Conmemoración local a 43 años del ataque al crucero argentino
Homenaje en Venado Tuerto a los héroes del ARA General Belgrano
Veteranos de guerra, autoridades municipales, directivos de UTN y vecinos se reunieron frente a la Facultad Regional para rendir tributo a los caídos del crucero Belgrano, con testimonios que reivindicaron la memoria, la soberanía y la continuidad de la causa Malvinas.
El Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Venado Tuerto y la Unión de Veteranos de Guerra del Sur de Santa Fe impulsaron un emotivo acto en conmemoración del 43° aniversario del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, en zona de exclusión, por parte de un submarino británico durante la Guerra de Malvinas.
Fue la primera vez que el homenaje se realizó de forma local, con una clara intención de convertir el 2 de mayo en una fecha trascendente dentro de la memoria colectiva venadense.
El acto se desarrolló frente a la sede de la Facultad Regional Venado Tuerto de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), en avenida Laprida 651, comenzando a las 16.02, hora exacta del impacto del primer torpedo contra el crucero. Participaron el intendente Leonel Chiarella; el decano anfitrión Jorge Rena; representantes de las agrupaciones de excombatientes; la secretaria de Territorialidad y Desarrollo Cultural, Miriam Carabajal; el segundo comandante Roberto Bordín, jefe de sección de Seguridad Vial Venado Tuerto; y la secretaria de Cultura y Extensión Universitaria de UTN, Yesica Arán, acompañada de la secretaria académica Mara Papa.
La locutora María José Macías abrió la ceremonia con una breve contextualización histórica: “El 16 de abril de 1982, el ARA General Belgrano zarpó desde la base naval Puerto Belgrano con 1.093 tripulantes. Lo hicieron en medio de la incertidumbre, pero con la convicción de defender la patria”. Relató que el buque fue atacado el 2 de mayo por el submarino nuclear HMS Conqueror, primero en la sala de máquinas y luego en la proa, provocando su hundimiento.
Tras un minuto de silencio, el maestro Ezequiel Fernández interpretó el toque de silencio en trompeta.
Luego se sucedieron los discursos alusivos, la colocación de la ofrenda floral a los Héroes del ARA General Belgrano y, como cierre formal, se entonaron la Marcha San Lorenzo y, poco después, la Marcha de las Malvinas.
Antes de la despedida, Macías agradeció la donación de una bandera de ceremonias por parte de los Veteranos de Guerra, la cual flameará permanentemente en el mástil del monumento en la sede de la UTN, comprometiéndose a que cada 2 de mayo se mantenga este homenaje.
Rubíes valoró el nuevo “mojón de soberanía”
En el marco del homenaje local a los Héroes del Crucero ARA General Belgrano, el presidente de la Unión de Veteranos de Guerra del Sur de Santa Fe, Ricardo Rubíes, ofreció un discurso destacando la importancia de recordar a los verdaderos protagonistas de aquel 2 de mayo de 1982: los 323 héroes que perdieron la vida en el Atlántico Sur.
“Este es un acto humilde, pero muy sincero”, comenzó diciendo Rubíes y añadió: “Más que recordar a un barco, yo creo que tenemos que recordar a todos esos héroes que dieron la vida por nuestra patria”.
Durante su intervención, hizo una mención especial a Guillermo Moreira, vecino de Venado Tuerto que vive actualmente en Tierra del Fuego. “Guillermo vio partir al Belgrano hacia la eternidad”, contó Rubíes. Con profunda emoción, relató que Moreira, junto a su esposa, pintó la bandera que flameó en el acto, y que él mismo expresó: “Es un orgullo para mí estar con ustedes, que ustedes me den esta oportunidad”. Rubíes agradeció públicamente su gesto: “Gracias de corazón a Guillermo Moreira, hombre de la Marina y de esta ciudad”.
