Para tener en cuenta
Verano caluroso y tarifas en ascenso: desafíos para el sistema eléctrico santafesino
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Nuevas resoluciones nacionales buscan moderar el consumo eléctrico en horarios críticos, ofreciendo incentivos para reducir la demanda en momentos de alta carga.
Por Daniel Franzoy (*)
El Servicio Meteorológico Nacional anticipa que la región centro-este del país, y en particular el sur del Litoral, enfrentará un verano con temperaturas superiores a las normales y una mayor probabilidad de olas de calor prolongadas.
Este escenario implica no solo un aumento del consumo eléctrico en los hogares, sino también una mayor presión sobre la red de distribución provincial, que deberá responder a picos de demanda más frecuentes e intensos.
El comportamiento del consumo en verano es conocido: la refrigeración explica una parte significativa de la curva de carga, especialmente en los días consecutivos de calor extremo. Para dimensionar la magnitud del fenómeno, el consumo eléctrico nacional fuera del verano suele ubicarse en torno a los 20.000 MW.
Sin embargo, durante las olas de calor prolongadas la demanda puede incrementarse cerca de un 50%, alcanzando el orden de los 30.000 MW. Cuando estos períodos se extienden, la infraestructura comienza a operar cerca de sus límites, y la probabilidad de caídas de tensión, sobrecargas de transformadores y cortes sectorizados aumenta.
En ese contexto, la eficiencia del uso domiciliario influye, pero la atención también debe ponerse en la planificación del sistema y en las señales regulatorias que orientan la demanda y las inversiones. En las últimas semanas se conocieron dos resoluciones nacionales que aportan elementos clave para interpretar lo que puede ocurrir este verano.
La Resolución 379/2025 establece un programa de gestión de la demanda orientado a reducir consumos en los horarios críticos del sistema eléctrico.
La iniciativa busca moderar los picos estacionales ofreciendo incentivos a quienes logren recortar su consumo en determinadas franjas horarias. Si bien su impacto dependerá del nivel de adhesión, la señal es clara: la eficiencia y el uso racional vuelven a ocupar un lugar central en la política energética.
Por su parte, la Resolución 400/2025 introduce un cambio profundo en la forma en que las grandes demandas eléctricas, en particular los llamados Grandes Usuarios del Distribuidor -usuarios de más de 300 kW, como las industrias o estaciones de servicio- adquieren su energía.
A partir de esta normativa, estos consumidores dejan de contar con tarifas reguladas y pasan a enfrentar precios estacionales definidos por el mercado, lo que implica costos más cercanos al valor real de la electricidad.
En la práctica, esto obliga a las industrias a planificar con mayor rigurosidad sus contratos de potencia y abastecimiento, o, de lo contrario, exponerse directamente a la volatilidad del mercado eléctrico. Además, la resolución establece un esquema tarifario más detallado, con diferenciación horaria y estacional.
La señal es clara: quienes gestionen su energía con inteligencia, optimizando la demanda, el horario de operación y la contratación de potencia, pagarán menos, mientras que quienes no lo hagan enfrentarán costos más altos.
La normativa permite que cada empresa desarrolle su propia estrategia de abastecimiento, combinando distintas modalidades de contratación e incluso contemplando alternativas como la autogeneración o la provisión por terceros.
En este marco también se incorporan los nuevos "servicios de confiabilidad", cargos destinados a sostener la estabilidad del sistema y que se distribuyen sobre toda la demanda, incluida la potencia contratada.
El mensaje del gobierno es inequívoco: la gestión energética deja de ser un aspecto secundario para convertirse en un factor estratégico. La capacidad de administrar riesgos, tanto de precio como de disponibilidad, pasa a ser una ventaja competitiva.
Las empresas que comprendan y se adapten rápidamente a estas nuevas reglas de juego estarán mejor posicionadas para enfrentar un verano más exigente y un mercado eléctrico cada vez más orientado a la eficiencia.
En Santa Fe, esta tendencia regulatoria ya encuentra su correlato en las tarifas: entre octubre y noviembre de 2025, los usuarios de la Empresa Provincial de la Energía registraron un aumento de entre el 5,00% y el 6,00%, según el tipo de usuario.
Esta actualización confirma un sendero ascendente que probablemente continúe durante el verano, impulsado tanto por la mayor demanda estacional como por la recomposición gradual del precio de la energía mayorista.
Para muchos hogares, el costo de la refrigeración será uno de los factores que más incida en la factura eléctrica de los próximos meses. A este marco regulatorio se suma la perspectiva planteada recientemente por la Secretaria de Energía de la Nación. En una entrevista difundida la semana pasada, María Tettamanti revisó la situación actual de los esquemas de subsidios y segmentación.
Explicó que, mientras la electricidad utiliza un sistema basado exclusivamente en niveles de ingresos (N1, N2 y N3), en el caso del gas natural ese esquema convive con dos regímenes adicionales: la tarifa social (creada en 2017), que subsidia un bloque básico de consumo; y el régimen de zona fría (creado en 2002 y ampliado en 2021), que otorga un beneficio a regiones con climas más rigurosos.
Según Tettamanti, la intención del Gobierno es avanzar hacia un sistema unificado y más focalizado para ambos servicios, diferenciando de manera más clara entre usuarios subsidiados y no subsidiados.
Todavía resta definir los umbrales de ingreso y los criterios específicos, pero no se descarta que en 2026 se implemente un nuevo esquema que reordene la asignación de subsidios y brinde señales de precio más consistentes.
Estas definiciones refuerzan una idea: el sistema energético argentino atraviesa una transición en la que la gestión de la demanda, la actualización tarifaria y la inversión en redes se vuelven piezas complementarias.
Y Santa Fe, expuesta a veranos cada vez más calurosos, no es ajena a esa dinámica. Entonces, de cara a los próximos meses, el desafío será equilibrar tres dimensiones: 1) Proteger a los usuarios más vulnerables; 2) Transmitir señales de eficiencia a los sectores de mayor consumo; 3) Fortalecer la red eléctrica para evitar fallas en los días críticos.
Con un verano que se anticipa más exigente y con costos energéticos en ascenso, la planificación y el uso responsable de la energía serán factores claves para atravesar la temporada sin sobresaltos.
(*) El autor es consultor energético.

