Frente a Milei
Tedeum en la Catedral Metropolitana: García Cuerva pidió unidad y terminar la guerra entre nosotros

En el acto patrio en la Catedral porteña, el arzobispo Jorge García Cuerva ofreció un mensaje directo al Presidente y a toda la dirigencia política: llamó a sanar la Argentina, dejar atrás la violencia y construir una Nación reconciliada. La ausencia de diálogo entre Javier Milei y Victoria Villarruel marcó la jornada.
Juan Pablo Peralta - Periodista acreditado en Casa Rosada.
Este 25 de Mayo no se repitió la foto de Javier Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, caminando juntos desde la Casa de Gobierno hasta la Catedral de Buenos Aires. El Arzobispado cursó las invitaciones a los dos, y por supuesto al Gabinete nacional y a otras autoridades nacionales y porteñas. Desde el viernes se convocó “a la ciudadanía a traer su bandera Argentina y participar de los eventos”, mediante un comunicado oficial que adelantó el Tedeum y el cambio de guardia del Regimiento de Infantería 1 Patricios en el marco del 215° aniversario de la Revolución de Mayo.
La titular del Senado llegó unos 15 minutos antes de las 9 de la mañana a la Iglesia emblema de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su arribo se emitió en vivo a través de la transmisión oficial, que al instante hizo foco en el Presidente de la Nación marchando al frente de sus funcionarios por la Avenida Rivadavia, que como ocurre siempre en estas circunstancias, se encontraba totalmente vallada en ese tramo. A la derecha, lo acompañaba su hermana Karina Milei (Secretaria General de la Presidencia) seguida del titular de Defensa, Luis Petri. Del otro lado iba el jefe de Gabinete Guillermo Francos; el canciller Gerardo Werthein y el mandamás de Hacienda, Luis Caputo. Detrás, Patricia Bullrich (Seguridad), Mariano Cúneo Libarona (Justicia), Sandra Pettovello (Capital Humano), Mario Lugones (Salud), Federico Sturzenegger (Desregulación y Transformación del Estado); el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem y el vocero del Poder Ejecutivo Nacional, Manuel Adorni, entre otras figuras de la administración central.

El Primer Mandatario hizo el breve recorrido de cien metros saludando a los asistentes con su mano en alto y charlando sonriente con el granadero que lo custodió en el trecho hasta que fue recibido por los representantes religiosos, que como parte del protocolo, lo escoltaron en la subida por las escalinatas hasta el ingreso al histórico edificio donde descansan los restos del General Don José de San Martín. El arzobispo de la CABA, Jorge García Cuerva -junto al resto de las autoridades eclesiásticas- extendió la mano a Milei y al resto de los integrantes del Gobierno.
En el ingreso por el sector central de la nave que da al altar, el Presidente se abrazó a algunas personas pero evitó saludar al intendente de la Ciudad, Jorge Macri y a la vicepresidenta Villarruel, quien como ordena el reglamento, lo siguió detrás sin tener contacto con ninguno de los altos referentes de la Casa Rosada. De ese modo, se mantuvo a la derecha del titular del PEN cuando se efectuó el homenaje en el mausoleo del Padre de la Patria. Luego de que sonara el toque de corneta en señal de duelo, el mandatario se posicionó en una silla ante el tabernáculo con un reclinatorio que no utilizó.

