Viejo Hospital en estado de abandono: debería doler, pero no…
(Por Mauro H. Bertozzi) – Es una reliquia que está para demoler, se lee en las redes. Es un lugar que atesora los más bonitos recuerdos, haciendo alusión a los miles de venadeses nacidos ahí. Fue responsabilidad del Socialismo… es responsabilidad del Peronismo.
No se tardó tanto tiempo en ponerse de acuerdo entre el presidente de la comisión de fomento del pueblo de Venado Tuerto, don Patricio Kirk, el doctor Alejandro Gutiérrez y un grupo de vecinos que debatieron rápidamente si construirían una sala de emergencias o un primer hospital, por allá en 1907, con inauguración un año después. Para tal fin, esta inquietud fue oída por la recientemente formada “Logia Masónica A. G. Adams”, constituida en la avenida Centenario 285, dirigida por el mismo Arturo Adams, Albert de Brouckere y Jorge Isacc, entre otros. Este compromiso fue abordado por la centenaria e infalible contundencia, que bien identificada y representada está en su simbología.
Hebert Sinclair sostuvo la construcción del primer pabellón, dirigiendo su propio diseño. Innumerables colaboraciones y comisiones recaudadoras de fondos se hicieron eco del propósito social. El propio Cayetano Silva realizó sus aportes líricos para la causa. En honor a ellos, representados en la primera comisión pro-Hospital, los señores: Patricio Kirk, como presidente, y Miguel Glaría, Alejandro Gutiérrez, Miguel Andueza, Albert de Brouckere y la comisión de damas, como Mc Keon de Kirk y otras mujeres que secundaban infinitas tareas (Zar, Puccio, Flugerto y Cucchiani, entre otras).
Oportunamente, por el 1900, la idea estaba centrada en la utilización del terreno donde hoy está plantada la Casa del Niño-CANEA, tratándose de un pabellón sanitario. A raíz de estos movimientos, unos de los benefactores del pueblo, don Jorge Isacc, donó los terrenos respectivos donde se erigiría finalmente la obra. Fue entonces que la necesidad, ante muchos casos de viruela, hicieron que una precaria carpa de chapas de zinc, con una modesta cocina, asumiera los primeros tropiezos, sinsabores y penurias que arrojarían esas crónicas ya olvidadas. Ese viejo pedazo de historia que hoy yace en medio de la deteriorada y tétrica postal que los últimos gobiernos abandonaron, cuya piedra fundamental estuvo a cargo del arquitecto Alejo Pazos.
Fue así que en tiempos donde la ciencia y la salud no era una prioridad para aquel pueblo naciente, donde la pampa domada y los venados vencidos ya no hacían fuerza al venado naciente, el gobernador de turno, Pedro Echagüe, asistía a la colocación de la piedra fundamental. Padrino de aquella proeza edilicia, de estilo francés, con ladrillos cocidos, mármol y maderas centenarias. Fuerzas públicas y privadas dieron el puntapié inicial para tener el primer hospital.
Como ciudadano me pregunto… ¿vendrá nuevamente algún gobernador a valorizar todo un esfuerzo centenario? ¿Dejaremos como sociedad el reflejo de inoperancia política? Hoy el primer pabellón es un vestigio más del 1900, que al andar por la urbe, solo produce acostumbramiento a la falta de respeto por aquellos pioneros en la salud.
Y hago mías las palabras del autor Gustavo Pettinari, quien amistosamente nos dejó la siguiente prosa:
Edificios que entrañan leyendas
los hay muchos en el viejo Venado
Pero hay uno que se ha destacado
y de historias ya perdió la cuenta.
Se trata de aquella fachada
que imaginó Don Alejo Pazos
arquitecto que eligió los trazos
para darle al hospital su alzada.
La idea surgió de un puñado
de hombres que forjaron duro
la visión de un remoto futuro
para la sanidad aquí en Venado…
Debería doler, pero no…