Buenos Aires
Gustavo Grabia: el expediente, la calle y el periodismo que vuelve al origen
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El periodista participó del 20° Congreso Internacional de Fopea y compartió una mirada crítica sobre la práctica actual del oficio, especialmente en el periodismo judicial. “Hay causas que te marcan para siempre”, dijo, al tiempo que reivindicó la necesidad de volver al territorio, escuchar a las fuentes y asumir responsabilidad al narrar casos sensibles.
(Por María José Valdéz e Ilenana Hotschewer) - El 20° Congreso Internacional de Fopea fue un punto de encuentro para pensar el periodismo en tiempos de hiperconexión, automatización y producción acelerada de contenidos. Entre las charlas más comentadas estuvo la que compartieron Gustavo Grabia e Hernán Lascano, bajo el eje “De la política al estrado: el expediente como noticia”.
Después de su exposición, Grabia conversó con este medio y profundizó sobre la relación entre el periodismo judicial y el territorio. Su mirada fue directa: “Se ha perdido la costumbre de salir a la calle a buscar la noticia”.
Grabia no se refiere solamente a ir a juzgados, comisarías o fiscalías. Para él, la calle es el espacio donde los hechos adquieren textura, contexto y humanidad. Es el lugar donde la información deja de ser archivo y vuelve a ser experiencia.
“Estamos acostumbrados a la virtualidad y al mensaje por whatsapp. Pero ir al lugar de los hechos cambia completamente la mirada”, señaló.
“Preocúpate cuando me veas siete horas adentro de la redacción”
Durante la charla, Grabia recordó una anécdota de sus primeros años en Clarín, que sintetiza su concepción del oficio.
“Cuando pusieron la tarjeta de entrada, me decían que estaba poco en la redacción”, contó. “Un día el director me llamó y me dijo que no estaba cumpliendo las siete horas. Y yo le contesté: preocúpate cuando me veas siete horas acá adentro. Porque eso significa que no voy a traerte ninguna nota de verdad”.
Grabia destacó la importancia de “volver a la calle” como práctica profesional.
Para Grabia, el riesgo de producir periodismo desde la comodidad de la pantalla es evidente: la información se vuelve repetición, y la agenda se uniforma. “Si estoy sentado mirando lo que pasa en la televisión o en redes, voy a terminar contando lo mismo que cuentan otros”, dijo.
El expediente y sus múltiples voces
El periodismo judicial carga con el mito de que la información se encuentra únicamente en manos de jueces y fiscales. Grabia desarma esa idea: “La fuente no es solo quien lleva la causa. El expediente lo ven muchas personas. Hay abogados, defensores, investigadores, empleados. El acceso es más amplio de lo que se cree”.
Sin embargo, también advierte sobre los límites éticos. “Cuando una causa está bajo secreto de sumario, solo la conocen el fiscal y el juez. Y ahí es donde entra la responsabilidad del periodista. Aunque uno tenga información, debe preguntarse si publicarla entorpece la investigación o afecta a víctimas”.
La noción de responsabilidad aparece como un tema central. No se trata solo de contar. Se trata de comprender la dimensión del daño posible. “No todo lo que se sabe debe publicarse. Ese límite lo define el criterio, y el criterio se construye con experiencia”.
El impacto emocional detrás de las causas
Grabia lleva años investigando episodios vinculados a barras bravas y violencia en el fútbol argentino. Es autor de libros que se han convertido en referencia para entender este fenómeno social y cultural. Pero, aun con trayectoria, reconoce que hay casos que lo marcaron.
“No está bien decir que uno le toma cariño a una causa, pero pasa. Sobre todo cuando la víctima no tenía nada que ver con lo que ocurrió. Cuando alguien muere porque estaba cerca, porque pasaba por ahí. En esos casos, el vínculo con la familia te cambia”.
Esa conexión, dice, también moldea la escritura. La precisión se vuelve una forma de respeto. La distancia entre investigación y empatía se vuelve delgada. Y la humanidad debe pesar más que la primicia.
Violencia en el fútbol: una trama de complicidades
El reciente episodio violento ocurrido en el partido entre Independiente y la selección de Chile volvió a abrir la conversación sobre el rol de las barras y la cultura futbolera.
Para Grabia, nada ocurre de manera espontánea. “Para que algo así pase, se tienen que conectar varias redes neurales. Y ese día se conectaron todas mal”.
El panel abordó la relación entre el expediente judicial, las fuentes y la responsabilidad periodística.
Explicó que todo comenzó con la provocación desde la tribuna visitante, pero la respuesta escaló a niveles extremos por la interacción entre distintos actores: hinchas, barras, fuerzas de seguridad y autoridades del estadio.
“No fue solo la barra. Parte del estadio alentó que fueran a enfrentarse. Y después hubo facilidades internas para que eso sucediera. Hubo puertas que se abrieron. Hubo policías que miraron hacia otro lado”.
Grabia sostiene que la violencia en el fútbol persiste porque es un fenómeno culturalmente aceptado. “No hablo de todos, pero sí de buena parte del hincha argentino, que cree que la barra ‘defiende los colores’. Está metido en el imaginario”.
Por eso, modificar esa lógica requiere más que reforzar controles. Requiere discutir el sentido mismo de pertenencia y rivalidad en el fútbol.

