Entrevista
La "desinformación" y sus efectos en la democracia y en la vida cotidiana
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Soledad Arréguez, de Proyecto Desconfío, desentraña algunos conceptos claves en la era de la comunicación pero también de la información engañosa. El debate en torno de IA, la colaboración como estrategia, y una pregunta a la hora de pensar en posibles sanciones por difundir fake news: quién vigila al que vigila.
A mediados de septiembre se desarrolló la V Cumbre Global sobre Desinformación, organizada por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en alianza con organizaciones y entidades de Argentina y la región; entre ellas Proyecto Desconfío, dedicada a capacitar, entrenar y asesorar en información confiable. Un tema sensible que, como se verá, también tiene impacto en el ejercicio de la democracia.
Soledad Arréguez es cofundadora de Proyecto Desconfío. Periodista, docente universitaria e investigadora, es especialista en el cruce entre comunicación y nuevas tecnologías. Fue una de las coordinadoras del encuentro que, con modalidad virtual, reunió durante dos jornadas a cientos de asistentes de diversos lugares del mundo en una actividad que incluyó varios tópicos claves de los que, luego, dialogó vía mensajes con El Litoral.
- ¿Cómo se puede explicar la importancia de una información fidedigna en medio del desinterés y la saturación de datos a través de medios tradicionales, redes sociales y otras modalidades?
- La información fidedigna es vital para el debate público y el diálogo ciudadano en las sociedades democráticas. Las personas toman decisiones de forma cotidiana con la información que poseen. El contexto de sobreinformación no colabora con esta tarea. Por eso, considero que los medios deben encontrar nuevas formas de conectar con las audiencias para informar sobre los asuntos públicos.
- ¿Cómo ganarle en rapidez a una fake news cuando se entiende que tiene una velocidad y una capacidad de expansión enorme? Esto, teniendo en cuenta el desafío de los medios de informar rápido y cosechar clics.
- La mentira es más sexy que la verdad. Y sabemos que las falsedades y engaños suelen tener más alcance que las desmentidas. El gran desafío está en aprender de los desinformantes cómo logran engagement (mayor interacción) para poder llevar información verificada y confiable a nuestras audiencias. Considero que parte de la solución está en desarrollar un buen storytelling (relato de historias) que permita conectar emocionalmente con nuestras audiencias, con información verificada y relevante para la sociedad.
Frente a la sobreinformación, "los medios deben encontrar nuevas formas de conectar con las audiencias para informar sobre los asuntos públicos", advierte Soledad Arréguez.
- ¿Es una responsabilidad compartida la desinformación, entre la comunidad que consume sin contrastar, los medios que no chequean, los organismos de poder que pueden informar de manera maliciosa?
- La desinformación es un fenómeno multicausal. Por lo tanto podemos encontrar que es responsabilidad de diferentes actores y ámbitos. Me parece que lo que se requiere es fortalecer las acciones de los actores para generar un ecosistema que sea mucho más confiable y donde podamos hablar de integridad de la información.
- ¿Hay sanciones para quienes promueven la desinformación?
- Cuando se piensa en sanciones, regulaciones y otro tipo de medidas que limiten el derecho a la expresión, la duda radica en quiénes vigilan al que vigila. Por lo cual, hoy lo que podemos encontrar son algunas sanciones que corresponden a la normativa que tenemos en el país. En distintos países existen diferentes marcos jurídicos en los que se puede encontrar alguna sanción a la desinformación, pero en la Argentina no existe una ley anti fake news.
Ética
"Como la desinformación no solo se trata de mentiras, sino que también tiene que ver con información engañosa y descontextualizada, se vuelve más complejo a la hora de regular y lo que se requiere es una gran alfabetización mediática, informacional y digital de la ciudadanía para que las ciudadanas y ciudadanos puedan lidiar con este contenido informativo y puedan decidir qué es aquello que quieren consumir. Los medios, como tal, por ser voces o empresas que amplifican determinados discursos, tienen una responsabilidad y hay que trabajar en la ética periodística y profesional", sostiene la especialista. Advierte, además, que "lo mismo que desde el Estado, los diferentes organismos de gobierno tienen que trabajar en la ética del funcionario público con lo cual deben hacer que la información sea accesible, segura y confiable.
- ¿Puede la desinformación socavar la democracia? ¿Por qué?
- Sin duda podemos decir que la desinformación socava la democracia. En primer lugar, porque cae y hay un gran debilitamiento y desconfianza hacia las instituciones y a los actores que forman parte de la vida democrática. Eso hace que las personas se alejen de aquellos que deben ser referentes y garantes de determinada información de políticas públicas, con lo cual la desinformación viene a ser perjudicial para el debate de los asuntos públicos y, en un contexto de polarización, hace cada vez más difícil el diálogo ciudadano que es tan importante para alcanzar consensos y hacer presión desde la sociedad civil hacia los gobiernos para la sanción o realización de determinadas políticas públicas.
