"Desconectados para conectar"
El impacto del uso excesivo de pantallas se discutió en la Legislatura de Santa Fe
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Especialistas, funcionarios y organizaciones sociales analizaron el fenómeno desde distintas perspectivas en una jornada provincial que se llevó a cabo en la Cámara de Diputados.
Por Mauro L. Muñoz
El impacto del uso excesivo de las pantallas fue el eje de una jornada provincial denominada "Desconectados para conectar" que se llevó cabo días atrás en la Cámara de Diputados de Santa Fe.
Con exposiciones de funcionarios, especialistas y organizaciones sociales, se debatió en el recinto tensiones que asoman cada vez con más frecuencia tanto en las escuelas, en los consultorios y en los hogares de las familias.
La actividad contó con la moderación de la diputada Astrid Hummel, impulsora de la iniciativa, quien hizo una mención para la Constitución provincial recientemente sancionada donde se incorporó a los derechos digitales, y en medio del anticipo del ministro de Educación sobre el envío de un proyecto para regular el uso de celulares en las escuelas santafesinas.
"Acá hay una realidad: permanentemente estamos hiperconectados", abrió la conducción del encuentro en el recinto de la Legislatura, al agradecer a los presentes y enmarcar el objetivo de la jornada: producir insumos para una propuesta legislativa con enfoque de derechos.
"La tecnología como herramienta trae avances, pero también consecuencias; debemos generar ámbitos saludables, buenas prácticas y bienestar", remarcó la legisladora dando paso a las exposiciones.
No demonizar: equilibrar
El primer turno fue para Ariel Rodas, director provincial de Prevención y Monitoreo Territorial (Aprecod), quien eligió hablar primero “como padre”: “Cuando mis hijas comenzaron a usar las pantallas no tenía herramientas para orientarlas. Pedí ayuda. El mejor consejo fue llevarlas a hacer deporte: generaron otros vínculos, fortalecieron su vida social. La tecnología no se demoniza, pero hay que equilibrarla”.
Desde la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones, Rodas definió pilares: abordaje integral, evidencia científica, trabajo con escuelas, clubes, ámbitos laborales y comunidades de fe. “El uso excesivo de pantallas puede generar problemas de salud física y mental. En lo cognitivo, afecta la atención y el aprendizaje; en lo social, retrasa habilidades y, en casos extremos, puede llevar a dependencias. Y ojo: ya no es sólo una persona aislada ante el celular; cuando la tecnología ocupa el centro, se vacían los espacios de encuentro —clubes, vecinales, plazas— que construyen lazos solidarios”.
El titular del organismo sumó datos de gestión: “En 2024 sensibilizamos a 2.200 personas en toda la provincia. Creamos un Centro de Atención y Orientación Virtual (0800 y WhatsApp) que atiende todos los días; centros de atención inmediata en Rosario y Santa Fe; y 11 dispositivos regionales del programa Acompañarte en Ceres, Coronda, Rafaela, Roldán, San Javier, San Jorge, San Justo, Tostado, Venado Tuerto, Vera y Villa Ocampo. Antes, había gente que debía viajar 300 o 400 km para un tratamiento. Hoy accede en su región”.
El cierre de Aprecod fue un mensaje-síntesis de la jornada: “El desafío no es rechazar las pantallas, sino construir entornos saludables. Que la tecnología sume sin desconectarnos de lo esencial: vínculos, familia, comunidad”.
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El juego como salud mental
Victoria Mancini, directora provincial de Salud Mental del ministerio de Salud de Santa Fe fue la segunda expositora. Enfocó en infancias y juventudes, y bajó una consigna clara: “Las tecnologías nos conectan, pero en exceso nos alejan del juego, la mirada, los vínculos y la palabra compartida. Es un fenómeno complejo: no se trata de culpas individuales; es social e histórico. La lógica de consumo fragmenta lazos y borra tiempos intergeneracionales”.
El eje, dijo, son políticas públicas de promoción de la salud mental “sin estigmas ni adultocentrismos”. Y dejó un lema potente: “Decimos con certeza: jugar es salud mental. El juego no es un lujo: es derecho y condición de salud. Crea creatividad, regula la convivencia, enseña reglas, disminuye la violencia. Lo lúdico no es lo mismo que el azar y la apuesta: allí no hay desarrollo de habilidades sino la ilusión de ganar”.
El rol adulto, definió, es insustituible: “El vínculo niña/niño–tecnología–adulto es triangular. La simetría intergeneracional importa: no es autoritarismo; es cuidado. El adulto habilita, regula y acompaña; no podemos acompañar lo que no conocemos”.
La exposición a pantallas también tiene efectos importantes en la adolescencia y la preadolescencia.
Señalaron que la exposición continua a pantallas tiene efectos en la adolescencia y la preadolescencia.
