Consejos claves
Salud mental: pedir ayuda también es un acto de valentía
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El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una iniciativa global para concientizar sobre los problemas emocionales, derribar el estigma y fomentar hábitos y apoyos que mejoren nuestro bienestar.
(Por Luciana Lanzamidad) - El Día Mundial de la Salud Mental se instaló en la agenda internacional como una fecha clave para reflexionar sobre un tema que, pese a ser cada vez más mencionado en el espacio público, todavía carga con mitos y prejuicios.
En la actualidad, millones de personas en todo el mundo enfrentan síntomas de depresión, ansiedad y otros trastornos sin recibir el acompañamiento adecuado, muchas veces por temor al qué dirán o por falta de acceso a la atención.
En diálogo con Vivi Mejor, la Dra. María Verónica Prendes, psiquiatra (M 4229) explicó por qué la salud mental no es un lujo ni una moda, sino una parte inseparable del bienestar integral, y resaltó que la prevención, la detección temprana y el acompañamiento son pilares fundamentales para mejorar la calidad de vida de quienes atraviesan un problema emocional o mental.
“La salud mental no es un lujo ni una moda: es una dimensión inseparable de la salud integral”, afirmó la Dra. Prendes, marcando la importancia de considerar a la mente como parte del equilibrio general del organismo.
La salud mental no es un lujo ni una moda, sino una parte inseparable del bienestar integral.
De acuerdo con la especialista, emociones como la tristeza, la ansiedad o el miedo son reacciones normales frente a circunstancias de la vida.
Sin embargo, cuando estas respuestas dejan de ser proporcionales al estímulo, se prolongan en el tiempo y alteran funciones básicas como el sueño, el apetito, la concentración o las relaciones, dejan de ser simples estados afectivos para convertirse en cuadros clínicos que requieren evaluación y tratamiento.
“Esa es la diferencia central: el síntoma que persiste y limita la vida cotidiana no es un rasgo de carácter, es una enfermedad”, aclaró.
En este sentido, reconocer la línea que divide lo normal de lo patológico resulta clave para derribar la idea errónea de que una persona puede superar cualquier sufrimiento emocional solo con fuerza de voluntad.
El rol del entorno
Uno de los puntos en los que más insistió la psiquiatra es en el valor de los vínculos y del acompañamiento. “La familia y los lazos cercanos no sustituyen el abordaje terapéutico, pero actúan como factor protector: favorecen la adherencia al tratamiento, reducen el riesgo de recaídas y aportan contención emocional”, explicó.
De acuerdo con su experiencia clínica, un paciente rodeado de comprensión y apoyo tiene mayores posibilidades de recuperación que aquel que enfrenta la enfermedad en soledad o bajo el peso del estigma.
El estigma, de hecho, sigue siendo una de las principales barreras para la consulta temprana. Muchas personas temen ser juzgadas o etiquetadas, mientras que otras arrastran prejuicios en torno al uso de medicación psiquiátrica. “El miedo a ser discriminado, a que te digan que estás exagerando o que es solo falta de voluntad, hace que muchos lleguen tarde a la consulta”, señaló.
La consecuencia de esta demora es grave: postergar el diagnóstico y el tratamiento prolonga el sufrimiento, cronifica los síntomas y empeora el pronóstico. “La intervención temprana, en cambio, acorta la evolución de los síntomas y mejora la calidad de vida”, enfatizó Prendes.
Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una decisión madura que abre la puerta a una vida más plena.
Hábitos que protegen la salud mental
La especialista remarcó que la prevención es posible y tiene base científica. Existen hábitos cotidianos que, incorporados de manera sostenida, reducen de forma significativa el riesgo de desarrollar cuadros de ansiedad o depresión.
Entre ellos, mencionó:
Dormir en horarios regulares.
Realizar actividad física aeróbica.
Mantener una alimentación equilibrada.
Evitar el consumo problemático de alcohol y drogas.
Cultivar vínculos sociales y actividades de pertenencia.
En este punto, la profesional advirtió sobre el impacto de la soledad crónica. Hoy, incluso la Organización Mundial de la Salud la reconoce como un factor de riesgo para la salud mental y física, con consecuencias comparables a enfermedades graves como la hipertensión o la diabetes.
“No se trata solo de estar acompañado físicamente, sino de tener lazos de confianza y apoyo mutuo. La desconexión emocional tiene un peso enorme en el bienestar psicológico”, sostuvo.
En todas las etapas de la vida
Hablar de salud mental no es exclusivo de los adultos jóvenes o de quienes trabajan bajo presión. La especialista subrayó que cada etapa vital presenta desafíos particulares, y que en todos los casos es posible brindar acompañamiento y contención.
En los niños, explicó que se les puede hablar con ejemplos simples y claros, evitando minimizar lo que sienten.
En los adolescentes, lo central es la escucha activa: “Hay que escucharlos más que sermonearlos. Validar sus emociones sin juzgar”.
En los adultos mayores, el mensaje es que el malestar emocional no es un destino inevitable de la vejez. “Sentirse triste o ansioso no es parte obligada de envejecer. También tienen derecho a ser atendidos y tratados”, dijo.
“El denominador común en todas las edades es transmitir que pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino una decisión madura que abre la puerta a una vida más plena”, destacó la psiquiatra.
Salud mental y trabajo
El lema de este año hace foco en la importancia de la salud mental en el lugar de trabajo. El estrés laboral, la sobrecarga de tareas, la inseguridad económica y la falta de límites entre vida personal y profesional han hecho que cada vez más personas desarrollen síntomas vinculados al contexto laboral.
“Muchas veces el ámbito de trabajo puede ser un desencadenante de cuadros ansiosos o depresivos. El reconocimiento, el trato justo y la posibilidad de conciliar el empleo con la vida personal son factores que marcan la diferencia”, explicó Prendes.
La especialista subrayó que los empleadores también tienen responsabilidad: generar ambientes saludables, promover espacios de escucha y reducir prácticas que fomenten la competencia excesiva o la precariedad laboral impacta de manera directa en el bienestar de los trabajadores.
Cambio cultural
A pesar de los avances en el discurso público, aún falta mucho para que la salud mental sea vista con la misma seriedad que una enfermedad física. “Todavía se escuchan frases como ‘está así porque quiere’, ‘le falta voluntad’ o ‘es débil’. Son comentarios que duelen y desalientan la búsqueda de ayuda”, lamentó Prendes.
La especialista insistió en que la psiquiatría no busca silenciar emociones, sino acompañar a las personas en el proceso de recuperar su capacidad de vivir, elegir y disfrutar. “Reconocer cuándo lo que sentimos deja de ser pasajero y se convierte en patológico es el primer paso para sanar, y también para derribar prejuicios”, sostuvo.
El Día Mundial de la Salud Mental no es solo una fecha en el calendario, sino una invitación a reflexionar como sociedad. Cada persona puede contribuir a un cambio cultural: hablar sin miedo, escuchar sin juzgar, acompañar sin minimizar.
En palabras de la Dra. Prendes: “La salud mental es parte de la salud, y merece la misma seriedad que cualquier otra enfermedad médica”.
Cuidarla no es solo una cuestión individual, sino también un compromiso colectivo que involucra a las familias, las comunidades, los espacios laborales y las políticas públicas. Porque, al final del día, una sociedad que cuida la salud mental de sus integrantes es una sociedad más justa, empática y resiliente.