Corta pero intensa sesión
Juraron los senadores electos: una banca sin definición y cruce entre Bullrich y Villarruel
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Juraron 23 de los nuevos integrantes, dejando en pausa a Lorena Villaverde, cuyo diploma regresó a comisión. La ex ministra de Seguridad fue aplaudida de pie por Karina Milei, Adorni y Santilli. Sobre el final, el primer cruce con Victoria Villarruel.
Mauro L. Muñoz
Durante menos de una hora, el Senado de la Nación realizó la sesión pública especial en la que prestaron juramento 23 de los 24 senadores electos en los comicios del 26 de octubre. La ceremonia fue presidida por la vicepresidente de la Nación y titular de la Cámara, Victoria Villarruel, bajo la mirada atenta de la secretaria general de la presidencia, Karina Milei, el Jefe de Gabinete, Manuel Adorni y el Ministro del Interior, Diego Santilli, ubicados en un palco privilegiado.
El cuerpo aprobó la designación de Alejandro Fitzgerald como secretario administrativo del Senado. Crédito: HCSN.
La sesión comenzó a las 11.12 y concluyó a las 12.01. Fue breve, pero intensa. En el arranque, el cuerpo aprobó la designación de Alejandro Fitzgerald como secretario administrativo del Senado, propuesta por el bloque de La Libertad Avanza. Luego se avanzó en el tratamiento de los títulos de los senadores electos, con un voto afirmativo unánime de los 68 presentes, y se abrió el capítulo que venía levantando temperatura desde hace semanas: el futuro de la rionegrina Lorena Villaverde.
Villaverde, ausente e incógnita
El nombre de Lorena Villaverde hizo ruido antes de que comenzara la sesión. La diputada y senadora electa llegó temprano, evitó hacer declaraciones y se ubicó en una banca mientras el resto de los legisladores iban tomando sus lugares. Su pliego había sido objetado en la Comisión de Asuntos Constitucionales por impugnaciones vinculadas a presuntos vínculos con el empresario “Fred” Machado, extraditado a Estados Unidos por causas de narcotráfico y lavado, y por un antecedente de intento de ingreso a ese país con cocaína dos décadas atrás.
Villaverde estaba sentada en el recinto cuando se produjo una de las escenas políticas de la jornada. Patricia Bullrich la divisó y se dirigió directamente hacia ella. Hubo una charla de varios minutos, con gestos intensos ampulosos, a la que se sumó el senador Luis Juez, que la había defendido en comisión. Desde el palco, Karina Milei seguía la escena con atención. Minutos después, Villaverde recogió su libreta y se retiró. Esa banca sería ocupada luego por la propia Bullrich, en calidad de futura jefa del bloque oficialista.
Bullrich convenció a Villaverde que se retire del recinto antes de la jura. Crédito: HCSN.
Según reconstruyeron fuentes parlamentarias, Bullrich le advirtió a Villaverde que la iban a expulsar del recinto, que se estaba exponiendo y que “iba a ser peor quedarse que irse”. El oficialismo no tenía los votos para sostener el pliego en el recinto y el rechazo a su diploma podía transformarse en la primera derrota política del nuevo esquema de poder libertario en la Cámara alta.
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En ese contexto, el jefe del bloque de La Libertad Avanza, Ezequiel Atauche, pidió la palabra cuando correspondía votar el dictamen que rechazaba el título de la rionegrina. “Queremos hacer una moción desde el bloque de La Libertad Avanza para proponer que el título de Villaverde vuelva a la Comisión de Asuntos Constitucionales porque entendemos que hay cuestiones que faltan dirimir”, planteó.
Karina Milei, Manuel Adorni y Diego Santilli en el palco central de la Cámara alta. Crédito: HCSN.
La moción se aprobó por unanimidad, a mano alzada, con los 68 senadores presentes. El pliego de Villaverde regresó a comisión y, con esa decisión, quedó sellado que el bloque libertario arrancará la nueva etapa con 19 y no con las 20 bancas que esperaba mostrar el Gobierno. Villaverde seguirá, por ahora, en su banca de Diputados y deberá esperar a la nueva Comisión de Asuntos Constitucionales para que se vuelva a discutir su caso.
