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"La Casa Guinnes": ¿el nuevo fenómeno cultural después de "Peaky Blinders"?
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La nueva serie combina épica familiar y tensiones políticas en el Dublín de 1868. La cervecería Guinness es el centro de la narrativa.
Por Juan Ignacio Novak
"-¿Cree que habrá problemas hoy?. -El hombre se llama Guinnes, claro que habrá malditos problemas".
La plataforma Netflix acaba de estrenar "La Casa Guinnes", nueva serie de época producida por Steven Knight, legendario creador de "Peaky Blinders", que desde su desembarco en 2013 pasó a ser un clásico de culto.
La expectativa era mayúscula y no por casualidad. Se trata de un relato absorbente distribuido (en esta primera temporada) en ocho capítulos. Está ambientado en Dublín de 1868, justo cuando el poder de una familia cruza un umbral.
La muerte del patriarca Benjamin Lee Guinness (que supo forjar una fortuna a partir de la fabricación de cerveza y "traer paz y prosperidad al pueblo de Dublín") es un punto de partida narrativo, pero también una metáfora de algo mayor.
Lo que sigue es una disputa feroz entre cuatro herederos atravesados por oscuros secretos, tensiones políticas y rivalidades que ponen en juego la continuidad y el destino de la cervecería.
En esa dinámica se mueve la historia. "Los hijos que deja sir Benjamin son débiles y están divididos, es la hora que aprovechemos esa debilidad", señala uno de los antagonistas.
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Una familia al borde del colapso
Anthony Boyle encarna a Arthur Guinness, el heredero cargado con el peso de ser el primogénito. Louis Partridge es Edward, ambicioso, sinuoso y siempre en busca de reconocimiento.
Emily Fairn es Anne, una mujer estratégica, pero obviada por las reglas de un mundo masculino (no olvidar que la serie está ambientada hace un siglo y medio). Fionn O’Shea interpreta a Benjamin, el hermano desplazado por mandato paterno.
A ese núcleo se suman James Norton (Sean Rafferty) y Jack Gleeson (Byron Hedges), cuyas presencias sirven para ampliar el clima de intrigas y traiciones.
Como dice uno de los personajes: "La muerte de su padre ha sido como dar una patada en un avispero". Lo que sale de ahí es un relato sobre el poder que dialoga con grandes ficciones familiares, desde "Succession" hasta "El Padrino".
La ciudad como protagonista
La reconstrucción histórica es uno de los puntos altos de la producción. Knight repite la fórmula de "Peaky Blinders": la ciudad no es un decorado, es un personaje más.
Dublín aparece como un organismo vivo, donde conviven la ostentación aristocrática con la miseria de los barrios obreros, la vulgaridad de las tabernas con las tensiones políticas que marcan la historia de Irlanda.
Para los seguidores de las ficciones históricas, este detalle no es menor. Las tramas familiares no están aisladas del contexto, la ciudad aparece como un espejo de las desordenadas pasiones humanas. Y ahí está gran parte de su atractivo.
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Kane, Corleone y Los Soprano
Los referentes que sobrevuelan "La Casa Guinnes" son múltiples. El patriarca recuerda al Charles Foster Kane de "El ciudadano": un hombre cuya sombra marca el relato.
También se perciben resonancias del Vito Corleone que Marlon Brando compuso en "El Padrino", con esa lógica del traspaso de un imperio a la siguiente generación, llena de claroscuros.
La crítica Sarah Moran escribió que "es un drama elegante y jugoso que es una mezcla de Peaky Blinders y Succession". Es cierto: la serie tiene algo de la brutalidad estética de la primera y de la disfuncionalidad en los vínculos de la segunda.
También hay reminiscencias de "Los Soprano", en la intimidad doméstica cargada de silencios y traiciones, y de "Petróleo sangriento", donde la ambición y la industria se unen en una espiral de violencia.
Incluso podría señalarse (sin temor a exagerar) la memoria de "Érase una vez en América", de Sergio Leone. Que parece colarse en este relato en el cual la venta de alcohol es el centro de una historia de poder y de violencia.
¿Una nueva dinastía?
La pregunta que sigue es si los Guinness podrán convertirse en un fenómeno cultural tan potente como los Shelby de Birmingham, que cosecharon fans en todo el mundo.
La primera temporada insinúa más que confirma. Pero la estructura está: personajes con potencial, diálogos que destilan veneno y un mundo en el que la familia funciona como un campo de batalla.