Rutas sin mantenimiento básico
Enrico lamenta el cierre de Vialidad Nacional y la falta de "un plan de trabajo"

Para el ministro de Obras Públicas de Santa Fe hay "improvisación" en la medida tomada por la Casa Rosada.
Por Luis Rodrigo
"Esto es el retiro del Estado Nacional de cualquier tipo de intervención, sea por alguna reparación por administración o por licitaciones o algún contrato de mantenimiento, como veníamos viendo en este último año y medio", dijo el ministro de Obras Públicas de la Provincia de Santa Fe, Lisandro Enrico que no dudó en afirmar que al cierre de la Dirección Nacional de Vialidad le sigue "la nada". Para el funcionario santafesino se advierte cierta "improvisación" en la medida tomada por la Casa Rosada y la "ausencia de un plan" para las consecuencias de la disolución del organismo al que le formuló fuertes críticas. "Se necesitaba hacerle fuertes reformas", dijo.
El responsable de la inversión en infraestructura en la provincia de Santa Fe (que este año destina 1.500 millones de dólares en materia vial, hidráulica y de saneamiento) dijo que para los santafesinos hay una mala noticia con lo ocurrido. "Nos genera mucha preocupación esta novedad por el estado en que ya están las rutas y el que van a tener en lo sucesivo. Porque ya hay una alta peligrosidad para el tránsito en todas las rutas nacionales que se encuentran en la provincia y no está claro qué va a suceder con ellas en el futuro", subrayó.
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"Acá no vemos que exista un plan de trabajo, no hay claridad sobre quién va a asumir la responsabilidad de mantener al menos en lo básico las rutas. La lectura de los decretos y las disposiciones que conocemos de transferir los bienes y los empleados a la órbita del Ministerio de Economía no nos da certezas. Hay mucha improvisación", resumió.
Interpretó en términos políticos lo sucedido como "el corrimiento por completo de una responsabilidad del Estado Nacional, de una de sus obligaciones por las que además se siguen pagando impuestos con los combustibles", advirtió.
"Aquí se cierra un organismo nacional que tenía serias falencias, sin dudas graves problemas y al que había que hacerle modificaciones pero ahora estamos ante la disolución y luego la nada", dijo Enrico.
Ante otra consulta, el funcionario puso en duda que Economía pueda ser un encargado eficaz para suplir las funciones actuales de la DNV, "es algo que no tiene sentido", explicó por la especificidad de lo que requieren los problemas viales. Y lo mismo para los controles viales en rutas: "que los haga una fuerza de seguridad es un despropósito... y lamentablemente no hay más definiciones que esas", expresó.

La ex DNV bajo clima de velorio
Hace años que en Vialidad Nacional, como en casi todos los organismos públicos, los mapas gigantes firmados por peritos cartógrafos -muchas veces pintado en telas- tienen un valor más decorativo que práctico. Ya no se los consulta pero aún se los disfruta sobre las paredes de los enormes corredores o, como en el 7mo Distrito Santa Fe, a espaldas del despacho más importante del edificio ubicado en 27 de Febrero 2199.
A la silueta de la bota santafesina y la presencia vial nacional en la provincia la han visto infinidad de veces los periodistas que algunas vez fueron a cubrir alguna licitación (en otros tiempos) o recibir alguna explicación sobre la situación de tal o cual camino, o la estabilidad de un puente. Sí, lo que pasó recientemente con la estabilidad del Carretero Santa Fe-Santo Tomé que precipitó la decisión de Santa Fe de construir otro a su lado fue el último gran tema de la DNV en Santa Fe, recuerdan los cronistas cuando piensan en los efectos locales de la decisión nacional, aplicada en las últimas horas de la Ley Bases, cuando parecía que no iba a pasar: nada de reformas, en efecto, fue "Obras Públicas, ¡afuera!".
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Hay llantos entre las empleadas que tienen solo contratos desde hace demasiados años, lágrimas contenidas entre ingenieros de más de 20 años de trayectoria en el 7mo Distrito que tuvieron en sus manos años atrás obras como la nueva autopista Rosario-Córdoba o hasta hace poco la transformación en autovía de la ruta 34 que inexplicablemente no recibió más fondos y no se puede usar pese a su estado de avance.
