Transformación en los hábitos de consumo
También en Venado la crisis económica redefine los hábitos de compra
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El comportamiento del consumidor se adapta a un escenario de bajo poder adquisitivo, con compras más pequeñas, desconfianza en las promociones y un creciente uso de medios electrónicos de pago. La crisis también afecta la rentabilidad de los supermercados, que deben ajustar sus estrategias para mantener su competitividad.
En un contexto marcado por la crisis económica, más allá de una inflación controlada en los últimos meses, el cambio en los hábitos de consumo es evidente. Martín Bonadeo, referente de la cadena de supermercados Muy Barato, con Casa Central en Venado Tuerto, analiza el impacto de las restricciones sobre las decisiones de compra de los consumidores y cómo los pequeños ajustes se reflejan en el comportamiento de los compradores.
"Hoy en día, la gente está optando por compras más chicas, con un enfoque claro en el precio", explica Bonadeo. Según el empresario, el consumo cambió radicalmente desde la pandemia y las épocas de inflación galopante, donde los consumidores solían acopiar productos a gran escala ante posibles faltantes o sucesivos ajustes de precios. Sin embargo, hoy la tendencia es otra. "El acopio ya no es una prioridad. Las compras más grandes de productos como papel higiénico o atún, que eran comunes antes, hoy quedaron atrás", comenta.
El comportamiento del consumidor se fue adaptando a la situación económica del país. Frente a las limitaciones económicas, las familias comenzaron a optar por una gestión más estricta de su dinero. El precio, más que nunca, es el factor decisivo, y los consumidores son cada vez más cuidadosos con las ofertas y promociones que encuentran en las góndolas.
Desconfianza en las promociones
Bonadeo también destaca un fenómeno que está afectando las decisiones de compra: el bombardeo constante de información y promociones a través de las redes sociales y medios digitales. “La gente está cada vez más saturada de publicidad en Internet, ya sea sobre ofertas de productos, descuentos o promociones. Nos bombardean constantemente con mensajes, pero muchas veces es imposible comprobar si las ofertas son reales o si las promociones realmente benefician al consumidor”, afirma. Este exceso de información, sumado a la constante exposición a mensajes comerciales, genera una mayor desconfianza entre los compradores. A menudo, las promociones que parecen atractivas en las plataformas digitales, no cumplen con las expectativas o resultan ser engañosas, lo que provoca que los consumidores se muestren más cautelosos al momento de tomar decisiones de compra.
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Según el comerciante, el exceso de publicidad en redes sociales crea una saturación que contribuye a una creciente desconexión entre los consumidores y las marcas. “El bombardeo digital es tan constante que muchas veces el mensaje se diluye o pasa desapercibido. La gente está comenzando a filtrar esta información y, en lugar de generar impulso de compra, lo que produce es una sensación de agotamiento”, agrega. Esta saturación también dificulta la labor de los supermercados, que deben encontrar maneras más genuinas y efectivas de comunicarse con sus clientes, en un entorno donde la confianza se volvió un valor cada vez más preciado.
Preferencia por compras más conscientes
La crisis económica también está fomentando una nueva relación con los productos de consumo. En un ambiente de baja inflación, pero sueldos estancados, productos como las bebidas gaseosas y alcohólicas, tradicionalmente consumidos de forma masiva, mermaron su volumen de ventas. "Uno de los rubros que más cayó es el de las bebidas sin alcohol, especialmente las gaseosas", alerta.
En paralelo, otros sectores están ganando terreno, como los alimentos de sustitución -segundas o terceras marcas-, que ofrecen una opción más económica sin sacrificar lo esencial. "El consumidor está eligiendo alimentos más accesibles, que tal vez antes no estaban en el radar, como los productos de menor valor", agrega. Esta tendencia se ve reflejada en la compra de productos más baratos, muchas veces con la finalidad de ajustar los gastos a la nueva realidad económica, donde el marcado encarecimiento del costo de los servicios atentó contra el consumo de alimentos, bebidas y otros artículos de primera necesidad.
“Desde ya que hay realidades diferentes, según el producto. La leche, por ejemplo, muestra un aumento menor en comparación con otros productos, ya que hay una sobreoferta en el país que ayuda a contener los precios. Sin embargo, el aceite, un bien exportable, especialmente el de girasol, experimentó un aumento del 50% a lo largo del año”, subrayó Bonadeo.
En la misma línea de análisis, especificó que los costos de productos básicos aumentaron en promedio alrededor del 32% en el último año, mientras que los gastos generales de la cadena crecieron un 55%. "Eso significa que, en términos generales, los costos operativos, como energía, salarios y logística, superaron los incrementos en los precios de los alimentos", evaluó.
Estas disparidades en la estructura de costos obligan a los supermercados a replantear sus estrategias y adaptarse a los nuevos hábitos de los consumidores, quienes buscan siempre la mejor relación precio-calidad. “Las caídas en las ventas refleja el impacto que tiene la crisis económica sobre las decisiones de compra”, indicó, acotando que “la retracción del consumo en los supermercados, en promedio, llega al 9 por ciento en volumen en lo que va del año”.
Cambios en los métodos de pago
Otro de los cambios importantes en los últimos tiempos es la forma de pago. "Hoy en día, tenemos un 75% de nuestras ventas realizadas mediante tarjetas de crédito o pagos electrónicos", comenta el referente de Muy Barato. También sostuvo que la evolución de los métodos de pago refleja la digitalización creciente de la economía, una tendencia que se ve reflejada en el consumo de otros rubros, como la comida, que experimenta un crecimiento en los servicios de delivery y pedidos online.
Esta transición hacia el pago electrónico, lejos de ser una casualidad, también es vista como una adaptación a las nuevas costumbres y expectativas de los consumidores. "Creo que en dos o tres años la plata en efectivo será cosa del pasado", avizora Martín Bonadeo. La tendencia hacia el pago digital se aceleró y los consumidores prefieren pagar con tarjeta o mediante sistemas como QR, lo que facilita tanto la compra como la trazabilidad de las transacciones.

