Margo Larraburu: “Hay que aprender a escuchar al otro, y no sólo en la educación”
La docente, investigadora y doctora en Educación, Margo Larraburu, acaba de publicar su primer libro titulado “La escucha docente en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Posibilidades y limitaciones en la formación del profesorado”, basado en un trabajo de investigación para su tesis del Doctorado en Educación, aunque subrayó que “es un abordaje teórico acerca de la escucha que nos viene bien a todos, en todos los campos, no sólo en el educativo”.
“Siempre me atrajo la problemática de la escucha en las instituciones educativas, sobre todo cuando me desenvolví en el área de la gestión, y entonces asumí el desafío, a través de la investigación, de generar estrategias para incentivar esa escucha en la esfera directiva y en el aula a los fines de escuchar las voces de todos los alumnos”, sostuvo la ex directora del Museo Regional y Archivo Histórico “Cayetano Alberto Silva”. Y amplió: “De tantas investigaciones surge que cuando nadie escucha, nadie aprende. Y la verdad es que desarrollamos muy pocas estrategias para la escucha, incluso en el plano personal. Escuchar es darle lugar al otro, es hospedarlo -definió-, y para eso la persona debe estar bien plantada, tiene que estar cómoda con sus propias voces para poder alojar las voces de los demás y que éstas realmente lleguen a destino”, tras lo cual deslizó una oportuna aclaración: “A veces se confunde el acto de escuchar con el de oír, porque este último es una práctica sin mayor compromiso, casi distraída, en tanto que escuchar implica una respuesta empática, un compromiso con el otro, en el aquí y en el ahora. Es el abrazo fraternal que contiene al otro, que lo arropa, eso es la escucha”, puntualizó.
Y sobre la influencia de la vocación en la escucha, Larraburu admitió que “el trabajo que se hace con amor y pasión, siempre es más fructífero, tanto para el que lo realiza como para los demás, como sucede con la clase de un docente, por ejemplo, pero la escucha tiene que ejercerse por el solo hecho de ser humanos, así que quien tiene menos vocación docente no tiene menos obligación, porque la escucha debiera ejercitarse siempre”, enfatizó la autora de la obra (ya se puede adquirir por 1.300 pesos en Librería TyP) que tendrá su lanzamiento virtual a través de Facebook Live (Editorial Fundación La Hendija) el miércoles 12 de mayo, desde las 18.
“Este libro también sugiere, en el marco de la formación docente, la necesidad de crear espacios para aprender a escuchar y ejercitar la escucha”, dijo la licenciada, quien insistió en que “esto no sólo cuenta para la actividad docente, porque también se necesita incorporar la escucha atenta a la vida social y familiar, donde no la hay, o existe sólo a medias”. Y reforzó el concepto: “Siento que estamos más predispuestos a contestar que a escuchar, y ni siquiera de manera proactiva, sino reactiva, siendo que si uno no escucha con esmero, es imposible fortalecer el vínculo humano. Yo intento analizar todos los escenarios, no solamente el educativo, y lo que nos falta es escuchar al otro”.
Atenta y oportuna
En un tiempo aciago para la educación, todos los alumnos son damnificados, y peor aún los más vulnerables, que no disponen de medios para la virtualidad bajo pandemia e ingresan, uno tras otro, en la oscuridad de la deserción escolar. Sin embargo, a veces, la escucha “atenta y oportuna” puede ser la mano salvadora. En este sentido, Larraburu manifestó que “cuando enseña, el docente sabe que el contenido es un medio, es lo que permite el encuentro con el otro, pero la educación va mucho más allá. No basta con la transmisión de conocimientos -exclamó-, sino que se requiere la construcción del saber, concepto que bien entendido implica que ese otro sea significativo para mí, reconocer ese otro como distinto de mí, pero igual a mí, y todo esto requiere el ejercicio de distintas acciones y actitudes que hoy nos están faltando”, reflexionó. “Y aunque esto sucede en general, en la docencia la escucha debiera estar mucho más incorporada. Sin dudas, una buena escucha favorece la igualdad de oportunidades, y si hablamos de una escuela inclusiva y democrática, la escucha no debe faltar a clase”, sentenció.
Además, aseveró que la escucha en el proceso enseñanza-aprendizaje posibilita que el alumno se sienta “contenido y cuidado” en la institución educativa y ejemplificó que un punto de partida es “la preparación de la clase con seriedad, recurriendo a las estrategias aptas para que todos puedan acceder a un determinado saber y no sólo algunos, pues bien conocemos que ciertos alumnos captan los conceptos con rapidez y a otros les cuesta más”. En somera evaluación de la crisis sanitaria y su influencia en la educación, la especialista subrayó: “Yo amo la presencialidad, aunque en la virtualidad se puede crear un vínculo más cálido con un mayor celo personal, como sucede con la mayoría de los docentes, que en cada clase vía Zoom dejan la vida”. Y luego sugirió “buscar las mejores estrategias para poder seguir adelante con la educación ‘con protocolos’, siendo conscientes de que hay muchos alumnos que están quedando fuera del sistema y que estos efectos de la pandemia impactarán muy fuerte en las generaciones que se están formando”.
“… una buena escucha favorece la igualdad de oportunidades, y si hablamos de una escuela inclusiva y democrática, la escucha no debe faltar a clase”