En otro tramo de su discurso, el presidente de la agrupación explicó por qué este año decidieron realizar el acto en Venado Tuerto y no en San Cristóbal, como es habitual. “De Santa Fe hacia el norte fueron muchos marineros a embarcarse, por eso la mayoría de los caídos del Belgrano son del norte provincial. Pero nos preguntamos: ¿por qué hacer tantos kilómetros para homenajearlos, si aquí en Venado ya existe un monumento, un mojón de soberanía?”
Contó que, al conversar con las autoridades de la UTN, “todos se prendieron a la idea de hacer algo acá, y que sea para todos los años”. Recalcó que el 2 de mayo no es una fecha oficial, pero su coincidencia con un feriado puente permitió realizar el acto y sentar un precedente para que se convierta en una fecha conmemorativa sostenida desde la comunidad.
También hizo referencia a Gendarmería Nacional, destacando que en esta región es la única fuerza presente que participó del conflicto en Malvinas, ya que no hay unidades locales del Ejército, la Armada ni la Fuerza Aérea. “Hablamos con el jefe de Gendarmería y nos prometimos -y quizás podamos comprometer también al intendente- a hacer un monumento antes de fin de año en el predio de la fuerza, junto a la ruta”, adelantó.
Ese nuevo “mojón de soberanía” representaría a los caídos de Gendarmería, que según mencionó, fueron alrededor de 10. “Cada uno de estos gestos, cada una de estas acciones, son mojones que nos hacen bien, que nos acercan, que nos ayudan a sanar y a recordar”, reflexionó.
Finalmente, Rubíes cerró su discurso con un mensaje claro: “Nuestros héroes del Belgrano son la mitad de los caídos de la guerra. Es muy importante la cantidad de héroes que tenemos en el fondo del mar. Ojalá que descansen en paz”.
Custodios en el fondo del mar
En uno de los momentos más emotivos del acto por el 43° aniversario del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, el presidente del Centro de Veteranos de Guerra de Malvinas de Venado Tuerto, Miguel Vega, brindó un sentido testimonio cargado de memoria, dolor y compromiso con la causa.
Con voz firme pero emocionada, comenzó agradeciendo a la Universidad Tecnológica Nacional, anfitriona del homenaje, por facilitar el encuentro y permitir recordar a “los 323 héroes que quedaron en el fondo del mar”. Su testimonio fue profundamente personal: fue protagonista directo de aquella tragedia, ya que integraba el grupo de tareas que acompañaba al crucero, navegando a bordo del destructor ARA Piedrabuena, junto al ARA Bouchard.
“Teníamos una misión concreta: cruzar desde el continente hacia las Malvinas”, explicó. El grupo zarpó desde Ushuaia, tras reabastecerse, y recibió la orden esperada: poner proa hacia las islas. “Fue un momento de emoción. Sentíamos que íbamos a cumplir con nuestro deber de defender la soberanía. El 1 de mayo ya estábamos en la zona de exclusión”, recordó.
Pero el 2 de mayo de 1982, mientras la flota argentina intentaba alejarse del conflicto para evitar un enfrentamiento desigual, se produjo el ataque. “Avistamos naves y aviones enemigos, y desde el buque insignia ordenaron salir de la zona. Éramos tres barcos frente a toda su flota”, explicó Vega. Sin embargo, el submarino nuclear británico HMS Conqueror ya tenía al Belgrano en la mira.
“A las 16 horas, el primer torpedo dio en la sala de máquinas. El segundo impactó en la proa. El barco comenzó a escorarse. El comandante ordenó el abandono. Fue inminente. Sabíamos que no había vuelta atrás”, relató con crudeza. Mientras el buque insignia comenzaba a hundirse lentamente, caía la noche en el Atlántico Sur. “En el sur, amanece a las 9 y oscurece a las 5. Cuando el Belgrano desapareció de la superficie, no se vio más nada. Solo la inmensidad del mar y el silencio. Fue una noche de incertidumbre total”.
Durante horas buscaron sin descanso. Nadie sabía cuántos habían sobrevivido. No había señales, ni balsas, ni cuerpos a la vista. Solo la oscuridad. “Fue una espera helada y angustiante”, resumió.
