Datos alarmantes
En cinco años, hubo 502 accidentes en ruta 33 con 65 víctimas fatales

Enzo Navarro, integrante de la ONG de Casilda, “Construir Hacer”, alertó sobre el impacto humano y la desidia estatal en torno a la Ruta Nacional 33.
La organización civil “Construir Hacer”, nacida en Casilda como un grupo de vecinos autoconvocados tras vivir situaciones traumáticas en la Ruta Nacional 33, presentó su quinto informe consecutivo sobre siniestralidad vial. El relevamiento, que cubre desde 2020 hasta 2024, da cuenta de 502 accidentes viales, 65 víctimas fatales, 307 personas lesionadas y 783 vehículos involucrados.
Lamentablemente, estas cifras siguen en aumento y si se le suma lo ocurrido en los primeros cincos meses del año 2025, la cantidad de siniestros asciende a 534, las víctimas a 69, las personas lesionadas a 311 y la cantidad de vehículos involucrados 823.

“Nos duele tener que seguir haciendo estos informes porque los números son personas. Son familias que se destruyen y vidas que no vuelven. Pero si no lo hacemos nosotros, no lo hace nadie”, sostuvo Enzo Navarro, integrante de la ONG.
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Cinco años de monitoreo
La organización inició su trabajo estadístico en 2020 y desde entonces, de manera metódica y sostenida, produce informes anuales que permiten comparar el comportamiento de la siniestralidad en la Ruta 33. En 2024 se registraron 90 siniestros viales, 5 más que en 2023, aunque por debajo de los picos registrados en 2022 (132) y 2021 (112). En lo que va de 2025, ya contabilizan 32 incidentes más, 4 víctimas fatales y 50 vehículos involucrados.
“No hablamos solo de estadísticas frías. Cada número tiene detrás una historia de dolor. Además, muchas personas lesionadas no se recuperan completamente. Hay vidas marcadas para siempre y nadie se hace cargo”, lamentó Navarro.
También destacó que no cuentan con un seguimiento de las personas lesionadas, pero estiman que parte de esas lesiones pueden derivar en fallecimientos posteriores o discapacidades permanentes.

La Ruta 33: peligrosa, colapsada y sin mantenimiento
Navarro fue categórico al describir el estado actual de la traza: “Es una ruta que está rota, sin mantenimiento, con baches, deformaciones, poca señalización y casi sin iluminación”. Además, señaló que en muchos tramos las banquinas son intransitables y los árboles cercanos no se podan, lo que ha provocado siniestros por caída de ramas o interferencia visual.
“Llaman a la Ruta 33 la ‘ruta de la producción’, pero no tiene ni condiciones mínimas para circular. En tiempo de cosecha, relevamos más de 8.200 vehículos por día atravesando Casilda, de los cuales el 68% son camiones. ¿Cómo puede ser que semejante flujo no tenga una infraestructura adecuada?”, se preguntó.
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La autovía, una promesa que se desdibujó
Una de las principales preocupaciones del grupo es que el debate sobre la construcción de la autovía quedó completamente desactivado. “Pasamos de reclamar una autovía a pedir que corten el pasto o pongan una luz en los cruces. Estamos exigiendo lo básico, y ni eso se cumple”, expresó indignado.

Sitios críticos y causas múltiples
La ONG identificó también los tramos más peligrosos del corredor, como la curva de Pérez, que cada año suma al menos un siniestro grave. “Registramos patrones: zonas, días, horarios. Tenemos localizados los puntos más conflictivos, y aun así no hay acciones concretas para intervenir”, señaló Navarro.
En cuanto a las causas, reconoció que hay un porcentaje que corresponde a fallas humanas, como la fatiga, el uso del celular, el consumo de alcohol y drogas. “Pero el abandono del Estado también favorece esas situaciones. Si hubiese controles, presencia, campañas de concientización, se reducirían”.
Además, mencionó otros factores como las condiciones climáticas, la falta de mantenimiento del arbolado, y fallas mecánicas de vehículos que circulan sin inspección. “Hay una cadena de responsabilidades que nadie asume, pero las consecuencias las pagamos todos”, sentenció.
“Visualizar lo que nos pasó a nosotros”
“Construir Hacer” no está integrada por técnicos contratados ni responde a ningún partido político. Es una organización compuesta por vecinos comunes que decidieron transformar el dolor en acción. “Somos un grupo de personas que, junto con una profesora de estadística y un licenciado en seguridad vial, decidimos registrar lo que nos pasó. No queremos que a otros les ocurra lo mismo”, explicó Navarro.
Para finalizar, remarcó: “Hablan de producir, pero no hay logística segura para mover esa producción. Transitamos rezando llegar vivos. Mientras tanto, nadie responde”.