fuego, además de otras rudimentarias ilustraciones de actividades típicas del campo, brindan color a la opacidad que embelesa, entre las paredes de barro bien altas.

Estela. Detrás del mostrador del boliche que regentea junto a Rubén. (Foto: Sur24)
“Tapamos agujeros en las paredes y echamos a los peludos que ya se habían apropiado del suelo creando cuevas que los hospedaban, además de reconstituir casi todo, porque el lugar estaba en muy mal estado cuando llegamos”, cuenta Estela, rememorando su arribo el mismo día en el que su nieto cumplía un año, en 2009.
Particularidades
Un cartel de fondo negro y simples letras blancas escritas a mano alzada se lee sobre la tranquera abierta que recibe al visitante a un par de metros de la alta y vieja puerta principal de dos alas a la sombra de un gran sauce.
El matrimonio que lo regentea abrió el local dos meses después de su llegada y cuentan que en los años de trabajo que llevan jamás ha habido una pelea ni altercado. “La gente que asiste a comer acá es sencilla, de campo, viene en alpargatas, bombacha de gaucho y sin maquillaje, cosa que no es común cuando uno sale normalmente a cualquier otro lugar”, destaca Estela, orgullosa de la simpleza que imprime el pintoresco lugar cargado de detalles que tienen una historia que contar.
En este típico almacén de campo se han llevado a cabo desde domas, vacas con cuero, hasta campeonatos de pool e infinidad de celebraciones regionales a lo largo de estos casi cien años de historia convocando, claro, a vecinos de toda la zona. Desde Amenábar, Ameghino, Rufino, Canals y muchos otros puntos, ya que sigue siendo tradicional la llegada a comer y para muchos “un muy buen plan”.
Con una historia de tradición a la vista, la buena costumbre de un asado entre amigos, y la amabilidad de la gente de campo, siguen vigentes hasta hoy, en el inigualable Boliche Cullak.
Experiencia propia
Sur24 pasó el jueves por el lugar, compartió un refresco con la familia y conoció detalles de su historia, registrando cada particularidad que lo muestra como detenido en el tiempo y honrando a nuestro Santa Fe profundo.
En una pared de unos 3×4 metros hay una réplica de un cuadro de Molina Campos y al lado un cuero bien extendido de un chancho jabalí. En otro sector hay embalsamado un ñandú, un par de patos, la cabeza de un ciervo que “mete miedo”, unos peludos y otros bichos de la zona. Una mesa de pool divide el ambiente entre los jugadores y los comensales ya que el espacio es reducido pero invita al encuentro, y sin dudas es una experiencia para recordar.
Pandemia de pausa
Con la irrupción del Covid-19, el parate general se hizo sentir también aquí pero no venció al viejo almacén y recién hace poco más de un año va volviendo a la actividad, con parrilladas completas los fines de semanas a través de reserva telefónica y previo aviso o eventos especiales en los que se hacen “vacas con cuero”, domas o guitarreadas entre amigos.
Reservas
Para reservas el número de Estela es 3382-41-6064, quien además de garantizar una buena panzada regional, sin dudas te sacará una sonrisa.
NOTA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA DE SUR24 DE ESTE LUNES 9 DE ENERO.