Un derecho humano fundamental
Unas 400 personas buscan su identidad de origen en Santa Fe
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Son historias por fuera del período de la última dictadura, que revelan situaciones de alta vulnerabilidad.
Una madre que alumbró en un centro de salud y le dijeron que su hijo había nacido muerto; otra, casi niña, a quien prometieron mejorar su situación económica a cambio de su recién nacido; una más a la que le advirtieron que no podía conservarlo.
Las situaciones son esas o tantas otras como historias existan. Pero el resultado es el mismo: un rastro que se pierde y un desencuentro que puede durar toda la vida.
No solo eso: son fechas de nacimiento difusas, características físicas y preferencias que no se reconocen ni se explican y una historia clínica que, basada en una vida ficticia, puede derivar en antecedentes médicos desconocidos o enfermedades hereditarias que no son tales.
En las redes sociales circulan grupos de búsqueda de identidad que exponen la historia particular de sus integrantes e intentan arrimar datos para dar con la persona a la que rastrean, pero también para aportar a la pesquisa de otros; un entretejido cuyo fin es anudar el destino de madres, padres, hijas, hermanos.
El martes 28 de octubre se realizó, en el auditorio de Casa de Gobierno, un encuentro por la identidad biológica o de origen, organizada por la Secretaría de Derechos Humanos, a cargo de Emilio Jatón, junto a grupos de búsqueda y con participación de organismos públicos.
El objetivo, como en encuentros anteriores, fue abrir espacios de debate e instalar una temática muchas veces desconocida, o asociada, solamente, a los casos vinculados con la última dictadura cívico-militar.
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¿De qué signo sos?
“¿Aquí hay alguien de Cáncer?” La pregunta. lanzada por Gisela Santucci, sorprendió al auditorio. Alguien levantó la mano, ella le leyó el horóscopo que por años habrá seguido creyendo que definía su personalidad.
Pero no, ella es de Géminis y lo supo recién cuando llegó a conocer su fecha real de nacimiento y logró hacer match entre sus dudas de toda la vida y la realidad que asoma pero a la que todavía le faltan varias partes por reunir.
Puede parecer frívolo hablar de signos, pero en realidad es apenas una muestra de la cantidad de información adulterada, falsa que se construye alrededor de personas que, como Gisela, buscan la verdad porque “siempre sana”.
Ella logró llegar a una parte de su familia y en 2024 encontró en Santa Fe a un hermano (por parte del padre) que la sigue acompañando en el resto de la búsqueda. “Yo ya se quién soy, quiero saber quién hubiese sido”, reflexiona.
Quien levantó la mano para afirmar que sí era de Cáncer es María de los Ángeles Cardot (Mara) que, según su DNI nació el 2 de julio de 1968 en Neuquén aunque en realidad fue el 23 de junio. “Sigo siendo del mismo signo”, ironiza.
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Integra el grupo Patagonia por la Identidad y también tiene un largo recorrido en busca de su identidad de origen, mientras afirma que a veces ella y otros en su misma situación se sienten “invisibilizados”.
Mara es clara en los términos: “Por respeto a la adopción, en nuestros casos hay que decir apropiación, sustitución de identidad, robo o trata de bebés”.
Como otras personas que buscan, asegura no juzgar a "las madres que nos parieron ni a las que nos apropiaron”, aunque “tampoco hay que romantizar el encuentro” que a veces se procura, en otros se evita y no siempre tiene final feliz.
Mientras tanto, para quien busca el tiempo se escurre y el riesgo de dejar el rompecabezas sin armar crece. Por eso el reclamo para que se impulse en el Congreso una ley nacional, la recomendación de “no dar de baja Facebook” porque mucha información de buscadores circula por allí.
También hay un llamado a las instituciones para que faciliten los registros que puedan poner nombres y fechas a tantas historias que, por ahora, permanecen en pausa.
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Una ley pionera
Desde el año 2017 rige en la provincia de Santa Fe la ley 13.725 de “Derecho a archivos para conocer la identidad biológica o de origen”.
La norma fue reglamentada en 2023 por el decreto 858 y tiene por objeto garantizar un derecho humano fundamental, como es el acceso a la identidad a toda persona que presuma que ésta ha sido suprimida o alterada.
También dispone el acceso libre y gratuito a registros de partos, nacimientos, neonatología, defunciones e historias clínicas archivadas en establecimientos de gestión pública o privada, provinciales o municipales.
Además, establece las responsabilidades de la autoridad de aplicación, que es la Secretaría de Derechos Humanos, y fija pautas destinadas al Registro Civil y al Ministerio de Salud: ambos organismos son indispensables en esa búsqueda.
Son alrededor de 400 personas que buscan su identidad en la provincia y se desconoce cuántos son en todo el país, explicó Jatón. Santa Fe es pionera en contar con una ley propia y si bien en algún momento estuvo cerca de debatirse una norma a nivel nacional, quedó en el camino.
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Aún con un marco legal, “en la provincia tenemos buscadores que todavía no se animan a iniciar este camino por vergüenza o por miedo”, asegura la psicóloga Andrea Cerdá, que integra el equipo de la Secretaría.
¿Por qué miedo? “La mayoría son mujeres que han tenido sus niños siendo adolescentes, empleadas domésticas cama adentro que desconocen el circuito por el cual perdieron el rastro de su hijo. O son madres que egresaron del hospital con la noticia de que su hija o hijo estaba muerto”.
Además de la dificultad de rastrear entre anotaciones hechas a mano, archivos que se perdieron o se descartaron, existe otro desafío, como es indagar en un lugar distinto al de nacimiento.
Para eso el trabajo en red e interjurisdiccional es fundamental, como también lo sería una norma nacional que trasponga las fronteras provinciales. Sólo Santa Fe, Mendoza y Misiones tienen leyes en este sentido ya reglamentadas.
“El mes pasado cerramos una búsqueda iniciada en 2014”, señala Jatón para dar idea del tiempo que demanda esta tarea.
Un dato curioso: “Son más los hijos e hijas que buscan a su madre que al revés”, apuntó Cerdá. Por eso el trabajo en red incluye a los EMPA, los CAF, centros de salud y otros efectores que puedan tener contacto con esas madres para que acompañen el proceso de búsqueda.
Luego, podrá darse el encuentro o no. Pero la búsqueda habrá concluido.

