Elecciones
Milei, el Guasón argentino, les dio el susto de sus vidas: ¿ya es tarde para reaccionar?
Canalizó como ninguno el hartazgo de la sociedad argentina. Como un Joker cambió la dirección del juego político y dejó a todos boquiabiertos. La ola violeta cerró la grieta y abre un nuevo escenario de cara a la elección de octubre. ¿Es el fin de la casta política?
Otro outsider gana una elección clave. Javier Milei dejó atrás a dos animales políticos con sólidas estructuras partidarias, y se posicionó delante de Patricia Bullrich y de Sergio Massa para pelear por la presidencia de la Nación en las elecciones generales del 23 de octubre.
En 2001 los argentinos salieron a la calle agitando cacerolas a pedir que “se vayan todos”. Ahora lo hicieron poniendo su voto en las urnas y eligiendo a quien a viva voz pidió una y otra vez eliminar a la casta política. O no yendo a votar: lo hizo el 69 % del electorado, la más baja participación desde 1983; y en la última primaria presidencial, la de 2019, fue el 76,40 %. Un mensaje que merece un análisis profundo en el camino para robustecer estos 40 años de democracia.
Con las urnas abiertas queda claro que el libertario logró canalizar la inconformidad y el hartazgo ciudadano con el statu quo; esa crisis de futuro que tienen muchos argentinos, una nueva sensación colectiva de que lo que viene no será mejor que el presente.
Como un Comodín en ascenso, Milei se entrometió en esa grieta paralizante y autodestructiva que desgastó a quienes están en la carrera política hace décadas. Y la desdibujó, tiñendo de violeta el mapa nacional. Ya no son dos; son tres. Ya no es Kirchnerismo versus Macrismo. Ahora “La Libertad Avanza”, y a paso firme, al menos hacia el balotaje.
De chiquito, cuando sufría bullying en la escuela y violencia de sus propios padres, lo apodaban “el loco”; de grande también. Para la casta -que en su concepción incluye mayoritariamente a los políticos, pero también a sindicalistas, empresarios, periodistas y muchos más- era un bufón, un payaso. Minimizaron sus ideas, se rieron de sus formas grotescas y disruptivas y siguieron enredados en sus propias internas, mirándose el ombligo. Él los provoca: “La casta tiene miedo”, cantan sus seguidores. “Tiene miedo porque conmigo se terminaron sus privilegios”, redobla en candidato.
Pero una buena porción del electorado leyó en esta especie de Guasón argentino otra posibilidad. El Joker, el comodín en los naipes, se opone a que las cosas sigan como están y encuentra vías de escape para cambiar la dirección del juego. Parece ser que es lo que cautivó a ese 30% que este domingo le dio un pasaje en primera clase para las generales.
No hay datos certeros, pero los jóvenes fueron un bastión del fenómeno Milei desde el comienzo. Otro mensaje que es necesario leer. ¿Se quieren ir del país? ¿O quieren un líder que los ayude a pelear el cambio desde adentro? Hastiados de la política y de las escasas posibilidades de ascenso y progreso que encuentran parece que muchos lo eligen para que impulse el cambio que buscan.
La historia no está escrita hasta el final. El miedo que él dice que siente la casta, también lo tiene una parte de los ciudadanos con sus propuestas extremas que suele expresar a los gritos y con ojos desencajados. O cuando lo escuchan dedicar sus logros políticos a sus “hijos de cuatro patas”, lo que en realidad es una especie de arma de doble filo que puede generar rechazo y empatía a la vez: ¿quién no tiene una mascota a la que ame y considere parte importante de su familia?
Las Paso no son más que un trampolín. Nada está resuelto aún. En este juego político, los ciudadanos todavía tienen el as en la manga para decidir quién se quedará con el sillón de Rivadavia: Milei, Bullrich, Massa. Los tres tienen posibilidades. Si como dejó entrever este primer round toca el Joker solo hay que esperar que la ficción no llegue a ser realidad y que el caos, la miseria y la corrupción empiecen a quedar definitivamente atrás en Argentina.