Lo que nos cuentan las palabras
Aquellos ojos verdes...

Graciela Pacheco de Balbastro
Una palabra es imán de la otra, dijo Julia Kristeva. Y ocurre frecuentemente con la lectura de un libro, que despierta ecos de lejanas memorias que creíamos perdidas. Eso me ocurrió leyendo "El italiano", novela de Arturo Pérez Reverte. El protagonista es veneciano y tiene "ojos del color de la hierba húmeda". Dice el autor: el verde de los ojos glaucos, "glaucopis", como los de Atenea (1). En la mitología griega, se creía que las personas poseedoras de ojos verdes eran poderosas. Posteriormente, en el medioevo europeo, se tenía el convencimiento que las personas con ojos verdes tenían capacidades sobrenaturales.
Tal vez por ello Pérez Reverte describe a Teseo Lombardo con ojos verdes, porque para cumplir con las hazañas que relata, debía tener poderoso dominio de su cuerpo, de su destreza, de su templanza y lograr el hundimiento de tantas embarcaciones inglesas en las adyacencias de Gibraltar, como ocurrió en la realidad, pues este es el trabajo de cuarenta años de investigación del autor: "Los ojos verdes nos han fascinado desde hace mucho tiempo con su impactante y misterioso encanto. A lo largo de la historia, los ojos verdes han estado rodeados de mitos y leyendas que acrecientan su enigmática reputación. En diversas culturas, suelen asociarse con un sentido de misterio y magia" (2).

Pero no solo Pérez Reverte se apoya en ese especial color de ojos. Tanto en la literatura como en la música, los ojos verdes parecen ¡Cotizar en Bolsa! Ya sabíamos que Circe, la hechicera, tenía ojos verdes y que (¿Por maga o por hermosa?) podía transformar a los hombres en cerdos y enamorar a Ulises. En la Cantiga de mediados del siglo XIII, el trovador portugués João García de Guilhade, confiesa: "(...) Os olhos verdes que eu vi/me fazen ora andar assi" ("Los ojos verdes que vi/ me hacen andar así").
En "La Celestina", Melibea es la joven que Calisto describe con "Los ojos verdes, rasgados; las pestañas, largas; las cejas, delgadas (...)" (3). Ojos verdes que los llevan al desastrado fin, empujados por la vieja alcahueta Celestina. Un estudio acerca de la belleza de Melibea, dice que "los ojos verdes son raros (...), son ojos verdaderamente exóticos, y por ello bellísimos, inolvidables para aquellos que hayan tenido la suerte de cruzar con ellos la mirada" (4).
"Brillante el iris lo ostenta"
En el corpus del Cancionero General que adquirió la Hispanic Society of America figura un tomo en cuyo lomo se lee "Poesías del Siglo XVI", donde hay unos fragmentos bellísimos que dicen: "¡Ay, ojuelos verdes!/ ¡Ay, los mis ojuelos!/ ¡Ay, hagan los cielos/ Que de mi te acuerdes!"/ Ay, ojuelos verdes,/ ay, los mis ojuelos" (5). Y el compilador acuña en sus comentarios que "The Spaniards, with good reason, consider this colour of the eye as beautiful, and celebrate it in a song; as, for example, in the well-known..." (5 bis).
Miguel de Cervantes Saavedra, admirador de esa otra obra cumbre que fue la tragicomedia "La Celestina", bautizó como Dulcinea (todo parecido es intencional) a la rústica Aldonza Lorenzo quien, al igual que Melibea, tenía ojos verdes: "los de Dulcinea deben ser de verdes esmeraldas, rasgados" (¡Todo parecido es intencional!) (6). Igualmente Gustavo Adolfo Bécquer se encariñó con los ojos verdes. Así, para consolar a una niña que los tenía, pero que por raros a ella no le gustaban, le dedicó la Rima XII, aquella que dice: "Porque son, niña, tus ojos/ verdes como el mar te quejas:/ verdes los tienen las náyades,/ verdes los tuvo Minerva/(...) El verde es gala y ornato/ del bosque en la primavera/ Entre sus siete colores/ brillante el iris lo ostenta. Las esmeraldas son verdes (...)" (7).
