Preocupante
Obesidad en Argentina: 7 de cada 10 adultos tienen exceso de peso
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Además, casi el 40 % sufre obesidad. Los especialistas advierten sobre el aumento de enfermedades crónicas y trastornos alimentarios en todas las edades.
Por Luciana Lanzamidad
Argentina atraviesa una verdadera epidemia silenciosa: el exceso de peso. De acuerdo con el World Obesity Atlas 2025, elaborado con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Ministerio de Salud de la Nación, cerca del 73 % de las personas adultas del país presenta exceso de peso y alrededor del 39 % padece obesidad.
Estas cifras, que vienen en aumento sostenido, colocan a la Argentina entre los países de América Latina con mayor velocidad de crecimiento en la prevalencia de obesidad.
Para el Dr. César Casavola (MN 62047), presidente de la Sociedad Argentina de Médicos Nutricionistas, “estas tendencias reflejan un problema estructural que involucra hábitos, acceso a alimentos saludables y educación alimentaria”.
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Niños y adolescentes
La preocupación alcanza también a las generaciones más jóvenes. Datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación (2024) revelan que el 41,1 % de los niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso u obesidad (20,7 % sobrepeso y 20,4 % obesidad).
En menores de cinco años, el exceso de peso afecta al 13,6 %, mientras que la baja talla llega al 7,9 %.
Estas cifras dan cuenta de lo que los expertos denominan la “doble carga de malnutrición”: la coexistencia de déficits nutricionales con el aumento del sobrepeso y la obesidad.
En muchos hogares, especialmente los de menores ingresos, predomina el consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares, grasas y sodio, que desplazan a frutas, verduras y legumbres.
“Hoy tenemos chicos que crecen malnutridos, no por falta de calorías, sino por falta de nutrientes. Es una forma moderna de desnutrición”, advirtió Casavola.
El impacto de la mala alimentación se traduce en enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer, que ya son responsables de más del 70 % de las muertes en el país, según el Ministerio de Salud.
El exceso de peso constituye el principal factor de riesgo para la aparición de diabetes tipo 2, enfermedad que se detecta cada vez en personas más jóvenes. Además, una dieta alta en sodio y grasas saturadas, y baja en fibra y frutas, favorece la hipertensión y la dislipidemia.
Otro trastorno en aumento es el hígado graso no alcohólico, estrechamente vinculado al síndrome metabólico. “Se trata de una enfermedad silenciosa, pero con consecuencias graves si no se detecta a tiempo”, agrega el especialista.
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Trastornos alimentarios
En paralelo, crece el número de diagnósticos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) como anorexia, bulimia y trastorno por atracón, especialmente entre adolescentes y jóvenes mujeres.
Programas de salud provinciales y nacionales registran un aumento sostenido en las consultas por estos cuadros, que combinan factores biológicos, psicológicos y socioculturales.
Los TCA se manifiestan en una relación alterada con la comida y el cuerpo: restricción extrema, atracones, vómitos autoinducidos o uso de laxantes. Además de los riesgos físicos —como desnutrición o alteraciones cardíacas—, tienen un fuerte impacto sobre la salud mental: ansiedad, depresión y distorsión de la imagen corporal.
Casavola remarcó la importancia de detectar señales tempranas, como cambios bruscos de peso o conductas obsesivas con la comida o el ejercicio, y subraya que el tratamiento debe ser interdisciplinario, con médicos, nutricionistas y psicólogos especializados.
La ciencia médica también avanza en una nueva forma de diagnosticar la obesidad, diferenciando entre obesidad preclínica y clínica. La primera implica exceso de grasa corporal sin daño funcional evidente, pero con alto riesgo de enfermedades futuras; la segunda, cuando el exceso de adiposidad ya afecta órganos o limita actividades diarias.
Este enfoque —que trasciende el simple cálculo del índice de masa corporal (IMC)— permite intervenciones más personalizadas y preventivas.
Políticas públicas
Desde 2022, la Ley N.º 27.642 de Promoción de la Alimentación Saludable, conocida como ley de etiquetado frontal, obliga a identificar con octógonos negros los productos con exceso de azúcares, grasas, sodio o calorías.
Su objetivo es garantizar el derecho a la información y desalentar el consumo de ultraprocesados.
El Ministerio de Salud también impulsa programas para mejorar el acceso a alimentos frescos y fortalecer la educación alimentaria.
Las Guías Alimentarias para la Población Argentina recomiendan priorizar alimentos naturales o mínimamente procesados, aumentar el consumo de frutas, verduras y legumbres, y reducir la sal y el azúcar agregados.
Sin embargo, los especialistas advierten que los problemas alimentarios no se explican sólo por decisiones individuales, sino por factores económicos, sociales y culturales: el precio de los alimentos, la disponibilidad en los barrios, los hábitos familiares y la influencia de la publicidad.
“Superar esta crisis requiere un esfuerzo colectivo: políticas públicas sostenidas, profesionales formados, medios responsables y ciudadanos conscientes. Comer bien no es un lujo, es un derecho y una inversión en salud”, concluyó Casavola.