Cuentos atemporales
¿Por qué leer al genial escritor Oscar Wilde en el siglo XXI?

A más de un siglo de su muerte, los relatos del irlandés siguen vigentes. Una nueva edición invita a redescubrir su belleza, su ironía y su mirada crítica sobre el mundo.
(Por Juan Ignacio Novak) - "La vida es una cosa demasiado importante como para tomársela en serio". La figura de Oscar Wilde es una de las más interesantes de la literatura del siglo XIX, tanto por su vida que puso en entredicho a la hipocresía victoriana, como por su magnífica obra, que todavía goza de permanentes reediciones.
Como la que reeditó recientemente Editorial Planeta con una selección de sus más grandes cuentos, un género en el que se especializó. Con traducción de Catalina Montes Mozo, releer estos textos implica recordar el talento del escritor irlandés, cuyo leit motiv fue entregar belleza al mundo.
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Los relatos incluidos -en los cuales aparece su ironía y su obstinación por burlarse de los conservadores- tienen como fuente "El príncipe feliz y otros cuentos", "El crimen de lord Arthur Saville y otras historias" y "Una casa de granadas".
Entre estos, destaca "El príncipe feliz", por su crítica a la desigualdad social, en forma de fábula. Cualquier semejanza con la actualidad no es coincidencia: se ve la hipocresía de una sociedad que valora el lujo más que el sacrificio.
Preguntas que duelen
La pregunta se cae de madura: ¿Cómo es posible que los cuentos de Wilde permanezcan vigentes? Podría decirse que la respuesta no está tanto en su estilo ni en su fama, pese a que ambos rasgos participan en la explicación.
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Lo que mantiene vivos a sus cuentos es la manera en que formulan preguntas esenciales que no conocen de tiempos ¿Qué significa darlo todo por amor? ¿Dónde se esconde la verdadera generosidad? ¿Cómo se enseña la compasión?
Los lectores santafesinos, al igual que tantos otros a lo largo del planeta, siguen pensando en estas cosas. Y Wilde las responde, o mejor dicho, obliga a responderlas desde ese silencio que queda suspendido tras el punto final.
Belleza, sufrimiento y ternura
Oscar Wilde entendió que la belleza no era una forma, sino un modo de decir la verdad. En sus cuentos, el dolor nunca es explícito, pero está. Como en “El amigo fiel”, donde la inocencia es devorada por el egoísmo.
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La vigencia literaria de Wilde se apoya, así, en una fórmula que es genial: no infantiliza a sus lectores. Los respeta, les ofrece metáforas envueltas en una narración accesible. Ahí está otra de las claves de su permanencia.
El espejo de la ética
En el siglo XXI, los cuentos de Wilde resisten como pequeños espacios donde pensar, sentir, bajar un cambio. En un aula o en una biblioteca de barrio, un niño lee "El príncipe feliz" y descubre que el valor no está en las joyas sino en el acto invisible de dar.
"Wilde" película de 1997. Foto: Capitol Films
Ese gesto, enseñar valores sin sermonear, es otra razón por la cual Wilde no pierde vigencia: sus cuentos son, sin quererlo, textos con valores, pero sin moraleja obvia ni final feliz forzado. Wilde confía en el lector: él encontrará su camino ético.
La voz que no envejece
Hay algo muy moderno en la forma en que Wilde concibe la literatura, como una forma de resistencia. Quizás, en el fondo, su vigencia se deba a algo que no se puede "googlear" ni pedir a una aplicación: tocar una fibra íntima.