Mancini enumeró líneas de políticas: “COPISMA (Comisión Provincial Interministerial) prioriza infancias en 2025; 34 juegotecas públicas hoy funcionan como ámbitos de encuentro y prevención; difundimos el documento ‘Juegos y apuestas en línea en infancias y juventudes’ para formar referentes; y creamos El Mirador, una herramienta lúdica y analógica para reflexionar sobre la mirada y el impacto de pantallas”.
Y dejó una agenda de acción: “Necesitamos ámbitos de debate con adultos a cargo de cuidados; actividades compartidas entre niños y referentes; prevención inespecífica (club, juego, cultura, diálogo) y presencia adulta. Desconectar un rato para volver a conectar con lo humano”.
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Pantalla cero hasta los 2 años
El tercero en exponer fue Mauricio Basso, secretario de Coordinación de Transformación Digital. Luego de celebrar el avance de la provincia en despapelización, firma remota y estándares y, de entrada, fijó su posición: “Esto es un tema de salud, y lo trabajamos con Salud y Educación. Nuestro rol es explicar cómo la tecnología está diseñada para aumentar el engagement (scroll infinito, refuerzos) y por qué se necesitan políticas de uso consciente”.
Basso señaló que los primeros seis años de una persona son esenciales y fundamentó con criterios internacionales: “OMS, Asociación Española de Pediatría y American Academy of Pediatrics coinciden: pantalla cero hasta los 2 años y uso muy limitado hasta los 6. España fue más lejos. Pero de la recomendación a la realidad hay un trecho: apenas 24% de las familias cumple con pantalla cero hasta los 2. No se trata de culpar, sino de dar herramientas”.
Lo recomendable es que los niños no usen pantallas antes de los dos años. Y luego de esa edad, que las utilicen de forma supervisada una hora al día, máximo.
Recomendaron que los niños no usen pantallas antes de los dos años.
En ese sentido, trazó un diagnóstico de contexto: “El consumo de pantalla entre los 6 y 14 años supera 4 horas diarias en casi la mitad de los chicos, según mediciones internacionales. Y la pandemia aumentó 67% el promedio de tiempo frente a dispositivos. No podemos negar el problema, pero tampoco resolverlo con voluntarismo mágico”.
“Concientización masiva; formación para formadores (talleres con quienes están en contacto con chicos); y monitoreo y evaluación para ajustar políticas. Ni prohibicionismo inviable ni laissez-faire: empatía, datos y continuidad”, resumió Basso.
Promoción de derechos
En el cuarto bloque expuso la Defensoría provincial de Niños, Niñas y Adolescentes. En primer lugar, tomó la palabra el titular, Juan Cruz Giménez, señalando las atribuciones: “Somos un órgano no dependiente del Ejecutivo con acuerdo parlamentario. Nos ponemos a disposición para coordinar una mesa periódica y llevar esto al territorio, donde están las demandas”.
Y dejó un dato incómodo: “La provincia tiene desde 2006 una ley que prohíbe celulares en escuelas. Legislar para no cumplir es el peor escenario. Si hay reforma, que no salga de un escritorio: sin aplicabilidad, no le va a ir bien a nadie”.
Luego expusieron Judith Galetti y Soledad Martínez, a cargo del programa de riesgo digital. Galetti marcó la estrategia: “Promoción de derechos, atención de casos que aparecen en escuelas y monitoreo con una encuesta a adolescentes, niños, familias y docentes. No podemos legislar sin datos de cómo usan realmente las plataformas”.
Mientras que Martínez se concentró en juegos online y señales de alerta: “PlayStation, Xbox, Nintendo, celulares y PC: lo que importa no es la marca, sino si hay chat con desconocidos. Esa es la puerta de entrada a grooming, estafas y robo de datos. Padres y madres nos llegan convencidos de que les clonaron la tarjeta y eran compras dentro del juego: vidas, diamantes, pases de batalla. Hay que activar controles parentales, limitar la comunicación y escuchar con quién hablan —que no jueguen siempre con auriculares—”.
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Palabras con peso propio
La quinta expositora fue María del Valle Basail Buschiazzo, abogada especialista en familia y docente de la UNL: “Las palabras valen. ‘Desconectados para conectar’ habla de autopreservación. Alejarnos no es cruzada contra la tecnología; es tiempo diario de conexión cara a cara, uso responsable y límites. Exceso es abuso”, sostuvo.
Luego, enumeró consecuencias y bibliografía: “La Sociedad Argentina de Pediatría y la AAP recomiendan pantalla cero hasta los 2; nuevas investigaciones oftalmológicas y neurológicas corren el límite. Vemos fatiga ocular, cefaleas, irritabilidad, problemas de atención, ansiedad y depresión. Hay reportes de cataratas a los 3 años y glaucoma luego de los 7, y episodios de violencia cuando se ponen límites. En la adolescencia, la identidad se construye mirando a otros: si todo es virtual, aparece tolerancia cero a la frustración”.
