Con un objetivo permanente e irrenunciable
Malvinas: la llama de una causa que nos une como Nación
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Desde la Quebrada de Humahuaca hasta la Patagonia, la geografía argentina refuerza la identidad bicontinental y el reclamo por la integridad territorial.
Por Bruno Netri (*)
El 6 de noviembre, al conmemorar el primer izamiento de nuestra bandera en las Islas Malvinas en 1820, recordamos que la Cuestión de las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes no es un simple conflicto territorial, o un recuerdo histórico del pasado.
Es una causa viva, forjada a hierro y fuego en nuestra Constitución Nacional como un objetivo permanente e irrenunciable. Y hace doscientos cinco años, quien tomó posesión del archipiélago en nombre de las Provincias Unidas del Río de la Plata fue el coronel David Jewett.
Patente de corso extendida por el gobierno de las Provincias Unidas al coronel David Jewett.
La fragata que portó la soberanía aquel día, la "Heroína", no por casualidad sino por designio de la historia, se erigió en símbolo de una causa que dos siglos después sigue librándose con una determinación inquebrantable y heroica en el plano de la diplomacia, la política exterior y el Derecho Internacional.
Es el símbolo más claro de nuestra identidad bicontinental y oceánica, y la expresión más profunda de nuestra soberanía.
El grito de la historia y la fuerza del Derecho Nuestra convicción no nace de un impulso, sino de la más sólida verdad histórica y jurídica.
1) Geografía que llama a la unidad: la Argentina es la nación de la Quebrada de Humahuaca con su historia milenaria, la de los Esteros del Iberá y el Gran Chaco con su biodiversidad vital, la de la Pampa Húmeda que alimenta al mundo y la del icónico Obelisco.
Es la majestuosidad de la Cordillera de los Andes -con el Aconcagua y Cuyo- y el esplendor indomable de las Cataratas del Iguazú. Es la inmensidad de la Patagonia y el misterio antártico. Pero, sobre todo, somos un país bicontinental y oceánico.
El mar que circunda a Malvinas es el mismo que vieron nuestros Pueblos Originarios y que trajo a los inmigrantes que forjaron nuestra identidad. Desde cada rincón de nuestra tierra, la mirada se extiende hacia ese Atlántico Sur, donde se encuentra nuestra vasta Plataforma Continental y el corazón de nuestro territorio.
Las Malvinas no son un punto lejano; son el centro de nuestra identidad marítima, y su reclamo nos recuerda que la grandeza de la Patria es una sola, indivisible y ligada ineludiblemente a la defensa de su integridad territorial.
2) Historia inexpugnable: títulos de origen y sucesión de Estado. El legado de soberanía española, la sucesión de Estado por parte de las Provincias Unidas, y la efectiva presencia argentina hasta la usurpación de 1833, conforman una cadena de títulos irrompible.
La soberanía de España sobre la región austral se consolidó y fue reconocida por Gran Bretaña en tratados internacionales clave, como el Tratado de Madrid de 1670 y el Tratado de Utrecht de 1713.
Tras la Revolución de Mayo de 1810, la República Argentina sucedió a España en los derechos territoriales por aplicación del principio del utipossidetis iuris, el cual establece que los nuevos Estados americanos conservan los límites de las antiguas divisiones administrativas coloniales.
Desde el 25 de mayo de 1810, las islas quedaron bajo la autoridad de las Provincias Unidas, que las consideraron parte integrante de su territorio, en continuidad con la administración del Virreinato. Argentina ejerció la soberanía efectiva mediante actos concretos, públicos, pacíficos e ininterrumpidos:
* Administración y legislación: los sucesivos gobiernos con sede en Buenos Aires ejercieron funciones estatales, otorgando permisos de pesca y estableciendo disposiciones para evitar la depredación de los recursos naturales (como las colonias de lobos y ballenas) por parte de potencias extranjeras.
* Actos fundacionales: el primer izamiento de la bandera argentina en 1820 y la fundación de Puerto Soledad fueron hitos clave que reafirmaron la soberanía.
* Establecimiento de la autoridad: la creación de la Comandancia Política y Militar en 1829, con Luis Vernet como su titular, consolidó la administración del gobierno de las Provincias Unidas en el archipiélago.
Desde aquel acto de fuerza de 1833, que constituyó un acto contrario al derecho internacional de la época (al quebrantar la soberanía de un Estado en paz, haciendo uso de la fuerza sin previo aviso y expulsar violentamente a sus autoridades y pobladores), nuestra protesta ha sido incesante y mantenida. La soberanía no se pierde por la ocupación ilegal; simplemente espera su legítimo retorno.