Algunos de los empleados de carrera de la línea técnica contaron un día antes con un borrador sobre lo que se publicó finalmente hoy en el Boletín Oficial, que les pasaron del Distrito 1 por Whatsapp, porque dentro del Estado tarde o temprano todo se sabe, anticiparon el malestar general que este martes se describe como un velorio.
Lo que mas les duele a los viales, además del cierre, es que anoche se los haya llamado "ñoquis" o "militantes políticos" por televisión desde la cumbre del poder en la ciudad de Buenos Aires. Muchos de los insultados dejaron sus vidas en su trabajo y eligieron ser parte de Vialidad Nacional. Hay incluso tradiciones familiares que aquí han terminado y que se iniciaron hace casi cien años, en la década del '30. La realidad es que Vialidad Nacional es muy anterior al populismo o las causas por corrupción.
Los insultos duelen más cuando las decisiones no se toman aquí. Y cuando recuerdan compañeros de trabajo que ya no están o que incluso enfermaron o murieron en accidentes viales, yendo a donde había que ir.
Entre los que se sienten noqueados por la noticia están también quienes votaron por el actual gobierno nacional y hasta hoy creyeron que no sucedería. Hoy reciben los reproches de sus pares, sobre la avenida 27 de Febrero, afuera del lugar de trabajo y a los gritos. Adentro manda el silencio mortuorio, y se hacen asambleas a puertas cerradas.
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Hoy solo recibe dudas e incertidumbre el bello y enorme escritorio de cedro cubierto con un vidrio grueso que tantas veces soportó los codos, los lentes, las manos quietas y hasta algún tamborileo de fastidio sobre la mesa de cuantos dirigentes santafesinos fueron, alguna vez, a hacerle algún reclamo a la DNV. Desde entidades rurales y de la producción del ámbito privado a funcionarios públicos de toda jerarquía. El edificio es difícil de olvidar, con su frente en piedra tallada y tantos materiales nobles en su interior parecía indestructible la DNV.
En el despacho más importante de 27 de Febrero 2199, sobre todo en los últimos diez años, se debieron dar demasiadas explicaciones sobre obras postergadas, repavimentaciones que no se hicieron y baches que no se taparon. Hasta allí fueron legisladores, intendentes y ministros del área de obras públicas de la provincia a expresar su preocupación por el mal estado de las rutas nacionales en Santa Fe. La década fue de decadencia, pero el último año y medio el ahogo presupuestario fue total.
Cualquiera que algo sepa del tema vial habrá advertido que las pocas reparaciones de los baches que se hacían han durado muy poco. Es porque en los últimos meses se hacían solo fresados (cortar el sobrante de las deformaciones del asfalto) y emulsión, un aglutinante que no puede reemplazar al asfalto en caliente. No había más, solo agujeros en el pavimento. Y ninguna intención por mejorar a ese organismo.
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Hoy las líneas azules que representan las rutas nacionales que surcan Santa Fe, varias con eje en Buenos Aires, como tantos elementos de la sede, les hablan a los viales. Desde los mapas que decoran ambientes revestidos con paneles de maderas, los invaden la RN19 a Córdoba que terminó por convertir en autovía la provincia de Santa Fe sin ninguna compensación (entre el último gobierno del justicialista Jorge Obeid y el primero del Frente Progresista de Hermes Binner); la 168, a Entre Ríos que se reparó antes de 2015 y llega al Túnel que tuvieron que hacer ambos Estados provinciales hace más de medio siglo porque la Nación no invertía; y las 178, 7, 8 y 9 de la zona sur de Santa Fe a Buenos Aires que, años atrás, se cuidaban con celo envidiable. Algo les dice hoy a cada empleado de la DNV alguna una de esas rutas nacionales. La 11, la 34 y la 95 que van a los confines del norte del país que empieza en el norte de Santa Fe y tienen niveles de tránsito imposibles de ser atractivas para un inversor privado. O las más transitadas (y apetecibles para los peajes) de la concentración en los puertos del sur y las que circunvalan Rosario y Santa Fe.
La sensación es que desde hoy los mapas, aún los hechos de modo artesanal, ya no dan certezas sobre donde pueden comenzar y donde eventualmente terminar las cosas.