En el caso de la cultura española el verde es color litúrgico, pero también el de la virtud de la esperanza. Por eso los ojos verdes estaban arraigados en la psique española como exponentes de la hermosura de quien los poseía. Pero ojo, por seductores pueden llevar al extravío. Lo dijo el propio Bécquer en su cuento "Los ojos verdes" (8), cuando el "yo escritor" relata: "Creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. (...) Eran, luminosos, transparentes, como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano".
Pero no sólo en Europa ese extraño poder del color verde, hace escribir a dramaturgos y poetas, Salvador Díaz Mirón (9), el poeta mexicano, de rodillas implora por la atención de unos "Ojos Verdes": "Ojos que nunca me veis,/ por recelo o por decoro,/ ojos de esmeralda y oro (...). // Ojos en que reverbera/ la estrella crepuscular,/ ojos verdes como el mar,/ como el mar por la ribera (...) Ojos color de esperanza// (...) Ojos con aspecto de hojas/ empapadas de rocío". Comparaciones todas ellas que hacen "pendant" con los "ojos del color de la hierba húmeda", como describe Pérez Reverte a Teseo Lombardo.
De color incierto, "según la luz"
¡Todas las comparaciones nos recuerdan a un palimpsesto! Gustave Flaubert, con su personaje Madame Bovary, hizo correr ríos de tinta y celuloide. Y uno de los temas de discusión es si siendo el escritor más exigente y cuidadoso en el arte de escribir,... ¿se equivocó al retratar a Emma y el color de sus ojos? ¡Ojos negros que no eran negros! ¡Y que resultaron verdes después!
Pero entonces Julian Barnes viene en nuestro auxilio, para dilucidar en definitiva de qué color eran los ojos de Emma Bovary y describir de la siguiente manera a la mujer en la que se basó Flaubert: "No era guapa, más bien bajita, … y en sus ojos, de color incierto, verdes, grises o azules según la luz, había siempre una expresión suplicante". Vladimir Nabokov, en sus clases supo decir que los ojos de Madame Bobary "tenían algo así como capas sucesivas de colores" (es que Flaubert sabía lo que hacía).
Otro de los raros encantos que tienen los ojos verdes es que responden como pocos a la magia de la luz: "De acuerdo a un estudio publicado por la Corporation Impulse de Los Ángeles, el color de ojos verdes es el único que puede variar tanto de acuerdo al estado del tiempo, como al estado anímico. Van desde azules, grises, a verdes más intensos" (10). Se cree que las personas de ojos verdes suelen ser más sensibles emocionalmente. En 1952, Mirtha Legrand filmó "La de los ojos color del tiempo" (11), película basada en la novela "Lil, la de los ojos color del tiempo" de Guy de Chantepleure (12).
Rubén Darío también anduvo muy ocupado con los ojos de Atenea, la de ojos verdes y los de La Sirena. En ese poema, Darío la describe con "unos ojos glaucos, de un color de ensueño,/ que brillan como el agua en el sol". Antonio Machado en el poema "Olivo del camino" al cantarle loas a este árbol casi sagrado, dice: "Al borde del camino que blanquea,/ guarde tus verdes ramas, viejo olivo,/ la diosa de ojos glaucos, Atenea".
Francisco Madariaga, "Coco" Madariaga, desde su Corrientes "porá" supo encontrar "Una nativa de ojos verdes", la que nos describe así: "(...) una mirada de llamarada verde me arrebató,/ y una herida como nenúfar entre las piernas de una extraña muchacha,/ que -a veces- se pintaba la pasionaria de sus ojos verdes (...)". Y así se podría seguir enumerando los ejemplos literarios, en los que si la dama era hermosa, la engalanan esos ojos verdes que enamoran.
