Transformar dolor en oportunidad
Federico Longobardi: “El arbitraje me devolvió al rugby cuando pensé que ya no tenía lugar”

El venadense debutó como árbitro internacional y compartió su recorrido, desde sus comienzos como jugador juvenil, hasta convertirse en uno de los jueces emergentes del rugby argentino.
Federico Longobardi encontró en el arbitraje la posibilidad de seguir vinculado a su pasión por el rugby, después de una lesión que lo obligó a dejar de jugar a los 19 años. Lo que comenzó como una salida para no alejarse del deporte, terminó convirtiéndose en una carrera prometedora que hoy lo proyecta a nivel internacional.
Una lesión que cambió el rumbo
“Jugué al rugby desde los 9 o 10 años hasta los 19, cuando me vine a estudiar a Rosario”, recuerda. Ese primer año universitario, se operó el hombro por una luxación recurrente. “El médico me dijo que estaba bien, pero que podía volver a salirse. La recuperación me costó mucho, así que decidí dejar de jugar”.
En medio del alejamiento del deporte y sin demasiadas actividades más allá del estudio, un amigo le comentó sobre un curso de arbitraje. "La propuesta tenía una parte virtual y otra práctica, que se realizó en el hipódromo rosarino. Así arranqué y mi primer partido fue una M13 entre Jockey de Venado y Los Pampas de Rufino”.

Primeros pasos y desafíos
“Darme cuenta que estaba sin hacer nada, alejado del club y del rugby fue duro. También costó sacarse el chip de jugador y entender que como árbitro uno debe ubicarse para no interferir en el juego. Pero con el tiempo te vas acostumbrando”, explica.
A pesar de su nuevo rol, nunca perdió el vínculo con el club: “Sigo yendo cuando puedo, me doy una vuelta, me tomo unos mates. Además, muchos de mis amigos siguen jugando en Primera”.
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De Venado al mundo
Su primer partido oficial de Primera División fue en 2021, entre Paraná Rowing y Provincial de Rosario. Desde entonces, el camino no paró de crecer. “He estado en finales del Torneo del Interior como asistente, partidos de cuartos de final como árbitro, y el año pasado debuté en la URBA con Regatas de Bella Vista contra Newman”, repasa.

Pero hay dos momentos que guarda como inolvidables. “Una vez fui cuarto árbitro en un partido entre Los Pumas y Australia, en San Juan. Los Pumas le metieron más de 50 puntos, fue impresionante. Estar en una cancha llena, con los himnos, los jugadores, fue una locura”. Y el otro: “Estuve como asistente en la final del Nacional de Clubes del año pasado entre Tucumán Lawn Tennis y Alumni. Fue un partidazo, con jugadores como Nico Sánchez y Rete González Iglesias”.
También participó del Super Rugby Américas y estuvo en el Seven de la República, sumando experiencia como asistente en distintos encuentros. Su reciente debut internacional fue en un partido del seleccionado femenino entre Colombia y Brasil.

El ascenso soñado, desde la distancia
A pesar de no poder dirigir al plantel superior del Jockey Club de Venado Tuerto por razones de imparcialidad —“cuando se trata de plantel superior siempre tiene que haber un árbitro imparcial, por eso no puedo dirigir a Venado”—, Federico no se aleja emocionalmente del equipo. Y eso quedó en evidencia el día del histórico ascenso al Top 9 del Torneo Regional del Litoral.
“Era algo que tarde o temprano iba a llegar, como veníamos diciendo. Justo ese fin de semana estaba arbitrando un partido por el Torneo del Interior en Tucumán, así que no pude verlo en vivo, pero lo seguí por YouTube. Cuando se dio el pitazo final me puse súper contento, incluso me emocioné”, confiesa.
“Tengo muchísimos amigos en el club, mucha gente conocida, mi viejo fue jugador y entrenador… es toda una vida adentro del club. Coronarlo con el ascenso fue algo hermoso. Siempre les hago el chiste de que me dejaron sin la posibilidad de dirigir un partido del TRL por fecha”, agregó.

El sueño: llegar lejos
Longobardi no oculta sus aspiraciones: “Mi sueño es establecerme en el plano internacional. Todo el mundo piensa en un Mundial, pero también me encantaría dirigir algún partido de ventanas internacionales o del Seis Naciones. Sería algo increíble”.
En ese camino que comenzó como una manera de mantenerse cerca del rugby, Federico encontró una verdadera vocación. “El arbitraje me devolvió al rugby cuando pensé que ya no tenía lugar”, resume.