Al día siguiente, con la luz del amanecer del 3 de mayo, un avión divisó las primeras balsas salvavidas flotando a la deriva. “Tenían techos naranjas y gomas negras. Nos ordenaron ir al rescate”, contó Vega. Y entonces comenzó una de las operaciones más duras que vivió: “La primera balsa que subimos traía heridos llenos de combustible, fracturados, con hipotermia. Nos decían ‘gracias, hermano’, nos abrazaban como podían”.
El mar no ayudaba. Con olas de entre 4 y 5 metros, las balsas golpeaban contra el casco del barco, se volcaban, y los hombres volvían a caer al agua. “Fue un rescate brutal. No sabíamos si los que subíamos estaban vivos. Solo los agarrábamos como podíamos. Levantamos cerca de 300 hombres. Algunos ya estaban sin vida”.
La situación a bordo del ARA Piedrabuena era desesperante. “No teníamos comida, ni agua, ni medicamentos. La cubierta estaba llena de sangre. Los heridos gritaban de dolor. No había cómo atenderlos”, recordó. A pesar de todo, la tripulación no se detuvo. Continuaron el rescate hasta el límite de sus posibilidades. Y luego, con la amenaza de un nuevo ataque aún latente, pusieron rumbo a Ushuaia. “Éramos lentos, íbamos cargados de heridos. Pero teníamos que llevarlos a tierra”, sostuvo.
Miguel Vega cerró su testimonio con una reflexión cargada de memoria activa:
“Todo lo hicimos con amor y con las últimas fuerzas que nos quedaban. No dormíamos hacía días. Pero había que salvar a nuestros compañeros. Los 323 que no volvieron están allí, en el fondo del mar. Por eso no los olvidemos nunca. La gesta de Malvinas también se libró en el océano”.
Jorge Rena: “Malvinas es Argentina”
Durante su intervención en el acto del 2 de mayo, el decano de la UTN Venado Tuerto, Jorge Rena, ofreció un discurso que combinó historia, reflexión y un firme compromiso con la causa Malvinas. Comenzó recordando el origen de la disputa territorial: la ocupación británica de las islas en 1833, que implicó la expulsión de las autoridades argentinas y parte de la población que allí residía. “Desde entonces -señaló- se inició una herida abierta en nuestra soberanía que permanece hasta hoy”.
Rena subrayó que la motivación del Reino Unido fue eminentemente estratégica: instalar una base naval en el Atlántico Sur, como parte de su lógica imperial de expansión y control marítimo. “Los imperios -dijo- se apropian de lo ajeno por la fuerza cuando no lo logran por otros medios. Y muchas veces lo hacen con el apoyo de cipayos, esos que desde dentro de nuestros países terminan colaborando con el invasor”.
Al referirse al conflicto bélico de 1982, destacó el sacrificio de los 649 soldados argentinos que dieron su vida en defensa de la patria, e hizo una comparación con los 255 británicos caídos, muchos de los cuales, subrayó, “ni siquiera eran ingleses, sino soldados a sueldo, combatientes de distintas nacionalidades contratados para cumplir una misión imperial”. En ese contraste, reafirmó con énfasis: “Los nuestros eran todos soldados, eran todos patriotas, tenían todos la bandera argentina en el corazón”.
Más adelante, el decano también puso el foco en un drama silencioso: los veteranos que fallecieron después de la guerra, muchos de ellos por suicidio. “En 2011, el adjunto al Defensor del Pueblo de la Nación reconoció oficialmente que el número de veteranos fallecidos tras el conflicto era comparable al de los muertos en combate”, señaló. Remarcó que la mayoría de esos jóvenes soldados eran conscriptos, chicos que habían hecho el servicio militar obligatorio y que, en muchos casos, no recibieron contención del Estado al regresar.
Rena detalló que durante el conflicto participaron más de 23.000 combatientes argentinos, incluyendo Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Gendarmería y Prefectura, y celebró la presencia de representantes de Gendarmería en el acto: “También lucharon, también pusieron el cuerpo, también tienen sus héroes”.