Jura de 23 y ovación para Bullrich
Resuelto el capítulo Villaverde, la sesión entró en el tramo más protocolar, aunque con ingredientes políticos en cada gesto. Villarruel, desde la presidencia, fue llamando a los senadores electos por orden alfabético de las provincias que renovaron este año: Chaco, Ciudad de Buenos Aires, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego.
Por Chaco juraron Juan Cruz Godoy y Silvana Schneider, ambos de La Libertad Avanza, y Jorge Capitanich por Fuerza Patria, exgobernador que regresa al Congreso tras 18 años. Por la Ciudad de Buenos Aires se incorporaron Patricia Bullrich y Agustín Monteverde por el oficialismo, y Mariano Recalde por Fuerza Patria. Desde Entre Ríos se sumaron los libertarios Romina Almeida y Joaquín Benegas Lynch, junto al peronista Adán Bahl. En representación de Neuquén prestaron juramento Pablo Cervi y Nadia Márquez por La Libertad Avanza y Julieta Corroza por La Neuquinidad.
Sin la presencia de Villaverde, por Río Negro lo hicieron Ana Marks y Martín Soria, ambos de Fuerza Patria. Por Salta juraron Gonzalo Guzmán y María Emilia Orozco en nombre del oficialismo, y Flavia Royón por Primero los Salteños. Santiago del Estero aportó al gobernador saliente Gerardo Zamora y a Elia Montero por el Frente Cívico, además de José Neder, alineado al mismo espacio desde Fuerza Patria. Tierra del Fuego completó la nómina con los libertarios Agustín Coto y Belén Monte de Oca, y con la reelecta Cándida López, referente kirchnerista.
La foto política más potente fue, sin dudas, el juramento de Patricia Bullrich. La ex ministra de Seguridad lo hizo acompañada por su familia. Apenas terminó de pronunciar el clásico “sí, juro”, giró hacia el palco donde se encontraban Karina Milei, Manuel Adorni y Diego Santilli. Los tres se pusieron de pie, la aplaudieron de manera enfática y levantaron los pulgares en señal de respaldo del rol que esperan que cumpla como jefa del bloque libertario.
La diferencia fue palpable cuando llegó el turno de Cándida López, última en jurar y una de las pocas que decidió salirse de la formalidad. La senadora de Unión por la Patria, conocida por sus intervenciones ácidas en el recinto, hizo un juramento cargado de contenido político. “Juro por Tierra del Fuego y las Islas del Atlántico Sur, por las Islas Malvinas y por los 30.000 desaparecidos. Tres, cero, punto, cero, cero, cero”, dijo, con la mano apoyada sobre la Biblia. Generó tibios aplausos desde los palcos y gestos adustos en el palco oficial.
Primer cruce sobre el cierre
Sobre el final de la sesión, la tensión en el nuevo Senado sumó su primer capítulo. Bullrich como flamante jefa del bloque libertario pidió la palabra y la vicepresidenta Villarruel le negó el uso del micrófono, en medio del reclamo del peronismo para que no se alterara lo acordado en la previa.
El telón de fondo fue el malestar de Bullrich por las dificultades que, según planteó, habían tenido algunos funcionarios del Gobierno para ingresar a los palcos, y por las supuestas diferencias en la entrega de invitaciones para los familiares de los nuevos senadores.
Cuando Bullrich levantó la mano para hablar, Villarruel salió al cruce con un recordatorio directo a los jefes de bloque. “Yo les pido, habíamos acordado ayer, todos los bloques presentes, en reunión con los presidentes de bloque presentes, que no iba a haber discursos ni ninguna intervención en la sesión de hoy”, sostuvo la vicepresidenta, mientras el jefe del interbloque peronista, José Mayans, acompañaba el planteo desde su banca. El micrófono nunca se abrió para la ministra.
“No puedo permitir el uso de la palabra porque la misma resultó de un acuerdo que tomaron todos los bloques”, insistió Villarruel, y de inmediato levantó la sesión. La escena duró segundos, pero dejó flotando la idea de que la convivencia interna del oficialismo en la Cámara alta tendrá, como mínimo, algunos roces visibles.
Apenas se apagaron los micrófonos, Bullrich se acercó al estrado de la presidencia. Ese cruce no quedó registrado en la transmisión oficial del Senado, pero sí en algunos teléfonos celulares del recinto. En las imágenes se ve a la senadora hablándole a Villarruel, que casi no responde y se limita a hacer un gesto con las palmas de las manos hacia arriba, como marcando que el tema estaba cerrado.

