Análisis especializado
Hidrovía: un debate interminable

Por Juan Carlos Schmid
Los análisis mediáticos sobre la estructuración administrativa de la Vía Navegable Troncal Paraná-Paraguay (Hidrovía) suelen caer en "saco roto" cuando el abordaje estriba en la simplificación costo-beneficio. Recientemente una editorial publicada por La Nación, da por sentado caracterizaciones que no hacen al sustento de contribuir a esclarecer el entramado que define una licitación. La presunción no es una aseveración, por lo tanto, el análisis termina sin ahondar en los motivos que llevaron a otro traspié del proceso licitatorio.
Bajar costos, reducir el valor del peaje, no son garantías de mayor competitividad y de mejores condiciones de navegabilidad en la Hidrovía. Son ecuaciones materialistas que no atienden necesariamente a la complejidad que tiene la vía navegable. El énfasis que se pone en tratar de dilucidar cuestiones técnicas no puede ser vistas desde perspectivas sesgadas y ciertamente desdibujan la mirada estratégica que un país debería tener sobre sus vías navegables.
Las generalizaciones pierden enfoque integral, sobre todo porque, al mismo tiempo, no se sitúan sobre los ejes nacionales, que son aquellos que deberían guiar la discusión sobre el manejo, la administración política y la gestión técnica de un enclave determinante para la matriz productiva argentina.
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Las aguas turbias de la generalidad
De este modo, se hace hincapié en afirmaciones demasiado amplias carentes de verificaciones concretas. En tal sentido, de manera ligera se sostiene que "el éxito de la próxima licitación es fundamental para la economía y el prestigio del país". Si bien la Hidrovía es relevante para el comercio exterior, esta expresión por sí misma no demuestra cómo una licitación fallida incidiría directamente en "el prestigio del país". Tampoco demuestra cómo esto influiría en el desarrollo macroeconómico.
El relato materialista suele ser reduccionista y excesivamente simplista, se apresura a sostener que "la forma más clara y menos controvertida de adjudicación de una licitación es hacerla solo por precio". La sentencia ignora, a todas luces, la necesidad de una evaluación técnica esencial que permita garantizar calidad, seguridad y sostenibilidad del servicio. Una oferta más barata no redunda en un mejor resultado.
Elocuencia no es sinónimo de objetividad. Las palabras suelen ser engañosas cuando se pretende "vender" o disfrazar de sapiencia lo que realmente no distingue lo importante de lo accesorio. La pretensión de conocimiento sobre cuestiones técnicas complejas amerita mayor investigación. Aseverar que "hay un punto óptimo que parecería rondar los 42 pies" no da seguridad de nada, sobre todo porque el empleo del verbo condiciona a una hipótesis más que a una certeza comprobada a través de estudios profesionales. Se menciona una cifra sin alegar de dónde proviene; tampoco se hace mención a ningún criterio específico que compruebe lo expresado.
En este sentido, cuando se presume que existe una antinomia insuperable entre la evaluación técnica y el precio, se parte de una contradicción flagrante que desarma la apreciación inicial. Es decir: en un tramo de la nota se critica el uso de puntuación técnica porque puede generar discrecionalidad, acto seguido, se admite que diferentes tramos tienen necesidades técnicas específicas. Por lo tanto, si esto es así, resulta lógico que la evaluación técnica forme parte del proceso licitatorio.
Sobre la misma base, el relato afirma que, como el dragado se paga con el peaje casi al instante ("pari passu"), el plazo de la concesión debe ser más corto. Sin embargo, no se detiene en explicar cómo esta perspectiva puede convivir con la necesidad de inversión tecnológica, equipamiento especializado y el riesgo empresarial. Es obvio que esto debe ser amortizado, no somos ingenuos, pero sabemos que sostener livianamente que "el equipamiento es trasladable" es, como mínimo, irresponsable; además, no presta atención a cuestiones de seguridad y a la propia funcionalidad de los equipos de dragado.
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La brújula rota
El escrito va liviano de equipaje en su recorrido. La cuestión geopolítica se sintetiza en una reflexión muy superflua porque se interpreta la exclusión de empresas chinas por medio de la idea que el gigante asiático es una suerte de monstruo geopolítico. La vaguedad de los argumentos es notoria. La nota editorial recurre permanentemente a imprecisiones, no hay datos efectivos, no existen fuentes que respalden lo que se afirma. Todo se expone en el plano de lo supuesto.
Por ejemplo, se asume que existió, en el proceso licitatorio, "la presumible orientación en favor de un interesado". Pero,... ¿quién es ese interesado? ¿Cuál es la evidencia que respalda tal presunción? De ello se desprende que estas injerencias "se tradujeron en una única oferta". Previamente, existieron "impugnaciones" y "rechazos". Sin embargo, no sabemos en qué consistieron las mismas; tampoco se explica cómo esas impugnaciones redundaron en la falta de competencia.
Sobre el final del texto referido, se establece que "la transparencia y el diseño del pliego son necesarios para borrar las malas sensaciones que dejó el fracaso de las dos licitaciones anteriores". Ahora bien, ¿quiénes son los actores que padecieron esos sentimientos angustiantes: productores, navieras, el gobierno? Una vez más, se insiste en lo "controvertido" de la situación, no obstante lo cual se prescinde de dar argumentos técnicos o económicos que produzcan esa controversia o conflicto.
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A modo de conclusión: la afonía del relato
Cuando no se quiere evidenciar algo, es mejor ocultarlo detrás de un huracán de palabras que poco dicen. El editorial trata, infructuosamente, de alertar sobre la importancia estratégica de la Hidrovía, dejando de lado cuestiones de fondo, cae sistemáticamente en generalizaciones, expone razonamientos contradictorios y apela a la ambigüedad.
Es necesario abordar esta situación de una manera integral, sin caer en la simplificación. La mejor manera de no hablar de algo trascendente para la Nación es no situarse y enfundar el contenido en narraciones que hacen a la especulación. La cuestión de la Hidrovía es un tema muy serio, que compromete a distintos sectores de la actividad económica, política, social, cultural y productiva.
A propósito… la sanción del Decreto 340/25 desregulando el cabotaje nacional es mirar al sistema portuario-marítimo y fluvial con un solo ojo, no hay visión integral, no recuperamos el prestigio, ni habrá un horizonte de desarrollo para el trabajo argentino. Hace mucho tiempo señalamos que la hidrovía era una oportunidad para el despliegue territorial, la integración regional, la modernización de nuestra infraestructura; por el momento es solamente un corredor de exportación.
(*) Secretario General de la Federación Marítima Portuaria y de la Industria Naval de la República Argentina (Fempinra).