Datos oficiales
Suicidios, un fenómeno que obligar a extremar las alertas
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El informe Santa Fe Cómo Vamos 2024 advierte que las lesiones autoinfligidas siguen siendo un problema de salud pública. Aunque en la ciudad de Santa Fe la tasa mostró una leve baja en el último año, el fenómeno mantiene una tendencia creciente en el mediano plazo, con fuerte impacto en varones y adultos jóvenes.
(Por Luciana Lanzamidad) - El suicidio, definido por la Organización Mundial de la Salud como el acto deliberado de quitarse la vida, es un fenómeno complejo, multicausal y de enorme impacto social. Lejos de tratarse de una decisión individual aislada, constituye un problema de salud pública que interpela a los sistemas sanitarios, a las políticas públicas y a la comunidad en su conjunto.
En la provincia de Santa Fe, los datos más recientes del informe Santa Fe Cómo Vamos 2024 vuelven a poner el tema en agenda. Durante el último año se registraron 422 muertes por lesiones autoinfligidas, con una incidencia significativa en el departamento La Capital y, particularmente, en la ciudad de Santa Fe.
Un problema de alto impacto
De acuerdo con el relevamiento oficial, del total de 422 suicidios registrados en la provincia durante 2024, 89 ocurrieron en el departamento La Capital y 52 en la ciudad de Santa Fe. Esto significa que la capital provincial concentró el 12,3% de los suicidios ocurridos en todo el territorio santafesino y el 58,4% de los casos a nivel departamental.
La tasa de suicidios por cada 100.000 habitantes permite dimensionar mejor la magnitud del problema. En la provincia de Santa Fe, ese indicador se ubicó en 11,6%, mientras que en el departamento La Capital ascendió a 14,8%. En la ciudad de Santa Fe, la tasa fue de 11,8%, levemente por encima del promedio provincial.
Durante el último año se registraron 422 muertes por lesiones autoinfligidas.
El análisis de la evolución temporal muestra una señal de alerta. Entre 2021 y 2023, la tasa de suicidios en la ciudad de Santa Fe evidenció una tendencia creciente, con un aumento acumulado de 6,4 puntos porcentuales.
En 2024, si bien se observa una disminución de 1,5 puntos porcentuales respecto del año anterior, el nivel sigue siendo elevado y confirma que se trata de un fenómeno persistente.
Quiénes son las principales víctimas
El informe también permite trazar un perfil etario y de género de las personas fallecidas por lesiones autoinfligidas en la ciudad de Santa Fe durante 2024. Los datos muestran que se trata de una problemática que afecta principalmente a personas en edades productivas y activas.
Del total de muertes registradas, el 9,6% correspondió a adolescentes de entre 10 y 19 años. El grupo con mayor proporción fue el de jóvenes de 20 a 29 años, que representó el 25% de los casos. Le siguieron las personas de entre 40 y 49 años, con el 23,1%, y el grupo de 30 a 39 años, con el 21,2%.
En los tramos etarios mayores, el 5,8% de las muertes se registró entre personas de 50 a 59 años, otro 5,8% entre quienes tenían entre 60 y 69 años, el 1,9% entre los 70 y 79 años y el 7,6% restante en personas de entre 80 y 90 años.
En Argentina, un adolescente se quita la vida por día.
La variable sexo también muestra una marcada desigualdad: el 65,4% de las personas fallecidas por suicidio en la ciudad de Santa Fe fueron varones, una tendencia que se repite en los registros provinciales y que suele asociarse a múltiples factores sociales, culturales y de acceso a redes de contención.
Si bien las lesiones autoinfligidas representan un porcentaje menor dentro del total de defunciones, su impacto no puede subestimarse.
En la ciudad de Santa Fe, las causas externas explicaron el 4,9% de las muertes durante 2024, dentro de un escenario dominado por las enfermedades infecciosas y parasitarias (29,3%), las patologías del sistema respiratorio (19,1%) y las enfermedades del sistema circulatorio (17,6%).
El informe Santa Fe Cómo Vamos 2024 ubica a los trastornos mentales y del comportamiento con el 0,6% de las causas de muerte registradas. Sin embargo, los especialistas coinciden en que el suicidio no puede leerse únicamente desde esta categoría, ya que intervienen determinantes sociales, económicos y vinculares que exceden el diagnóstico clínico.
Contexto nacional
Cómo ya había publicado El Litoral, los suicidios, especialmente en adolescentes y jóvenes, constituyen una de las principales preocupaciones en materia de salud mental a nivel nacional.
En Argentina, un adolescente se quita la vida por día, y esta es hoy la segunda causa de muerte entre los 10 y 19 años, según datos del Ministerio de Salud de la Nación y UNICEF.
El documento oficial del Ministerio de Salud “Herramientas de trabajo para la prevención del suicidio adolescente (Senaf, 2025)” sostiene que el suicidio es un fenómeno multidimensional, asociado a duelos, conflictos familiares, falta de apoyo emocional, violencia en distintos ámbitos, problemas de salud mental no atendidos, presiones escolares o sociales, y situaciones críticas que el joven no logra sobrellevar.
En los últimos años se combinan factores que profundizaron esa vulnerabilidad:
Inestabilidad económica y social.
Adultización precoz.
Debilitamiento de los vínculos familiares y comunitarios.
Aislamiento emocional.
Mayor presión por el rendimiento y la imagen.
Impacto de crisis sanitarias y sociales.
Exposición constante a violencia digital y comparaciones.
Menor tolerancia al fracaso.
Este entramado genera un escenario donde un malestar persistente puede transformarse en riesgo.
El documento oficial sostiene que los intentos de suicidio que recibieron contención adecuada del entorno familiar o institucional pudieron evitar desenlaces fatales. La intervención adulta, oportuna y sostenida, es determinante.
El documento de Senaf subrayó que la prevención del suicidio adolescente es responsabilidad de la familia, las instituciones y la comunidad. Los adultos que trabajan o conviven con adolescentes deben reconocer señales, habilitar la palabra y actuar sin demora.
La participación comunitaria, la articulación intersectorial y la construcción de entornos protectores son claves para mitigar riesgos y fortalecer factores de protección, como:
Vínculos afectivos sólidos,
Actividades significativas,
Espacios para la expresión emocional,
Referentes adultos disponibles.