Los debates presidenciales, como el que se realizó en 2023 y se transmitió a todo el país, resultan una oportunidad para conocer, con reglas y derechos pre establecidos, las ideas y propuestas de las y los candidatos. Crédito: Tomás Cuesta/NA
Cuando decimos que la desinformación socava la democracia, tenemos que entender que no se trata solo de cómo puede afectar el resultado en los comicios o la participación de determinado partido político o fuerza en un contexto electoral o de participación política. Esto tiene que ver que los ciudadanos que, para hacer ejercicio pleno de sus derechos deben acceder, buscar, encontrar, utilizar y producir información y esto es un eje de la vida en democracia: que como ciudadana pueda buscar información, tomar decisiones en base a esa información y, si quiero, pueda comunicar y actuar en mi comunidad. Así que también tenemos que pensar que la desinformación no es solo un tema de medios o discursos, sino que tiene efectos reales y se pueden ver desde cómo incluirme en la vida púbica de mi comunidad, cómo tomo decisiones todos los días, desde si me conviene tomar un colectivo o un Uber, si tengo que hacer una inversión o si tengo que tomar un remedio A o B para una dolencia. Todo esto lo hacemos tomando decisiones con información que adquirimos y si esa información no es confiable podemos hasta dañar nuestra salud.
- Uno de los puntos en común entre las y los disertantes de la Cumbre fue el concepto de colaboración (de hecho, fue una de las conclusiones). ¿Es posible en una actividad que tiene una alta cuota del individualismo como es la comunicación?
- Cada vez más se dan investigaciones y proyectos periodísticos en alianza entendiendo que la desinformación no está reservada para un espacio o un lugar concreto sino que son narrativas que viajan y se expanden a lo largo de toda una región. Con lo cual, a la hora de estudiarlas y combatirlas es mucho mejor hacerlo en red. El periodismo pasa a ser una actividad que, cuando es colaborativa, se hace mucho más enriquecedora desde las perspectivas, el alcance y difusión que puede tener. En algún momento podemos encontrar al periodismo o el mundo de los medios reservado para algunas voces y hoy, las tecnologías digitales han hecho que muchas minorías o sectores no representados puedan tener voz y dar a conocer su mirada, hacer escuchar sus reclamos y poner sus temas en agenda.
- El recorte de una información, ¿es también desinformación?
- Si, la información descontextualizada, recortada en algún punto, manipulada, editada o tergiversada constituye también un grado de desinformación. Me parece importante destacar si hay una intención deliberada o si se trata de un error involuntario porque, en ese caso, no estaríamos hablando de desinformación sino de un error o, en todo caso, lo que en inglés se llama misinformation.
- ¿Se puede "alfabetizar" a la población para que las fake news sean detectadas?
- Considero que se puede alfabetizar y que hay que hacerlo para que la ciudadanía pueda identificar y detectar distintos tipos de narrativas desinformantes. Y que también pueda agudizar su mirada para hacerse preguntas y detectar los propios sesgos que pueden tener frente al consumo de información. En esto se puede educar y formar para, así como en su momento nos enseñaban cómo funcionaban los medios de comunicación, como se armaba un diario y se tomaban decisiones a la hora de construir la noticia, también hay que entender los nuevos tipos y mensajes mediáticos.
-¿La IA es parte del problema o de la solución?
- Creo que la inteligencia artificial es parte de la solución. Es una tecnología que, muchas veces, nos permite optimizar tiempo en las tareas que puede ser aplicada en procesos de verificación, generar alertas tempranas, monitorear y dar seguimiento a determinadas narrativas. Pero así como encontramos beneficios, este salto tecnológico puede venir acompañado de mayores riesgos. Por ejemplo, la generación de contenido hiperrealista donde esta tecnología, en manos de desinformantes, puede generar no solo piezas escritas sino imágenes o videos en los que sea muy difícil distinguir entre la realidad de la falsedad (el caso del video de Mauricio Macri llamando a votar por LLA en la previa a las elecciones legislativas en CABA). Es decir, es importante que podamos identificar que se trata de un contenido creado por computadora y no de una fotografía o un video creado por una persona donde hay otra enfrente, hablando.
- ¿Qué es la gobernanza informativa?
- Podemos hablar de gobernanza digital, de datos o informativa para referirnos a todo el conjunto de decisiones que se toman de políticas o hasta de sistemas para gestionar y tener una mejor visión y control de los flujos de información de una organización. Si lo pensamos desde el marco de la desinformación, tenemos que ver cómo cuidar la integridad de esos datos y por eso se hace énfasis en la integridad informativa, en la necesidad de construir desde el periodismo piezas en las que podamos mostrar cuáles son nuestras fuentes; si tenemos evidencia en la que nos sostenemos que la podamos compartir, y que podamos separar muy bien aquellas piezas de género de opinión de las de información. Y al cuidar estos datos vamos a recuperar la confianza de las audiencias.