(Por Ignacio Hintermeister y Mario Cáffaro) – “Yo creo que una de las razones de la decadencia argentina es la ausencia de cooperación. Porque la democracia, el instrumento de la democracia es el diálogo. La sociedad, por definición, es diversa, porque en realidad no puede haber sociedades homogéneas y a lo que tendemos es a un régimen autoritario. Pero en realidad toda Nación es la suma de partes que están desarticuladas”.
Para Ricardo Gil Lavedra, “la herramienta es el diálogo”
Ricardo Gil Lavedra pasó por Santa Fe para presentar -como ex juez de la Cámara que condenó a las juntas militares en el ’85- “La Hermandad de los Astronautas”. El ex ministro de Justicia y legislador nacional pone el acento en la confianza que construyeron entre los conjueces, y en la decisión de Raúl Alfonsín, a quien “entiende” desde lo político por las posteriores leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
Con El Litoral, Gil Lavedra habló sobre eso, pero no eludió hablar sobre “un gobierno nacional en el que lo único que le preocupa a la vicepresidenta es tratar de zafar judicialmente”. Eso mientras la sociedad reclama las respuestas que la institución democrática adeuda a partir de lo que necesita, que en sus palabras es el “consenso”.
“A mí me parece -comentó el titular del Colegio de Abogados porteño- que cuando se instala el dogma, el sectarismo… la homogeneidad es contra toda democracia, no hay nunca un pensamiento único. Y toda Nación es el proceso histórico para poder integrar esas diversidades”.
– Bueno, con la herramienta democrática por naturaleza, el diálogo. El diálogo que permite la confrontación de los puntos de vista, ¿para qué? Para llegar a un marco de coincidencia. De lo contrario, es imposible el avance. Cuando se tiene una sociedad fragmentada, en la cual cada sector se siente parte de una verdad absoluta, sin reconocerle al otro que puede tener algo de razón, ahí estamos en el peor de los mundos porque está fallando uno de los elementos fundantes de la democracia, el pluralismo. Eso significa reconocer al otro, reconocer que yo tengo una parte de la verdad, no toda.
– ¿Cuándo se produce esta fragmentación? Estamos a 40 años de lo que fue la vuelta a la Democracia, pasamos el juicio a las juntas, los levantamientos carapintadas… la gente se juntó en defensa de la democracia.
– Yo creo que se fue quebrando y se fue agudizando seguramente en los últimos 15 o 20 años. Ahora, por cierto, en el mundo hay una reversión democrática. Por primera vez, los gobiernos autoritarios o los híbridos, que son fachadas…
– Autocracias electivas…
-Claro, autocracias electivas, predominan sobre las democracias liberales. En ese sentido, si uno mira a la Argentina, por supuesto que la democracia política está sana. Todavía pensamos que es importante resolver las cosas con el autogobierno, yendo a votar. El Congreso, con muchas dificultades, ahí está. Los tribunales están abiertos. Y eso, si uno mira el mundo, no es poco. Pero, por cierto, las deudas que arrastra la democracia son enormes, porque la democracia siempre trae consigo una promesa de bienestar, es decir, una promesa de que voy a vivir mejor. Y cuando uno va acumulando tantos años de frustraciones, de decepciones, frente a esta promesa incumplida, bueno, este es el caldo para que, como en el resto del mundo, aparezcan los movimientos autoritarios, los salvadores providenciales, la antipolítica. Yo espero que no, pero me parece que este es un riesgo enorme que tiene la democracia argentina. Y un desafío y un reto, para los políticos, que entiendan que tienen que construir en común un futuro mejor. Con esta sociedad tan segmentada, no es tan fácil.
– ¿Cómo se reconstituye el diálogo frente a expresiones políticas como la de Cristina Kirchner, que cancela la división de poderes, establece, digamos, una arquitectura de poder en términos de imposición hegemónica y ni siquiera cumple con la función elemental de dirigir el debate en el Senado de la Nación?
– Bueno, yo creo, por supuesto, con todo respeto, que el kirchnerismo es un gran responsable de esto, por el faccionalismo que ha tenido. Es decir, es un pensamiento dogmático que no admite fisuras y así se gobernó. Tuvieron la mayoría y el Congreso era una simple escribanía. No se admitían muchas veces cambios en los proyectos aun cuando la oposición estuviera de acuerdo con los proyectos. Y entonces yo creo que ha ido creando esta fisura tan notable. Entendiendo que la democracia es otra cosa. Esto requiere precisamente poder restablecer de vuelta una democracia plural, en serio.
