Son tiempos de un nuevo papa
León XIV y la familia: ¿Qué cambios podemos esperar?

Ariel Trinadori
Tras el anuncio del habemus papam y la emoción de ver a León XIV asomarse al balcón, surgen múltiples interrogantes sobre la orientación de su pontificado: ¿seguirá la línea de su predecesor o marcará un rumbo distinto? Aunque ha esbozado algunos ejes de su acción pastoral, una pregunta clave se impone: ¿qué le depara a la familia bajo su liderazgo?
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El nombre elegido por el nuevo pontífice nos invita a remontarnos a León XIII, célebre por su encíclica Rerum Novarum. Aunque este documento suele asociarse al mundo laboral, también abordó aspectos fundamentales sobre la familia, destacando su papel como núcleo esencial de la sociedad y su relación con los derechos y deberes económicos.
En ella, León XIII subrayó que la familia precede al Estado en idea y en hecho, con derechos y deberes propios que deben ser respetados por la autoridad civil. La intervención estatal solo es legítima en la medida en que garantice el bienestar común sin socavar la autonomía familiar.
Siguiendo esta línea, el magisterio papal ha mantenido una defensa constante de la familia a lo largo de los tiempos. En el siglo XX, san Pablo VI la llamó "escuela de humanidad", y en Humanae Vitae reafirmó la dignidad del amor conyugal, la responsabilidad de los esposos en la paternidad y la necesidad de vivir el matrimonio conforme al plan de Dios para salvaguardar su estabilidad y esencia.
San Juan Pablo II profundizó en esta visión con Familiaris Consortio, resaltando el matrimonio y la familia como instituciones queridas por Dios, llamadas al amor y la comunión. Destacó su papel en la evangelización, educación y construcción de la sociedad, además de enfatizar la importancia de la oración en el hogar. Su carta Gratissimam Sane, escrita con motivo del Año Internacional de la Familia en 1984, instó a fortalecer la familia frente a amenazas culturales, económicas y sociales.
Benedicto XVI, aunque no dedicó un documento específico a la familia, abordó su relevancia en diversos discursos, como en el Congreso sobre Familia de 2008, donde destacó su papel insustituible en la sociedad y llamó a políticas públicas que la protejan.
Asimismo, en 2011, resaltó la importancia de la oración en la vida familiar, inspirando a los hogares cristianos a redescubrir la belleza de rezar juntos.
Finalmente, el papa Francisco, en Amoris Laetitia ("La Alegría del Amor"), ofreció una mirada pastoral sobre los desafíos actuales que enfrentan las familias.
Abordó aspectos como la educación de los hijos, la espiritualidad conyugal y el acompañamiento en situaciones de fragilidad, promoviendo valores como la paciencia, el perdón y la fidelidad. Su enfoque buscó integrar a quienes viven en circunstancias difíciles, fomentando una actitud de acogida y acompañamiento.
Así queda evidenciado que la familia ha sido y continúa siendo una prioridad en el magisterio de la Iglesia. Los desafíos actuales mencionados por León XIV -la paz, la evangelización universal, la construcción de puentes, la inteligencia artificial, entre otros- impactan directamente en el núcleo familiar.
En este contexto, su mensaje de continuidad, impregnado de una impronta personal, abre un horizonte esperanzador.
Su formación agustiniana aporta una perspectiva sólida sobre la familia. Para san Agustín, la familia es la célula fundamental de la sociedad, un espacio de crecimiento humano y espiritual donde se comparten la vida y la fe.
Es un ámbito de desarrollo mutuo, donde padres e hijos se apoyan para fortalecer sus talentos y vocaciones. Pero, sobre todo, la familia es un vínculo de amor, cimentado en la comunión entre esposos, el respeto entre generaciones y el ejercicio responsable de la autoridad.
En un reciente discurso ante el cuerpo diplomático, León XIV destacó que la familia, basada en la unión estable entre el hombre y la mujer, constituye una "verdadera sociedad, anterior a cualquier otra". Asimismo, subrayó la importancia de fortalecer la institución familiar como fundamento para la construcción de sociedades civiles armónicas y pacíficas.
Así, a la luz de estos postulados, podemos esperar un pontificado que reafirme el papel central de la familia en la Iglesia y en la sociedad, promoviendo su misión de ser escuela de amor, de fe y de esperanza para el mundo.
En tiempos de cambio y nuevas incertidumbres, la familia sigue siendo el espacio donde se aprende a amar, a creer y a construir. Si la Iglesia acompaña y fortalece este núcleo vital, entonces el futuro no solo será esperanzador, sino profundamente humano.
(*) Abogado, licenciado en Ciencias para la Familia. Profesor de la Universidad Austral.