Guerra entre Israel e Irán
El valor geopolítico del Estrecho de Ormuz

Iván Ambroggio
Históricamente se destinaron cantidades navegables de tinta para intentar entender la relación entre los seres humanos, el poder y los espacios. La geopolítica es el estudio de los efectos de la geografía humana y la geografía física sobre la política y las relaciones internacionales. El general Douglas MacArthur, un militar altamente condecorado de Estados Unidos, inmortalizó una frase: "No hay seguridad en esta Tierra; sólo hay oportunidades".
La escalada de tensiones entre Israel e Irán en Oriente Próximo, intensificada por los ataques israelíes del 13 de junio de 2025 contra instalaciones nucleares iraníes y líderes militares, posicionó al Estrecho de Ormuz en el centro de la atención mundial. Se trata de una arteria vital para el comercio energético global, que canaliza aproximadamente el 30% del petróleo transportado por mar y una quinta parte del gas natural licuado (GNL) global, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Su relevancia estratégica radica en su ubicación entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, conectando a productores clave como Arabia Saudí (también mencionada Arabia Saudita), Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak y Qatar con los mercados internacionales, especialmente en Asia.
Un cierre del estrecho -como amenazó Irán- podría disparar los precios del crudo y generar una crisis energética mundial. Su control estratégico recae en Irán, Omán y Emiratos Árabes Unidos, pero Irán tiene la capacidad militar para interrumpir el tráfico marítimo mediante misiles, drones o buques de guerra. Es crucial aclarar que Irán no es un Estado árabe. A diferencia de los países árabes de la región, como Arabia Saudí o Irak, Irán es una nación de etnia predominantemente persa, con una identidad cultural y lingüística distinta basada en el farsi y una historia imperial que se remonta al Imperio Persa.
Su población es mayoritariamente chiíta, en contraste con la mayoría sunita de los países árabes, lo que añade una dimensión religiosa a las tensiones regionales. Esta distinción étnica y religiosa refuerza la rivalidad de Irán con sus vecinos árabes y lo convierte en un actor geopolítico peculiar en la región. El choque armado entre Israel se remonta a una enemistad histórica, exacerbada por la Revolución Islámica de 1979, que transformó a Irán en una teocracia antiisraelí. Israel, respaldado por Estados Unidos, percibe el programa nuclear iraní como una amenaza existencial, lo que motivó los "ataques preventivos" del 13 de junio. Irán respondió con ataques de misiles y drones, intensificando el conflicto en Asia Occidental.
En materia de derecho internacional público, los "ataques preventivos" de Israel plantean serias preguntas. La Carta de las Naciones Unidas permite la legítima defensa bajo el Artículo 51, pero los ataques preventivos son controvertidos, ya que requieren evidencia clara de una amenaza inminente, algo que Israel justifica con el programa nuclear iraní. Sin embargo, los Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra prohíben explícitamente los ataques a civiles y a infraestructuras civiles, como la televisión pública iraní, que Israel atacó alegando "fines militares".
Estos ataques, junto con las advertencias de evacuación a civiles en Teherán, podrían violar el principio de distinción si no se toman medidas adecuadas para minimizar víctimas civiles. Para la opinión pública internacional resulta extraño que un Estado que posee armas nucleares bombardee a otro para evitar que desarrolle sus armas nucleares. Irán contraatacó y amenaza con represalias, lo que China respalda porque lo considera un derecho de autodefensa. Sin dudas esto podría escalar el conflicto.
Rusia y China, ambos con intereses estratégicos en Irán, podrían inclinar la balanza. Rusia es el mayor poseedor de armas nucleares junto a Estados Unidos, mantiene una alianza energética y militar con Irán, es el segundo mayor productor de gas natural y un competidor en el mercado energético. Ergo, una interrupción en Ormuz beneficiaría a Rusia al aumentar los precios del petróleo y el gas, fortaleciendo su economía frente a sanciones occidentales.
China, el principal comprador de petróleo iraní, depende del Estrecho para el 70% de sus importaciones energéticas desde el Golfo. Su respaldo al derecho de Irán a defenderse refleja su interés en mantener a Irán como un contrapeso a la influencia estadounidense en la región. Sin embargo, un cierre prolongado del estrecho perjudicaría al gigante asiático al disparar los costos energéticos y desestabilizar sus cadenas de suministro.
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Actualmente nueve países poseen armas nucleares: Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Irán, aunque no posee armas nucleares confirmadas, es sospechoso de avanzar en su programa nuclear. Una escalada que involucre a potencias nucleares podría tener consecuencias terroríficas, con daños peores que los que ocasionaron las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Mientras el mundo observa por televisión cómo los misiles toman el cielo por asalto, el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, le advirtió a Estados Unidos que si interviene militarmente contra su país sufrirá un daño irreparable, lo que potencia la tensión. En este contexto tan convulsionado es oportuno recordar las palabras del escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg: "Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto".
Particularidad
Para reducir el riesgo de colisión, los barcos que se mueven a través del Estrecho de Ormuz siguen el llamado Esquema de Separación de Tráfico (TSS, por su sigla en inglés): los buques entrantes usan un carril, los salientes usan otro; cada carril tiene un ancho de dos millas. Los carriles están separados por una "mediana" de dos millas de ancho, también conocida como isleta central o separador central
(*) Analista internacional especializado en la Universidad Nacional de Defensa de Washington. Docente de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.