3) La solidez jurídica de la causa: el Derecho contra el hecho de fuerza. La defensa de Malvinas es un ejercicio de la soberanía basado en la primacía del Derecho, siendo la recuperación de dichos territorios un objetivo permanente e irrenunciable plasmado, ante todo, en nuestra Constitución Nacional.
Por otra parte, nuestra postura se inscribe en una tradición diplomática que ha sido pionera, con juristas como Carlos Calvo (1824-1906) y Luis María Drago (1859-1921) sentando principios, hoy universales, que rechazan la coerción armada y la intervención extranjera en asuntos soberanos.
Así, el reclamo, defendido con firmeza por figuras como José María Ruda (1924-1994), se ajusta a la legalidad internacional y se sustenta en:
* Sucesión de Títulos y Adyacencia: la posición jurídica argentina se basa en la cesión de la posesión material española, el uti possidetis iuris de 1810 y la adyacencia geográfica de las islas al continente, argumentos esgrimidos de forma coherente y constante desde la creación de la Comandancia Política y Militar en 1829.
* Principio de Integridad Territorial: La Cuestión Malvinas se encuentra en el marco del proceso de descolonización de las Naciones Unidas, donde el principio aplicable es el de Integridad Territorial.
Este principio invalida la pretensión británica, la cual solo se sustenta en el control fáctico iniciado en la expulsión de 1833 y en una incorrecta interpretación del derecho de libre determinación, ya que los habitantes actuales son una población implantada por la potencia ocupante y de allí que la autodeterminación de los pueblos no resulte aplicable.
* Irrelevancia del conflicto de 1982: El conflicto armado no modificó la naturaleza ni la persistencia de la disputa de soberanía, que sigue pendiente de resolución conforme al Derecho Internacional y las resoluciones de la ONU.
4) Mandato internacional: diálogo y negociación. Por ello, el mandato internacional es uno solo: diálogo y negociación en el marco del Derecho. El Reino Unido se ha negado sistemáticamente a discutir la cuestión de los títulos jurídicos. La comunidad internacional, a través de la Asamblea General de la ONU, ha reafirmado la necesidad de reanudar las negociaciones diplomáticas.
Pues, esa no solo es la vía pacífica, sino el único medio de solución de controversias reconocido, y la hemos asumido con la responsabilidad que exige nuestra tradición de respeto al Derecho Internacional. Es la vía que debemos seguir y confiar hasta que se cumpla la Justicia. Unidad Nacional: el compromiso de todos.
La Cuestión Malvinas trasciende cualquier grieta, cualquier diferencia. Es una política de Estado que nos exige la más alta responsabilidad, y la hemos honrado con hechos:
* La creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a Malvinas es el testimonio de que el reclamo no depende de un gobierno, sino de la Nación entera.
* Nuestro compromiso con la paz se manifestó en el Proyecto Humanitario, que permitió devolver el nombre a nuestros héroes caídos en 1982. Es un acto de memoria, de amor y de respeto que demuestra la nobleza de nuestra causa.
* En la administración diaria, el uso obligatorio del Mapa Bicontinental y la preservación de la toponimia argentina en cada acto de gobierno son recordatorios vitales de que la soberanía se ejerce, se siente y se defiende todos los días.
El mañana que construimos juntos
La recuperación plena de Malvinas no es un sueño del pasado: es la construcción de un futuro más justo, soberano, libre e independiente. Exige de nosotros perseverancia, inteligencia diplomática y, sobre todo, una fe inquebrantable en nuestros derechos. El camino es largo, pero no estamos solos.
El respaldo de la región, desde la Organización de Estados Americanos (OEA) hasta la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), es un escudo de solidaridad que nos fortalece.
A los jóvenes, a los veteranos, a cada ciudadano: la Cuestión Malvinas nos convoca a la unidad más firme. Es el faro que ilumina nuestro destino como país bicontinental. Mantengamos la llama de esta causa encendida, con la certeza de que la historia, la geografía y el Derecho están de nuestro lado.
Con la convicción que nos da la verdad, y la unidad que nos da el propósito, digamos: ¡Las Malvinas fueron, son y serán argentinas! ¡Viva la Patria!
(*) El autor es juez de Cámara Penal de Santa Fe (2016-presente). Abogado (UCA), magíster en Integración y Cooperación Internacional (UNR). Contacto: [email protected].