Y remarcó las deudas normativas: “Desde 2006 tenemos la Ley 12.686 que prohíbe celulares en escuelas. Somos pioneros en la legislación, pero llevamos 19 años sin que esté reglamentada. Otras provincias (Neuquén, Salta) avanzaron con prohibiciones y criterios pedagógicos. Santa Fe debe actualizar, reglamentar y cuidar”.
Consumos digitales
El sexto orador, Gonzalo Juez, psicólogo y director terapéutico de la Asociación Civil Integral, apuntó: “La tecnología corre más rápido que nuestra capacidad de ayornarnos. En clínica, la ludopatía cambió: 80% de los casos que llegan son virtuales, concentrados en menores y jóvenes de 18 a 25 años. El patrón imita consumos de sustancias: dopamina, tolerancia, compulsión”.
En esa línea, definió un mecanismo central: “Los juegos aplican refuerzo intermitente: gratificaciones azarosas —cofres, premios, ‘loot’— no ligadas al esfuerzo. El sistema nervioso aprende que vale la pena seguir. A más tiempo en pantalla, más negocio del otro lado. Bonos, microtransacciones, ‘si cargas 2.000 te damos 3.500’: la sensación de ganancia es ficticia. La casa siempre gana; el chico no ve el truco”.
En su mapa de riesgos sumó publicidad 24/7, vulnerabilidad emocional, desensibilización y condiciones de una “tormenta perfecta para una catástrofe si no llegamos a tiempo. Prevención no es afiche en la calle: es club, escuela, barrio”, apuntó.
Celulares para educar
El séptimo orador fue Gonzalo Paye, trabajador social y presidente de la Asociación Civil La Casa Roja, con base en el norte santafesino. Su mapa de atención apunta a sectores populares con consumos, deserción escolar, violencias, hábitat precario y ruptura de lazo social.
En esa línea, marcó una "lista negra" de submercados digitales: “Apuestas, préstamos por WhatsApp, venta de cuentas de billeteras, estafas. No generalizamos, pero vemos uso abusivo en infancias sin regulación de contenidos”.
Contó que la organización trabaja con salud mental comunitaria, género y juventudes en dos sedes —La Casa Roja y Caracoles— con equipo interdisciplinario que trabaja en ampliar modos de acceso a tecnología con sentido. "Los pibes pasan horas en YouTube pero no pueden abrir una cuenta para cobrar una beca. Entonces enseñamos uso responsable: marketing digital, radio y podcast, sala de streaming; y conocimientos tecnológicos: impresión 3D, reparación de celulares, Arduino/robótica. Reciclamos equipos: cuatro PCs hoy funcionan con hardware recuperado”.
La otra mitad del plan es sociabilización: “Talleres, cultura, formación, ‘la ranchada’: lunes y viernes, de 18 a 24, cocinamos, comemos, jugamos. Sin celulares en ese rato. No es sólo decir no: es proponer experiencias que reconstruyen el vínculo”.
Escuelas para padres
El último orador, Vicente Bondi de la Asociación Civil Nazaret, que narró que lleva más de tres décadas de trabajo en prevención y se remontó a su primer caso de uso problemático de tecnología en 2003: “Un pibe jugador profesional de Counter Strike trabajaba en un ciber. La cocaína le permitía jugar 20 horas. Terminó su tratamiento y la única recaída no fue en drogas: volvió al ciber. Esa fue la alarma”.
Volviendo a la actualidad, su diagnóstico es más crudo: adolescentes con apuestas y deudas entre pares. “Fuimos a un colegio: un chico de 14 fue amenazado por otro de 16 porque le prestó $600.000 para apostar. El papá decía: ‘Sabía que apostaba, le iba bien…’. Necesitamos escuela para padres. Estamos tres mil años luz de lo que viven nuestros pibes”.
Bondi sumó una radiografía del “cassino en el living” a partir de videojuegos que configuran las cabezas de forma transaccional: "Por ejemplo el juego GTA tiene todo: violencia, drogas, prostitución, apuestas. Y los padres compran el juego a chicos de 10 o 12. Las microcompras se dan también en Fortnite, Clash Royale, FIFA, se pueden adquirir monedas, gemas, sobres. Premios aleatorios que alimentan ansiedad. Enseñamos que para ganar hay que poner plata desde los 8 años”.
También sostuvo que mantiene una “pelea” con el iPhone por la postal identitaria que genera: “La foto en el espejo tapando la cara, el inodoro de fondo, y el teléfono con la marca como protagonista. Pertenencia, likes, falsa aceptación. No es la marca: es cómo construyen identidad”.
En ese sentido, propuso una medida simple que tomaron en clubes y dieron resultados: “Propusimos dos horas sin teléfono antes de competir. Llegaron más conectados al equipo, no al último pasito de TikTok. La concentración mejoró notablemente y el juego fue mejor”.