Ante la actual política de Washington
La migración cambia de sentido en América Latina

Por Gabriel González Zorrilla
Las nuevas políticas migratorias en Estados Unidos y la falta de oportunidades están empujando a miles de migrantes a regresar a sus países de origen o a detener su camino. En un giro sin precedentes, el número de cruces ilegales en la frontera entre México y Estados Unidos cayó en junio de 2025 un 92 por ciento respecto al mismo mes del año anterior, según datos del Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos (DHS su sigla en inglés).
Apenas 6.070 personas fueron interceptadas en la frontera suroeste, la cifra más baja en un cuarto de siglo. Este desplome marca un nuevo capítulo en la historia migratoria de la región. La "ofensiva contra la migración irregular" en Estados Unidos, como la denomina Amy Pope, directora de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ha provocado un impacto en cadena en varios países de América Latina, pero la experta no cree que esta sea una situación única.
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"Lo que vemos en Estados Unidos es similar a lo que vemos en todo el mundo cuando hay demanda de migrantes", señala Pope, advirtiendo de las consecuencias laborales y sociales que esta situación está generando.
Tendencia regional
Panamáy Honduras son dos ejemplos claros de este fenómeno. En el Darién, histórica ruta de migrantes hacia el norte, el número de personas cruzando cayó un 99,7 por ciento en el mes de abril de 2025, en comparación con el mismo mes de 2024, según datos ofrecidos por el presidente de Panamá, José Raúl Mulino. Las autoridades panameñas incluso cerraron la principal estación migratoria en la zona.
La vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha traído consigo medidas migratorias mucho más drásticas que las de la gestión precedentes e incluso del anterior gobierno del líder republicano (2017-2021): cierre práctico de la frontera, cancelación de citas de asilo, despliegue militar y cero liberaciones de migrantes en situación irregular.
Debido a todo esto, la vicepresidenta para Programas de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, Maureen Meyer, remarcó que "se ha creado un clima de miedo, las vías legales se han cerrado y también los caminos para quienes buscan protección". Por eso mismo Meyer alerta sobre el impacto humanitario: "Muchos migrantes que se encuentran varados en México están intentando regularizar su estatus allí o incluso regresar a sus países".
Este retorno no siempre es voluntario. Desde Estados Unidos también se está promoviendo la "autodeportación" mediante incentivos económicos y aplicaciones como CBP One Home. Sin embargo, advierte Meyer, "muchos de los migrantes con lazos familiares en Estados Unidos difícilmente optarán por regresar, pese al endurecimiento".
Futuro incierto
El giro en los flujos migratorios plantea enormes desafíos para los países latinoamericanos. En palabras de Maureen Meyer, "ningún país de la región está preparado para una migración inversa de esta magnitud". La falta de recursos, la violencia en los lugares de origen y la ausencia de programas de reintegración complican el panorama. Amy Pope, de la OIM, coincide en señalar que "no hay suficientes vías legales para que los migrantes puedan entrar de manera regular". A esto se suman los efectos de la desinformación y las tensiones en las comunidades receptoras.
Colombia, Panamá, Honduras, Venezuela y República Dominicana se encuentran en el centro de esta crisis. Algunos Gobiernos, como el de Venezuela, han reactivado programas de retorno asistido, pero las respuestas siguen siendo limitadas frente a la magnitud del fenómeno. Según Meyer, "es demasiado pronto para medir el impacto total de estas políticas".
El riesgo es que, mientras los retornos aumentan, se agraven también las tensiones sociales y se debiliten los sistemas de acogida en países con economías frágiles. La situación también plantea un dilema económico para Estados Unidos, que enfrenta escasez de mano de obra en sectores clave como la agricultura y la construcción, donde los migrantes indocumentados desempeñan un papel esencial.
"La migración no se detiene. Los seres humanos siempre se moverán", resume Amy Pope. La gran pregunta es cuánto daño se causará en el intento de frenarla y cuál será el costo humanitario para las comunidades afectadas en ambos extremos del continente.
Hondureños y nicaragüenses sin protección temporal
La administración de Donald Trump tomó la decisión de eliminar el Estatus de Protección Temporal (TPS su sigla en inglés) que protege de la deportación a cerca de 76.000 hondureños y nicaragüenses en Estados Unidos desde 1999, según un documento preliminar difundido el lunes 7 de julio de 2025 por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
El DHS justificó la medida, que entrará en vigor sesenta días después de la publicación oficial del documento en el Registro Federal –realizada el 8 de julio-porque los dos países "ya no continúan cumpliendo los criterios para la designación del TPS". La pérdida del estatus legal, que tenía como fecha límite para ampliarse el pasado sábado 5 de julio, afectará a un número aproximado de 72.000 hondureños y 4.000 nicaragüenses, según las estimaciones de la propia Casa Blanca.
El DHS argumentó que Washington concedió el TPS a estas nacionalidades tras el golpe en octubre de 1998 del huracán Mitch, el segundo ciclón más mortífero en la historia del Atlántico porque dejó más de 11.300 muertos en Centroamérica, incluyendo cerca de 7.000 en Honduras y casi 4.000 en Nicaragua. Pero aseguró que, desde entonces, "ha habido mejoras notables" en las condiciones de ambos países que "permiten el adecuado retorno de sus ciudadanos".
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, afirmó en las notificaciones de cancelación que los países habían logrado una recuperación significativa, citando el turismo en ambos países, la inversión inmobiliaria en Honduras y el sector de las energías renovables en Nicaragua. La medida se revela menos de dos semanas después de que el gobierno de Trump anunciara el fin del TPS para cerca de 521.000 haitianos, sentencia que frenó un juez federal la semana pasada. El Supremo, no obstante lo anterior, ratificó la retirada del TSP a miles de venezolanos.
Honduras, por su parte, registró una disminución drástica en los flujos hacia el norte. Según un informe de la OIM, entre enero y marzo de 2025 apenas 14.270 personas emprendieron el viaje, frente a las 133.518 del mismo periodo del año anterior. Simultáneamente, se multiplica la llamada "migración inversa", es decir personas que, desalentadas o sin recursos, deciden volver a sus países de origen. En Colombia, más de 9.000 migrantes han cruzado de regreso el Tapón del Darién en lo que va de año.
(*) Nota original de Agencia Deutsche Welle, adaptada para su publicación en El Litoral.