En su homilía, el arzobispo García Cuerva pidió al inicio que “podamos vivir en paz y prosperidad”. Recordó la figura del recientemente fallecido Papa Francisco (Jorge Mario Bergoglio) y de inmediato se encaminó a emitir un mensaje de unidad que deje de lado el odio desde “la casa de todos”, expresó, para resaltar que “nuestra Argentina se cure y viva” porque “experimentamos que se está muriendo la fraternidad, se está muriendo la tolerancia, se está muriendo el respeto, y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro y las esperanzas de forjar una argentina unida, una Patria de hermanos”, realzó el prelado.
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“Años de promesas incumplidas y estafas electorales que nos hicieron perder las ganas de participar. Nos hicieron perder el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar porque pensamos: “otra vez lo mismo”, “nada va a cambiar”; sentimientos e ideas que afloran cuando se experimenta que nos mintieron muchas veces”, refirió el sacerdote enfocándose en la baja participación en los últimos comicios provinciales y en la Capital Federal. García Cuerva añadió que “nuestro país también sangra. Tantos hermanos que sufren la marginalidad y la exclusión; tantos adolescentes y jóvenes víctimas del narcotráfico, que en algunos barrios es un estado paralelo; tantas personas que están en situación de calle; las familias que sufrieron las inundaciones; las personas con discapacidad; tantas madres que ya no saben qué hacer y cómo evitar que sus hijos caigan en las garras de la droga y el juego; los jubilados que merecen una vida digna, con acceso a los remedios y a la alimentación”, enfatizó.
El Arzobispo porteño se preguntó, bajo la mirada atenta de Milei por delante: “¿Cuántas generaciones más y hasta cuándo deberán reclamar por jubilaciones dignas?”, y agregó que “Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan todo, y los que han vivido de privilegios que los alejó de la calle, de los medios de transporte público, de saber cuánto valen las cosas en un supermercado; alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones”, acentuó. En esa línea, yendo al tiempo de los inicios del cristianismo, el clérigo mencionó que “a veces estamos adormecidos por la indiferencia y el individualismo, hay quienes se burlan de Jesús”, criticó. “Son los haters (odiadores) de aquélla época, los que difaman, desprecian o critican destructivamente a una persona, a una entidad, o una obra; los que odian y justifican su desprecio; el terrorismo de las redes, como decía el Papa Francisco . Hemos pasado todos los límites, la descalificación, la agresión constante, el destrato, la difamación, parecen moneda corriente”, subrayó.
Citando al nuevo líder del Vaticano, León XIV, el religioso comentó que Robert Prevost le habló a los representantes de los medios de comunicación hace unos días y les dijo que “la paz comienza por cada uno de nosotros, por el modo en el que miramos a los demás, escuchamos a los demás, hablamos de los demás; y, en este sentido, el modo en que comunicamos tiene una importancia fundamental; debemos decir “no” a la guerra de las palabras y de las imágenes”, destacó, para sumar: “Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”, advirtió.
Sobre el final de la exposición, monseñor Cuerva solicitó: “Basta de vivir paralizados en el odio y el pasado, basta de estar con la esperanza por el suelo; es hora de ponerse de pie, unidos, no a los empujones en un “sálvese quien pueda”, no a costa de los demás, o dejando a muchos al costado del camino de la vida”, y declaró que “muchos hermanos tienen hambre de pan, revuelven basura buscando qué comer, pero todos tenemos hambre de sentido de vida, hambre de Dios. Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación; el pan viejo de la indiferencia y la insensibilidad; estamos empachados de panes sin sabor, fruto de la intolerancia; el pan agrietado por el odio y la descalificación”, planteó.

Al cerrar, el presbítero recordó cuando Bergoglio manifestó “que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”, y solicitó que “comencemos a caminar unidos, a caminar dialogando, a caminar hermanados, a caminar con esperanza; las nuevas generaciones y nuestros hijos, se merecen que les dejemos un país curado, un país reconciliado, un país de pie y con horizontes. No los defraudemos”, demandó García Cuerva, en el final de una jornada en la que Milei -tras la actividad religiosa y el mensaje del Arzobispo- hizo un posteo en X con la frase: “ROMA NO PAGA TRAIDORES”, reproduciendo el tuit de uno de sus seguidores que publicó una vieja foto del presidente y el jefe de gobierno porteño (Jorge Macri) saludándose, y en contraposición, la de este domingo en la Catedral en la que lo dejó con la mano extendida, negándole la salutación oficial en el día patrio.