En Chapuy se agota la disponibilidad de terrenos por la alta demanda
En la puerta de la gomería que el mismo atiende por las tardes, el presidente comunal de Chapuy, Jorge “Porpi” Marmirolli piensa en todo lo que viene haciendo en los últimos tiempos y se ilusiona con alcanzar más: “Cuando yo ingresé a la Comuna éramos apenas 450 habitantes. Pasaron 24 años y hoy superamos los mil. Estábamos resignados a desaparecer”.
El hombre, que está al frente del gobierno local desde 1997 representando a la Democracia Progresista (PDP), no deja de atender consultas telefónicas que le llegan de toda la región de personas que quieren mudarse a esa comunidad ubicada en cercanías del cruce de las rutas 90 y 8: “Es un pueblo chico, pero tranquilo. Mucha gente está viniendo de afuera a instalarse, sobre todo de Venado Tuerto por la cercanía (32 kilómetros) y seguridad. Lo miran por el lado de criar a sus hijos principalmente o por las fuentes de trabajo”, cuenta a Sur 24.
Marmirolli, dice que casualmente terminó de vender las últimas parcelas disponibles en un loteo de 60 terrenos. “Ya no queda ninguno que sea comunal. Aparte tuvimos que reservarnos algunos para hacer cerca de 40 casas por planes provinciales”, asegura.
“Cuando yo llegué a la Comuna literalmente no había nada. Ni la basura se levantaba. Era puro monte. Arranqué con el tema vivienda y ya llevo más de 100 hechas. No había asfalto y hoy está casi el 70 % del pueblo con hormigón. Queremos llegar al 100 % de pavimento antes de fin de año”, describe.
Es que del total de calles, le quedan solo dos cuadras largas (de 250 metros) y cuatro más que la cruzan (de 100 metros) para decir oficialmente que no quedan trayectos de tierra en la zona urbana de Chapuy. “Se nos rompió la motoniveladora con la que trabajamos, sino ya hubiésemos avanzado con más calles terminadas”, agrega.
Arremangarse y hacer
Sobran los testimonios y los registros que dan fe que Marmirolli no le escapa al trabajo. Es una postal común verlo con la pala en la mano, manejando camiones, tractores y también usando el nivel y la regla: “Por ejemplo cuando hacemos calles, los fondos no alcanzan para todo y nosotros hacemos nuestra parte. Compramos las herramientas. Yo coloco los moldes, nivelo. Con otros chicos descargo el camión y ellos pasan la regla”.
De hecho, una de sus primeras acciones en 1997 fue encarar por su propia cuenta obras de mejorado: “No había ni cordón cuneta y lo hice yo. Era un lugar de muchas zanjas. Dimos vuelta esa parte de la historia”.
Hace poco, completaron la refacción total del edificio comunal, el cementerio y la Comisaria: “Siempre estamos haciendo algo. Trabajando y dando mucha mano de obra en tema de albañilería, que es fundamental”, aclara.
“Yo veía que los pueblos de alrededor avanzaban y nosotros siempre nos quedábamos quietos. Me vieron que trabajaba y andaba inquieto en las comisiones de las instituciones. Me empezaron a preguntar si quería participar en política hasta que un día cayó Gabriel Real (hoy diputado provincial). Yo no sabía nada, él me hizo los papeles y arranque”.
Los que se quedan
Una de las cosas que rescata “Popi” es que los jóvenes que terminan el colegio secundario, se quedan en el pueblo y no se van a otras localidades. El futuro, lo encuentran ahí mismo. “Si bien tenemos un distrito chico (14 mil hectáreas aproximadamente) tengo muchas empresas grandes vinculadas al agro, planta de silos, criadero de cerdos y el ferrocarril donde los estudiantes se insertan enseguida laboralmente. Nosotros les facilitamos el acceso a la vivienda y entonces se instalan para hacer su vida”, valora.
“Estamos bien. Hay trabajo –N. de la R: dentro de personal comunal, solo 3 son eventuales; el resto forman parte de la planta en blanco o tienen contrato-. Estamos rodeado de rutas y a corta distancia de los principales lugares. Podemos ir donde queremos, pero siempre volvemos”, reflexiona.
Nestor Fenoglio / Pablo Rodriguez (Sur 24)