Crisis sanitaria
La ruta del Fentanilo

Sólo la apatía social generalizada está conteniendo que estalle una de las mayores tragedias sanitarias de la historia argentina, vinculada a la muerte de 64 pacientes a los que se les suministró fentanilo, un poderoso opioide que está causando estragos en el mundo a partir de su uso “recreativo”, al punto de ser considerada una epidemia en EE. UU. y Canadá.
Pablo Benito
En los últimos años, el 75 % de las muertes por sobredosis se relaciona con esta droga sintética y se reportan más de 200 muertes diarias.
¿Se dimensiona lo que está ocurriendo?
Si en otro momento Cromañón, la Tragedia de Once o, en los 90, las muertes por vino adulterado, entre otras catástrofes “bisagras”, pudieron marcar un antes y un después en cuanto a protocolos, controles y políticas sanitarias, esta tragedia debería ser la oportunidad para un reseteo de los sistemas y actores de la industria farmacéutica nacional, e incorporar tecnología que reemplace un control vetusto, que hoy permite que empresarios “libanicen” la salud pública argentina.
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La rápida reacción de Santa Fe
Santa Fe es la provincia que más casos fatales informó (16), gracias a su estricto sistema de farmacovigilancia, que le permitió actuar rápidamente, tanto para identificar los casos relacionados con la administración de la droga como para sacar de circulación la sustancia denunciada.
Fuentes federales que intervienen en el caso manifestaron a este cronista que la mayor preocupación que emerge de esta trama es que la contaminación con dos bacterias —Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii—, encontradas en ampollas y pacientes, podría haber estado presente en cualquier producto farmacéutico elaborado por Laboratorios Ramallo S.A. para HLB Pharma Group S.A.
La vinculación de esta contaminación con el fentanilo podría responder a un sabotaje relacionado con el “lado B” de laboratorios y droguerías con antecedentes ligados al narcotráfico, como estas dos firmas, cuyos titulares tienen un prominente prontuario que no les impide estar al frente de un segmento comercial vinculado a la salud pública.
¿Es un mensaje?
Queda en evidencia que la fragilidad y permeabilidad del sistema de trazabilidad y los controles de calidad fueron vulnerados al punto de que, al menos, 300.000 ampollas distribuidas en 17 provincias argentinas —si es que se trata solo de dos lotes contaminados— podrían contener bacterias mortales para los pacientes a quienes se les suministra. El “hallazgo” fue descubierto gracias al compromiso científico de una profesional atenta a las alertas por patrones inusuales.
Microbióloga en rol de detective
La microbióloga María Virginia González, del Hospital Italiano de La Plata, detectó un patrón de infección por la bacteria Ralstonia pickettii en pacientes internados. Posteriormente, se descartaron errores en la toma de muestras y en los insumos usados (agujas, jeringas, catéteres, etc.). Al revisar tratamientos comunes entre los infectados, se identificó un elemento en común: todos habían recibido fentanilo por vía endovenosa.
El 1 de mayo se analizaron dos marcas de fentanilo: Denver y HLB Pharma.
Solo las muestras del fentanilo del laboratorio HLB dieron positivo a bacterias (Ralstonia pickettii y Klebsiella pneumoniae).
El 2 de mayo, el hallazgo se comunicó oficialmente a la ANMAT, que inicialmente no respondió hasta el 5 de mayo.
El Instituto Malbrán confirmó que las cepas encontradas en los pacientes coincidían con las de las ampollas contaminadas.
Recién el 13 de mayo la ANMAT decidió retirar de circulación y comercialización el primer lote contaminado, producido por Laboratorios Ramallo para HLB PHARMA, quien en realidad era quien contaba con habilitación para la producción de fentanilo, en una “tercerización” cuanto menos irregular, sobre la que puso el foco el juez Kreplak, a cargo de la causa penal.
El primer lote contaminado (n.º 31202) fue producido en diciembre de 2024, por lo que su circulación en el sistema sanitario tiene, al menos, cinco meses, y el número de víctimas podría incrementarse exponencialmente, teniendo en cuenta que el trabajo realizado por la microbióloga Dra. González fue el único que emitió la alerta a la ANMAT.
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Laboratorios y accionar mafioso
El 11 de mayo, es decir, en el periodo transcurrido entre el informe de la microbióloga a la ANMAT y la alerta de retiro del lote de fentanilo denunciado, HLB Pharma denunció un hecho delictivo en sus oficinas, en el que les habrían sustraído la caja fuerte con documentación referida, precisamente, a los lotes contaminados, borrando registros internos del laboratorio habilitado para la fabricación de la droga, pero que no la elaboraba.
La temeridad del hecho llega al punto de implicar no sólo encubrimiento criminal, sino también la imposibilidad de determinar la trazabilidad de la comercialización para retirar rápidamente las, al menos, 300.000 ampollas del sistema sanitario.
Igualmente, pudieron ser identificados los lotes. Aunque resulta evidente la filtración de información sobre el inminente allanamiento que ordenaría la Justicia el 15 de mayo en los laboratorios HLB, Ramallo y la Droguería Nueva Era de la ciudad de Rosario —vinculada al grupo empresario—.
Fuentes allegadas al juzgado federal de La Plata manifestaron a quien suscribe la complejidad del caso, dado el poder detrás de la anticipación al accionar judicial y la urgencia por retirar los productos contaminados del sistema sanitario.
Un “empresario” con patrimonio y antecedentes
Ariel García Furfaro, titular de laboratorios con estrechos vínculos con droguerías de Rosario, adquirió HLB Pharma en 2017. Ingresó al negocio de la salud con la compra y posterior explosión del Laboratorio Apolo en 2016, además de Rigecin, otro productor, principalmente, de sueros. Su socio, Jorge Salinas, fue denunciado por Graciela Ocaña en la causa de “la Mafia de los Medicamentos” y procesado junto a un empresario vinculado al triple crimen de General Rodríguez, Rubén Romano.
Salinas y Furfaro —titulares de HLB Pharma, Laboratorios Ramallo y Droguería Alfarma S.R.L. (recientemente allanada)— habían comprado un laboratorio en Paraguay donde “producían” sueros con las marcas Apolo y Rigecin e “importaban” desde ese país con amplios beneficios fiscales.
Pese a semejantes antecedentes, los empresarios no dejaron de expandirse, anexando laboratorios y droguerías en el norte de Buenos Aires y el sur de Santa Fe. Obtuvieron, además, permisos de importación de químicos también utilizados para la fabricación de “drogas recreativas” como precursores.
Laboratorios Ramallo y HLB fueron inspeccionados recientemente por la ANMAT, que detectó prácticas no autorizadas, fabricación sin habilitación y uso fraudulento de registros oficiales. El organismo relevó numerosas irregularidades y fallas en productos de ambos laboratorios, incluidos medicamentos esenciales como Haloperidol, Metformina y Diazepam.