En la historia, la música y el arte
Pero alejados de la literatura, y ya en nuestra caótica historia nacional, hay otros ojos glaukós que llevan a la muerte a un héroe. Fueron los de Damasita Boedo, amante de Juan Lavalle en su última noche. De esta bella salteña, unos dicen que sus ojos eran azules y otros dicen que eran verdes, como los de color de esperanza en la huída hacia el norte del general Lavalle. ¿Azules o verdes? Ya hemos visto qué cambiantes son, de acuerdo a la luz que llegue al iris.
En la música también abundan las citas a este color de ojos. En "Che papusa, oí" pue de escucharse: "Milonguerita linda, papusa y breva,/ con ojos picarescos de pippermint,/ de parla afranchutada, pinta maleva/ y boca pecadora color carmín". A estos ojos color de la menta se los tengo que agradecer a Fernando Sorrentino, que me brindó el dato. Y ya en nuestro aquí y ahora, Trudy Pocoví nos trajo "Esos profundos ojos verdes y otras historias escabrosas". Hasta acá, lo escrito pertenece al mundo literario, pero realmente basta un solo ejemplo para comprobar el poder que tienen unos penetrantes y bellísimos ojos verdes.
¿Quién no vio y admiró la impactante fotografía de la "niña afgana"? Esos ojos verdes le posibilitaron a Steve McCurry conseguir la Medalla de Oro Robert Capa por el reportaje fotográfico sobre la guerra de Afganistán, ya que "Niña afgana" salió en la portada de la edición de junio de 1985 de National Geographic. En aquel momento Sharbat Gula (por entonces de 12 años), sin saberlo, se convertiría en la refugiada más famosa del mundo. Sharbat consiguió el asilo del gobierno italiano, luego de que los talibanes nuevamente tomaran el poder en Afganistán. Pero gracias a todo esto, logró que su pedido de asilo a Italia prosperase y que en forma aérea la rescataran, casi treinta años después. ¡Todo dicho! ¿Verdad?
¡Ah don Arturo Pérez Reverte! ¡No me ha hecho fácil este rudo oficio de ser lector, que me ha mandado de cabeza a revisar toda la bibliografía (¡Y más!) de mis años del profesorado en Letras! También me ayudó a sacudir irreverentes telarañas. Gracias por ello. Y si llegase a leer lo aquí escrito,... ¿quisiera hacerme la "gauchada" de avisarme si he estado totalmente equivocada en pensar que usted sabía en qué se metía con los ojos verdes? Porque no creo que haya sido por casualidad.
Referencias bibliográficas
(1) "El Italiano", de Arturo Pérez Reverte. Alfaguara, 2021, página 272.
(2) "El fascinante mundo de los ojos verdes". Página web de Debby Burk Optical.
(3) "La Tragicomedia de Calisto y Melibea", de Fernando de Rojas, conocida como "La Celestina". Este fragmento se encuentra en el Acto I.
(4) "Los ojos verdes rasgados de Melibea. Su retrato en el marco europeo".
(5) En el Cancionero General. Apéndice número 317.
(5 bis ) "Los españoles, con buenas razones, consideran bello este color de los ojos y lo celebran en una canción; como, por ejemplo, en la conocida (...)".
(6) En "El Quijote", el protagionista hablando con Sancho, en el capítulo XI de la segunda parte.
(7) "Los ojos verdes rasgados de Melibea. Su retrato en el marco europeo".
(8) Gustavo Adolfo Bécquer, cuento "Los ojos verdes", del libro "Rimas y Leyendas".
(9) Salvador Díaz Mirón, "Ojos verdes". Esta versión fue incluida en 1874 en la antología "El Parnaso Mexicano".
(10) Sergio G. Colautti: "A doscientos años del nacimiento de Gustave Flaubert. No eran negros los ojos negros de Madame Bovary"
(11) "Qué significa tener el don especial de ojos color del tiempo"
(12) "Ojos que cambian de color según el estado del tiempo,... ¿mito o realidad?" En Meterored.com.