– La justicia también está cuestionada, con esto del law fare, el juicio político a la Corte.
– La justicia en una sociedad democrática es importantísima. No solamente porque es la que protege los derechos, la que controla el desempeño de los otros poderes, pero la credibilidad de la justicia depende que la gente tenga confianza en que resuelve con objetividad los casos que se le llevan. Y los primeros que tienen que fortalecer a la justicia son las autoridades políticas. Pero este ataque permanente, tratar de socavar realmente a la Corte, a los tribunales superiores, en función de fallos que no gustan o de las causas que involucran también al poder… esto me parece que hace un daño inmenso, porque ¿cómo la gente entonces va a tener confianza en jueces que todos los días le están diciendo de que resuelven de acuerdo a las corporaciones, a los medios? Creo que una de las tareas en el futuro es poder restablecer esta confianza. Lo que no quita, por supuesto, de que los jueces que se desempeñen mal sean separados de sus cargos ni que uno vele para que también los procesos cumplan con todas las garantías.
Faltan jueces
“No hay sistema judicial que pueda funcionar bien con el 30% de tribunales vacantes”, advirtió Gil Lavedra. Sobre las posibilidades de que el Consejo de la Magistratura regularice la situación, señaló que “yo hago votos, por supuesto, para que el Consejo de la Magistratura pueda funcionar adecuadamente y cumpla su función. Ahora, no todos los cargos vacantes dependen del Consejo de la Magistratura. Hay una muy buena cantidad, creo que es casi la mitad de ellos, que o está atrancado en el Senado o en el Ejecutivo, por razones inexplicables. El capítulo de la justicia me parece que es un tema importante para el próximo Gobierno”.
Derechos Humanos “sin dueños”
– ¿Qué siente cuando aquellos que no participaron de la Conadep se llenan la boca con el Nunca Más?
– Los Derechos Humanos, por definición, son universales. Pertenecen, obviamente, a todos. Y me parece que la sociedad argentina ha sido un ejemplo en el mundo, llevando adelante estos enjuiciamientos, que yo creo que es un mérito más allá de que el gran gestor y quien tuvo la audacia, la intuición, fue Alfonsín. Pero el mérito pertenece a todos porque de una u otra manera toda la sociedad pudo conformar ese consenso respecto del Nunca Más. Pero lo que no es posible es la apropiación del tema de los Derechos Humanos. Y me parece que la administración del año 2003 hasta la fecha pretendió apropiarse de algo que no era mérito de ellos, sino que era un mérito de toda la sociedad. No estoy de acuerdo en decir que los dueños ‘son ellos’. Incluso es un gesto muy mezquino.
-¿Y qué reflexión le merece que los juicios hayan abarcado desde el ’76 y no antes, donde ya hubo violaciones claras a los Derechos Humanos?
– Sí, por cierto, los enjuiciamientos y los procesos parten desde que los militares tomaron el poder el 24 de marzo. Y hay antecedentes de una metodología previa, sobre todo de la Triple A. Curiosamente, fíjense que la Triple A cesó súbitamente en marzo del 76. ¿Cómo es posible? O sea que ahí hay un vaso comunicante. Pero lo cierto es que, bueno, no hay una barrera para que esto no pueda esclarecerse, ¿no? Pero no ha habido todavía suficiente luz sobre cómo fue ese tránsito entre episodios que comenzaron con el gobierno constitucional de Isabel Perón, luego se trasladaron al proceso militar. Que hay indicios de que esto ha sido así, no cabe duda, ¿no?
– Los delitos contra los Derechos Humanos no prescriben. Perro cuanto menos un juicio por la verdad sería esclarecedor para echar luz, sobre todo para evitar relatos de quienes pretenden reescribir la historia a favor de algunos intereses partidarios, no universales.
– Usted se refiere a los delitos de lesa humanidad cometidos antes del 24 de marzo. No me cabe duda y hay algún proceso que está abierto respecto a esto. No lo sé en detalle, pero ha habido muchas denuncias. Ahora, creo que falta todavía alguna explicación histórica de cómo se conectó la AAA con todo esto.
– ¿Qué nos falta hoy en la Argentina de aquella épica que demostró, en el juicio a las juntas, que una interpretación republicana de la ley y de la justicia, permitieron salir adelante a pesar de las amenazas armadas?
– Volver a comprometerse con los principios básicos de la democracia. Tiene que ver con lo que hablábamos al comienzo, de renovar nuestro compromiso con el pluralismo. Porque lo que no se advierte es que si esto no se hace, las amenazas -como ocurre en otras partes del mundo- están a la vista.