Historias oscuras en el sur santafesino
La Curva de Pastorino: entre accidentes, niebla espesa y leyendas

Un tramo de la Ruta Nacional 8, en jurisdicción venadense, es, desde hace décadas, escenario de múltiples tragedias viales, alimentando relatos de fenómenos paranormales, desapariciones y supersticiones. El historiador Roberto Landaburu ofrece una mirada que combina datos históricos con el peso de lo inexplicable.
Por décadas, la famosa Curva de Pastorino, sobre la Ruta Nacional N° 8, fue escenario de numerosos accidentes de tránsito en Venado Tuerto, algunos con consecuencias trágicas y otros envueltos en un halo de misterio que supo despertar todo tipo de conjeturas. Sin ir más lejos, a fines de abril último, sobre el kilómetro 360, se registró el enésimo suceso fatal: un camión cargado de soja salió de una estancia, justo en la curva, y una VW Amarok se incrustó en el acoplado: murieron dos mujeres y el conductor aún lucha por su vida. Un par de semanas antes, a escasa distancia del lugar, sobre la misma traza habían chocado un automóvil y una pick-up, resultando uno de los conductores con lesiones de consideración.
Al respecto, el jefe de Bomberos Voluntarios de Venado Tuerto, Francisco Acrap, declaró poco después que la zona está bien señalizada y que en los últimos años se tomaron varias medidas para mejorar la seguridad, como quitar los árboles de la banquina y los carteles publicitarios, pero admitió que el sector sigue siendo "peligroso", sobre todo para los que no conocen la zona (no es el caso de las últimas tres víctimas), a pesar de que no es una curva muy cerrada.
En diálogo con Sur24, el abogado, historiador y escritor Roberto Landaburu reflexionó sobre estos reiterados episodios trágicos, que para muchos vecinos trascienden las explicaciones racionales y rozan lo paranormal, aunque él toma distancia de esas interpretaciones.

Landaburu cuenta que su interés en este fenómeno comenzó hace más de 30 años, cuando un joven estudiante del Colegio Agrotécnico Regional (CAR) falleció en un accidente en esa zona. Recuerda las palabras del acompañante de un camionero implicado en aquel siniestro: “No me van a creer, pero cuando llegué a ese lugar el camino desapareció. Había una bruma impresionante. Vi que la chata se venía, y el muchacho, con cara sonriente, se vino de golpe, pegó en la punta del camión y murió”. El relato, acompañado del llanto del testigo, dejó una marca imborrable en la memoria del historiador, quien desde entonces presta especial atención a los episodios más diversos que nunca dejaron de replicarse en el sector.
La curva y el bajo
Según Landaburu, el tramo en cuestión no es exactamente la curva en sí, como muchos creen, sino un bajo pronunciado de varios kilómetros de extensión que comienza al doblar a la izquierda -en sentido a Buenos Aires-, donde antiguamente estaba la estación de servicios Pastorino. Esa depresión del terreno, explica, es propensa a concentrar niebla, especialmente en las estaciones frías del año. “Es un colchón de niebla que se asienta ahí y que probablemente explique buena parte de los accidentes”, señala. Afortunadamente, dice, hoy existen señales viales advirtiendo sobre la baja visibilidad en la zona. Sin embargo, advierte, la proliferación de camiones en época de cosecha, la falta de mantenimiento de las rutas nacionales, la deficiente iluminación y los constantes errores humanos, continúan engrosando las estadísticas luctuosas.

Además, destacó que la recurrencia y la naturaleza de algunos siniestros dieron lugar a un sinfín de relatos que escapan a la lógica. Muchos vecinos, incluso los más escépticos -como el propio Landaburu-, no pueden evitar pensar que “algo raro” ocurre allí. “Yo no creo en brujas, pero que las hay, las hay”, bromea el escritor.
En el repaso de la historia de la región, explica que esa zona fue durante mucho tiempo un paso habitual de grandes arreos indígenas -algunas veces con más de 50 mil animales- que necesitaban moverse entre aguadas en el camino hacia sus tribus pampeanas. Las huellas de esos movimientos, dice, se mezclan con la geografía y el clima para formar una combinación que, a lo largo del tiempo, dio lugar a creencias populares, supersticiones y hasta leyendas urbanas.
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Varias cosas raras
En paralelo a la llamativa seguidilla de accidentes de tránsito, hubo otros hechos muy sorprendentes, como la desaparición de Nicolás Godoy -vivía en un campo localizado a la altura del Km 360,5 de ruta 8-, un joven cuyo vehículo apareció calcinado en las cercanías, pero cuyo paradero sigue siendo un misterio desde el 14 de julio de 2014.
También hay referencias de avistamientos de luces extrañas, entre las que sobresale la historia de Juan Oscar Pérez, un joven campesino residente en una chacra ubicada frente a la Estancia de los Salesianos, que dijo haber sido abducido por un OVNI a los 12 años en un campo cercano, lo cual derivó incluso en el filme “Testigo de otro mundo” (2018) y en el documental “El niño del linaje sagrado”, con la producción de History Channel.

Otro mito que circuló durante años fue el del famoso motel de la Curva de Pastorino, del que se decía que nunca se inauguró por “presiones de la Iglesia”, en tanto que otros adjudicaron la frustración del inversionista a una “maldición” que pesaba sobre el lugar. En principio, se cree que la obra quedó inconclusa por insalvables dificultades financieras de la constructora, aunque la superstición popular alimentó otras versiones, como el “eterno castigo” por las sistemáticas matanzas del “hombre blanco” a los aborígenes que transitaban esas llanuras.
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Mitos que sobreviven
“La gente busca explicaciones. A veces, cuando no las hay, o cuando surgen contradicciones, apela a lo místico, a lo inexplicable”, reflexiona el historiador. Para colmo, la acumulación de hechos extraños en una misma zona -accidentes, desapariciones, fenómenos inexplicables- termina generando un imaginario colectivo que se transmite de generación en generación.
Landaburu, que está próximo a presentar un nuevo libro titulado Arreos Fantasmas, donde aborda algunas de estas cuestiones, considera que la percepción de lo paranormal muchas veces se mezcla con la historia olvidada del territorio. “Esta región fue ocupada por inmigrantes europeos que encontraron un mundo absolutamente desconocido, una inmensidad inabarcable. Todo les era ajeno. Los relatos de malones, las tolderías, las lagunas misteriosas, son parte de una memoria colectiva que sigue viva, aunque muchas veces disfrazada de mitos”, varios de los cuales aún sobreviven más de un siglo y medio después.
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Y aunque hoy hay más conocimiento y señalización, lo cierto es que los accidentes y las “cosas raras” en la Curva de Pastorino -y en el bajo del mismo nombre- siguen ocurriendo. “No es la curva más peligrosa de la zona, pero es un sitio con una historia que no deja de llamar la atención. Hay algo ahí, no sé qué, pero ocurre”, concluye, misterioso, Landaburu.