Sobre el hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, recordó que fue el ataque más letal para las fuerzas argentinas: 323 marinos murieron entre los 1.093 tripulantes, en un ataque que se produjo fuera de la zona de exclusión establecida por los británicos. “Ese ataque -reafirmó- debió haber sido juzgado como un crimen de guerra. Pero lamentablemente, desde nuestro país no se impulsaron con firmeza las acciones necesarias para que así fuera. Y lo que nuestros representantes no reclamen, no defiendan, no exijan... no significa que nosotros lo olvidemos”.
En el cierre de su discurso, reafirmó con emoción que la causa Malvinas es una bandera que no se abandona: “Malvinas es Argentina. Malvinas es Venado Tuerto. Malvinas es esta universidad. Es parte de nuestra vida, de nuestra historia, de nuestros padres, nuestros hijos y nuestros nietos. Y sobre todo, es ustedes, que pusieron el cuerpo. Gracias por tanto”, concluyó.
Chiarella y el coraje de seguir malvinizando
Para finalizar, el intendente Leonel Chiarella expresó su gratitud a los presentes y, en especial, a los veteranos, destacando que el 2 de mayo debe ser una fecha construida desde la comunidad, más allá del calendario oficial. Afirmó que este tipo de actos son expresiones de coraje, no solo por parte de los organizadores, sino también de los excombatientes que siguen compartiendo su historia.
En primer lugar, agradeció la presencia de las autoridades, de los representantes de las agrupaciones de veteranos y en especial del representante de Gendarmería Nacional, con quien -adelantó- se está trabajando para concretar un monumento en homenaje a los caídos en Malvinas, que se instalará en el predio que la fuerza tiene en la ciudad. “Será un nuevo mojón, un símbolo más de soberanía, de memoria y de compromiso con nuestra historia”, expresó.
A continuación, reflexionó sobre la importancia de fechas como el 2 de mayo, que si bien no están incluidas en el calendario oficial, se construyen con la fuerza de la voluntad popular. “Hay fechas que nacen por decreto, pero hay otras que nacen en la memoria del pueblo. Y es ahí donde se hacen eternas”, señaló.
Valoró especialmente el trabajo de las agrupaciones de veteranos por haber impulsado este acto local, que consideró como un acto de coraje. “Lo que ustedes hacen hoy, lo que hicieron al estar acá, al tomar la decisión de construir esta fecha en Venado Tuerto, es un acto de coraje. El mismo coraje con el que fueron a la guerra. Y eso no se hereda, eso se honra y se sostiene en el tiempo”, dijo.
El intendente mencionó que escuchar los testimonios de Ricardo Rubíes y Miguel Vega no solo genera conmoción en quienes los oyen, sino que también significa un esfuerzo emocional enorme para los propios veteranos, que deben revivir escenas dolorosas y momentos imborrables. “Podrían estar en otra ciudad, participando de otros actos, o incluso preservando ese dolor en la intimidad. Pero eligieron estar acá. Eligieron compartirlo con nosotros. Y eso también es una forma de hacer patria”, remarcó.
Subrayó que este tipo de iniciativas no deben quedar solo en el plano de lo simbólico. “Nosotros, como autoridades, tenemos la responsabilidad de acompañar, de institucionalizar estos homenajes, de transformarlos en políticas, en acciones concretas que respalden la memoria y el legado de Malvinas”, expresó.
En ese sentido, ratificó su compromiso con las agrupaciones de excombatientes y con toda la comunidad malvinera: “Aquí nos van a encontrar. Acompañando, gestionando, promoviendo cada una de las acciones que nos permitan mantener viva la causa”.
Chiarella cerró su mensaje con un agradecimiento profundo a los veteranos: “Gracias por tanto coraje, gracias por ese legado que es de todos. Las Malvinas fueron, son y serán argentinas. Y lo seguiremos diciendo cada vez más fuerte, porque eso también es construir soberanía”.